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“La vida siempre te da revancha”

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En su interior, cuando por las noches apoya su cabeza en la almohada, siente que la vida le dio una nueva oportunidad. Demasiadas lágrimas derramó en el 2002, cuando Rubén Magnano –el ex entrenador de la Selección nacional–, lo dejó afuera de la preselección para jugar el Mundial de ese año. A pesar de que Walter Herrmann había mostrado un gran nivel en Atenas de Córdoba, finalmente se quedó afuera de la hazaña de Indiánapolis, donde el equipo consiguió un histórico subcampeonato. Por eso, cuando en el mes de abril Sergio Hernández, el nuevo DT, le dijo que iba a ser uno de los convocados a la preselección para el Mundial que se disputará en Japón este mes, recibió la noticia como una de las más lindas de su carrera.

Y a esa fantástica novedad se le sumó otra, una nueva revancha, algo que estaba esperando desde que comenzó a jugar en su pueblo santafesino, Venado Tuerto: el interés concreto de Charlotte Bobcats para sumarlo a su equipo en la NBA. Por segunda vez en su carrera su nombre suena fuerte en la liga de básquet más importante del mundo, y parece que esta vez va en serio. Tanto, que en el mes de julio tuvo que interrumpir su luna de miel en Disney con Elena, su flamante esposa española, para jugar un partido en la Liga de Verano. “Estaba en Orlando haciéndome fotos con Mickey y de golpe tuve que salir a buscar un par de zapatillas número 50 para poder jugar el partido de prueba. Y a pesar de que no estaba bien entrenado, jugué igual (fue contra Miami Heat, estuvo 19 minutos en la cancha, anotó 7 puntos y colaboró con 4 rebotes) y quedaron muy contentos”, cuenta “el dueño de un corazón de león”, como lo catalogaron en España. Es que en 27 años la vida de Walter estuvo llena de rosas, pero también de espinas, de esas que llagan el alma y son muy difíciles de sacar.

La historia de un león. Nació el 26 de julio de 1979 en Venado Tuerto, Santa Fe, y es el primer hijo de Héctor Herrmann y María Cristina Heinrich. Sus hermanas, Bárbara y Jorgelina, llegaron después. Desde chico, por su altura, supo que sería jugador de básquet, y desde que tiene memoria “siempre tuve una pelota naranja en las manos para picar contra el piso e intentar encestar en un aro”. Primero fue en la canchita del barrio; años después en las inferiores de Olimpia, en su ciudad natal. Y llegó el debut en la Liga Nacional el 30 de marzo de 1997 frente a Regatas en San Nicolás, su paso a Atenas de Córdoba, el debut en el Seleccionado argentino en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá, en 1999, y el gran salto al Viejo Continente en 2002: el Fuenlabrada de Madrid había puesto sus ojos en este jugador de 2,02 metros y 102 kilos, con pinta de crack.

Pero la alegría no era del todo completa. Porque si bien éste era un gran salto en su carrera deportiva, había algo que pesaba, y mucho. Hacía tres años que había sido papá de Federico, pero al poco tiempo la relación con su mujer de entonces se había terminado. “Fue complicado, lo extrañaba muchísimo. No lo podía ver por cuatro o cinco meses, y cuando llegaba a Venado estaba enorme. Ahora que tiene siete años la cosa es distinta: diciembre, enero y febrero vive conmigo en España y en julio, cuando vengo a la Argentina, me quedo un mes con él”, cuenta uno de los aleros que estará en Japón integrando el equipo argentino.

Su actuación en España fue explosiva: se convirtió en la revelación y en el máximo anotador de la Liga. Muchos equipos pusieron sus ojos en él, pero el Unicaja de Málaga se quedó con su pase. El viernes 18 de julio de 2003 le avisaron que su pase se había concretado, y lo primero que hizo fue llamar a la Argentina para contárselo a su mamá y a su novia. Esa fue la última vez que pudo hablar con ellas. La misma tarde, a las 15.45, en la pequeña localidad de Villa Los Patos, provincia de Córdoba, el Ford K en el que viajaban su mamá, Bárbara, su hermana de 11 años, y María Yanina Garrone, su novia de 29, fue embestido de frente en la Ruta Provincial 3 por un Volkswagen Gol, que fallecieron de manera instantánea: “Fue un golpe muy duro. Me fui a mi casa y me encerré un mes con Jorgelina, mi otra hermana. Ahí fue cuando decidimos irnos a vivir juntos a España. Teníamos dos opciones: o nos quedábamos tirados en la cama llorando toda la vida o decidíamos hacerle frente a esta tragedia, y salir. Nos costó mucho porque los dos somos dos personas muy familieras y muy cariñosas, pero no nos quedaba otra alternativa”.

