«Lo nuestro es el triunfo de la humildad, el esfuerzo y la picardía» – GENTE Online
 

"Lo nuestro es el triunfo de la humildad, el esfuerzo y la picardía"

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Las últimas vueltas las dieron con los ojos empapados en lágrimas. Uno, Juan
Curuchet, no podía creer que, a los 39 años, la vida le regale tamaña alegría.
El otro, Walter Pérez, diez años menor, recordaba que no hacía mucho estuvo a
punto de dejar el ciclismo y dedicarse a otra cosa. Estaban a segundos de
meterse en la historia del deporte argentino y conseguir la primera medalla
dorada en un campeonato mundial, y ambos se palmeaban en la pista, se daban
aliento y decían: "¡Festejá, Negro, esto no es un sueño, es real!". Y la emoción
les duró en su regreso de Australia. Habían pasado 48 horas de la conquista del
título en la especialidad Prueba americana -en la que se compite por duplas, con
embalajes intermedios- y seguían celebrando. Sus relatos, cargados de optimismo,
desnudaban la historia de dos hombres que a fuerza de garra, lucha, esfuerzo y
muchísimo talento, hoy, en su disciplina, son los mejores del mundo, y los
rivales a vencer en los Juegos Olímpicos de Atenas.

"SIN EL APOYO DE MI FAMILIA NO HUBIESE HECHO NADA". No hace falta que le pidan
que sonría para la foto. Porque Juan Curuchet parece Gardel: vive con una
sonrisa a flor de labios. "Mirá, sin ilusión y sin alegría, no hay cosa que se
pueda hacer en la vida. Por eso yo trato de ser optimista. Siempre lo fui, y
ahora que estoy en la cima del podio lo disfruto de una manera increíble. La
gloria me llegó cuando estaba a punto de pisar las cuatro décadas y te aseguro
que se disfruta mucho más. Porque sos consciente del esfuerzo que hay que hacer
para llegar hasta acá",
dice Juan Curuchet en un mano a mano, con un café con
leche y tres medialunas de por medio. Es que ahora, por el tipo de entrenamiento
que deberá realizar para llegar diez puntos a Atenas, tiene que sumarle calorías
a su cuerpo, algo que al parecer, lo hace muy feliz: "¿Sabés cuánto hace que no
me como tres medialunas?"
, dice y larga una carcajada.

Nació en Mar del Plata, y desde los 15 años decidió hacer del ciclismo su forma
de vida: "Entonces ya soñaba con ser el mejor. Me acuerdo que cuando empecé a
correr dije que iba a ser campeón argentino, después campeón sudamericano y por
último campeón mundial. Y gracias a Dios pude cumplir con todos los objetivos"
,
comenta, y antes de escuchar otra pregunta recuerda a todos los que lo apoyaron
en esta cruzada: "Pero tengo que aclarar que sin el apoyo de Yanina, mi señora y
mis cuatro hijos
-Martín, Kevin, Juan Ignacio y Martina, que nacerá en julio-
nada sería posible. Como tampoco me puedo olvidar de Supermercados Toledo, la
empresa de mi ciudad que hace 15 años me paga el sueldo".
Así, el hombre que hoy
se destaca por ser el campeón mundial más viejo en pista, que en su vitrina luce
61 medallas internacionales y que está a punto de disputar su quinto juego
olímpico, arremete: "Ahora nosotros somos los rivales a vencer. Y si hacemos
bien las cosas vamos a conseguir un podio en Atenas".

"Si no fuera por Juan, hoy sería un desocupado". Walter Pérez, el hombre que
nació en San Justo hace 29 años, es el más tímido y callado de los dos, pero
cuando se enciende el grabador no tiene problemas en hacer un repaso de su vida.
Y de ese relato se desprende que a los cinco años, ayudado por Hugo, su padre,
aprendió a andar en una bicicleta y nunca más paró: "El corría en veteranos y yo
lo acompañaba, así nació mi pasión. Después, a los 12, comencé las categorías
federadas y me tomé en serio este deporte"
. Tres años después, corrió su primer
campeonato argentino, y el segundo puesto que obtuvo lo incentivó a seguir. Pero
a los 17 años llegó la primera gran elección de su vida: "Estaba estudiando
bachiller en el colegio secundario y tuve que abandonar por el ciclismo. Por eso
valoro tanto este título, porque es el objetivo por el que luché toda mi vida".

Walter se crió en una familia muy humilde y, sin duda, todo le costó el doble,
pero tanto esfuerzo tuvo su recompensa: la amistad con Juan. "Lo conocí cuando
él todavía corría con Gabriel, su hermano, e hicimos una gran amistad. Pero al
poco tiempo tuve que emigrar al Uruguay porque la situación económica era
insostenible"
, dice el hombre que ya ganó 31 medallas internacionales y que
durante dos años representó al Club Peñarol de Montevideo por un jugoso contrato
en dólares. "Pero cuando ellos también entraron en crisis me bajaron el contrato
a la mitad y antes de empezar la temporada 2002, estuve a punto de abandonar
todo. Tenía muchos problemas económicos y Valeria, mi mujer, quedó embarazada de
mi hijo Tomás. Y fue ahí cuando Juan me invitó a correr con él. Si no fuera por
esto, hoy, tal vez, sería un desocupado más…
"

Hoy, a punto de disputar su tercer juego olímpico, dispara: "Estamos más
tranquilos pero no queremos relajarnos, sabemos que lo que viene será muy duro
pero corremos con la ventaja de que nosotros somos los dueños del Arco Iris (
así
le llaman los ciclistas a la camiseta que le entregan por salir campeón mundial)
y eso hará que nos respeten mucho más".

-¿Y de qué depende el color de la medalla que consigan el 25 de agosto?
Walter:
De cómo nos levantemos ese día. Hoy estamos en la mejor posición y,
aunque sabemos que la de los juegos será otra carrera y que todos nos van a
querer ganar, yo sigo soñando con la dorada.
Juan: Somos los mejores de la elite del ciclismo mundial y eso quiere decir
algo. Además, el argentino corre con mucha picardía y vamos a tratar de
demostrarlo en Atenas. Lo nuestro es el triunfo de la humildad, el esfuerzo y la
picardía. Por eso, como dice Walter, hasta la dorada no paramos.

Se convirtieron en la primera pareja argentina en conseguir el oro en un mundial. A la derecha, besando las medallas que obtuvieron hace dos semanas en Australia. Pero, además de compañeros, son grandes amigos.

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La vuelta olímpica de los campeones. Una ocasión ideal para hacer flamear nuestra bandera.

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