Juntos iniciaron su nueva vida en España. Vivieron 8 meses en la misma casa, hasta que Jorgelina conoció a su media naranja y se fue a vivir con él. Herrmann fue convocado a la preselección para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Y el día que se cumplía un año de aquel trágico accidente, su papá murió de un paro cardíaco. “Al igual que el año anterior, tuvimos que decidir entre largar todo o seguir, y volvimos a optar por tirar para adelante. Juntos decidimos pelearla, y por suerte salimos a flote mucho más rápido de lo que imaginábamos. Al poco tiempo, mi hermana se casó y me dio una sobrinita, Lara, que hoy tiene siete meses. A pesar de todo el dolor, la vida nos volvió a dar cosas lindas, una segunda oportunidad”, relata Walter.

–A vos también. En la parte personal, volviste a encontrar el amor. Y en lo profesional, vas a jugar tu primer Mundial y estás a un paso de la NBA. ¿Esa es la moraleja que te quedó?
–Sin dudas. Aprendí que la vida siempre da revancha. A pesar del dolor que me causó perder a mi novia de entonces, hoy me miro y estoy casado con Elena, una doctora española a quien conocí hace dos años y medio. Y si bien las cosas no se olvidan, el tiempo cicatriza mucho. Y en mi parte profesional también.

–¿Sentís que ésta será una revancha del Mundial anterior?
–No, será una gran oportunidad. Por eso me voy a matar para poder jugar al cien por ciento los minutos que deje libres el Chapu Nocioni, un jugador que este año la rompió en la NBA.

–¿Y cómo lo ves al equipo? ¿Se puede repetir o mejorar lo de Indianápolis 2002?
–Todos creemos que sí. Después de lo que hicimos en Atenas, los rivales nos miran de otra manera. Si hacemos las cosas bien, no tengo dudas de que vamos a estar en la final.

El mismo día que le avisaron que iba a jugar en el Unicaja de Málaga perdió a gran parte de su familia. Sin embargo no se achicó, salió adelante y le dio  a su equipo los únicos dos títulos que tiene en toda su historia: la Copa del Rey y la Liga ACB. Hoy lo quieren en la NBA.

El mismo día que le avisaron que iba a jugar en el Unicaja de Málaga perdió a gran parte de su familia. Sin embargo no se achicó, salió adelante y le dio a su equipo los únicos dos títulos que tiene en toda su historia: la Copa del Rey y la Liga ACB. Hoy lo quieren en la NBA.

Hacía pocos días que su papá había muerto de un paro cardíaco y sin embargo Walter decidió jugar los Juegos Olímpicos de Atenas. Allí participó pocos minutos (en la foto, cuando la Argentina derrotó al <i>dream team</i> norteamericano), pero lo hizo como siempre: al cien por ciento.

Hacía pocos días que su papá había muerto de un paro cardíaco y sin embargo Walter decidió jugar los Juegos Olímpicos de Atenas. Allí participó pocos minutos (en la foto, cuando la Argentina derrotó al dream team norteamericano), pero lo hizo como siempre: al cien por ciento.

“<i>Con Jorgelina, mi hermana, teníamos dos opciones: o nos quedábamos tirados en la cama llorando toda la vida o decidíamos hacerle frente a esta tragedia y salir. Y juntos decidimos pelearla</i>”

Con Jorgelina, mi hermana, teníamos dos opciones: o nos quedábamos tirados en la cama llorando toda la vida o decidíamos hacerle frente a esta tragedia y salir. Y juntos decidimos pelearla

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