La verdad sobre su separación después de quince años de matrimonio – GENTE Online
 

La verdad sobre su separación después de quince años de matrimonio

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Lanata abre y cierra la puerta. “No soy actor y no voy a hablar de mi separación. Es un problema mío. Hablemos sobre el Gobierno”. Así, Jorge Lanata (53) confirmaba su separación y pretendía ponerle llave a la puerta de su intimidad. Hoy, la Bestia (como lo bautizó una revista de rock), “uno de los pocos editores de la Argentina” (tal definió él mismo esa capacidad de echar a rodar un medio, como lo hizo con Página/12 a sus cortos 26 años, con la revista XXI, donde comenzó su relación con su hoy ex mujer, o con el desaparecido diario Crítica), es uno de los personajes del año. Sí, mal que le pese, hoy ocupa en la televisión un lugar parecido al de Tinelli. Así lo indican el rating que cosecha cada domingo y su –recuperada– fama de playboy. Sí, el último fin de semana, cuando cruzó la puerta de la casa que compartía con Sara Stewart Brown (38) y Lola –la hija de ambos–, Lanata se convirtió nuevamente en un soltero codiciado. ¿Por qué se separó? ¿Hubo terceros en discordia? ¿Influyó su obsesión por el trabajo? ¿Quién tomó la decisión? “Fue de Jorge. De eso no caben dudas. El decidió dejar la casa”, adelanta una amistad de la pareja.

LIKE A ROLLING STONE. Sara lo pensó como una de esas groupies que mueven cielo y tierra para conocer a su guitar-hero. En este caso, el rockstar no era otro que Lanata. Corría el año ’96 y el periodista conducía Hora 25 en las medianoches de la Rock & Pop. Del otro lado del parlante, Sara se sumaba a un torrente de oyentes que lo convirtieron en un programa de culto. Claro que ella supo ser una gota diferente en ese mar. Primero se sumó a la tribuna de su programa de tevé (Día D), y en pocas semanas Lanata ya la distinguía entre las gradas: “Sara es la chica de gorrito que me hizo pensar que tenía cáncer”, cuenta Jorge en la biografía que escribió Majul. Claro que lo del gorrito era pura coquetería. Ella quería conocer a su ídolo y apuntó a la yugular. ¿La táctica? Arrancó con una nota: “Feliz cumpleaños. Siento que ya te conozco. Estaría bueno que nos viéramos alguna vez”. Firmaba con su nombre completo: “Sara Stewart Brown”. Pero lo que más le gustó al periodista fue la botella de J&B que acompañaba la carta. Conocedora de su obra, eligió la bebida que tomaba el personaje de su primera novela, Historia de Teller. Ella, traductora y estudiante de arte, le propuso llevar ese texto –de poco éxito literario– al teatro. El se rehusó, pero aceptó la invitación a salir. Se vieron en un bar de la plaza Dorrego y fue como ella dijo, como si ya se conocieran. Sara tenía 21 y Jorge 36. Esa primera cita fue un 22 de septiembre, diecisiete años atrás. Lo que no sabían era que quince primaveras después, en 2011, Lanata se casaría –por tercera vez– con la chica del gorrito.

COMO CONSEGUIR CHICAS. Muchos lo ignoran, pero desde sus primeros éxitos periodísticos a Jorge lo acompaña una fama –bien ganada– de playboy. Eso sí: él siempre lo supo, tanto que hasta se hizo cargo en un texto donde aseguró: “Tuve cientos de chicas en más de cien lugares”. Si vamos a los papeles –sólo a los papeles–, la primera mujer del conductor de Periodismo Para Todos fue la periodista Patricia Orlando. Se casaron en el ’84, y a fines del ’86 ya estaban separados. Cuando terminaron, Lanata ya salía con la mamá de su primera hija, Bárbara, Andrea Rodríguez (actualmente, productora de su programa de radio). La relación terminó en el ’89. En esos años conoció a muchas mujeres. ¿Nombres propios? Tuvo un largo histeriqueo con Nancy Pazos hasta que llegó Silvina Chediek. Ella venía de una familia acomodada de Barrio Norte y él era un clase media de Sarandí. Fue una relación tan explosiva que se conocieron (enero del ’90), se casaron (16 de agosto del ’90) y se divorciaron (enero del ’91) en apenas un año. En esa época él ya era estrella del periodismo: con apenas 26 años había fundado y dirigía Página/12, el diario que revolucionó la gráfica, y a la hora de amar aprovechaba las licencias que le daba tal fama. Hoy, parece que los hechos –el éxito, el dinero y las mujeres que se le acercan– quieren volver a colocarlo en ese lugar.

AM/PM. “Con el trabajo de lunes a lunes estoy enojadísima. ¡Cuántos laburos tiene! Participa físicamente en todo lo que hace. Vivir con él es como estar de cierre constante: siempre hay alguna presión”. De esa manera, Sara Stewart Brown sintetizaba –en Noticias– los últimos meses junto a Lanata. Y una de las causas que comenzó a desgastar a la pareja. Sara –o Kiwi, como la bautizó él– es la mujer que disfrutó las habitaciones de tres mil dólares en el The Pierre de Nueva York, los lujos y las mieles del éxito, pero también la mujer que lo bancó en todas las malas. ¿Cuáles? En el comienzo de la relación, su adicción a la cocaína (“si vas a estar conmigo tenés que saber que tomo cocaína, mucha”, le dijo a las pocas semanas de conocerla) y sus relaciones paralelas: cuando empezaron a salir, Jorge iba y venía con Mariana –una periodista– y Florencia –una productora de cine–. Después, Sara se ganó su lugar. Pero mucho más cerca en el tiempo, fue quien lo acompañó tres veces por semana a dializarse a las cinco de la mañana en la Clínica Favaloro; la que durmió a su lado cuando usaba una máscara de oxígeno y quien vivió su constante subibaja económico. ¿Por qué se separan? “Hace tiempo que Jorge no se sentía tan bien de salud. Adelgazó, superó sus problemas renales y ya no hace diálisis. Además, dejó de dormir atado a la máscara. Se siente bien y quiere recuperar el tiempo perdido. Si en un momento encontraba la paz en su casa, ahora empezó a encontrar la felicidad afuera”, explican en su entorno.

EL LARGO ADIOS. El sábado fue el último día que el periodista compartió con Sara y Lola (9, la hija de ambos)en el piso de 400 metros cuadrados sobre Avenida del Libertador al 300. El periodista alquiló por seis meses un departamento en el hotel Faena. Todos apuntan que la crisis nació a fines del año pasado. El conductor ya nadaba en la cresta de la ola, y a mediados de diciembre se instaló solo en Mar del Plata, desde donde salía Sin filtro, su programa de Mitre. Su mujer apenas si pisó La Feliz para pasar Año Nuevo. Después, el Gordo viajó a Punta del Este, también sin ella. Y este año se la vio poco por la radio: la última vez en la segunda semana de julio, cuando la artista plástica llevó un poder para viajar al exterior con su hija. “La crisis venía, pero hizo mella cuando Sara dejó el país con Lola. Fueron a Disney para contener a la nena, porque se venía la separación. En ese momento les cayó la ficha de que la relación estaba terminando”, revela alguien muy cercano.

Los hechos demuestran que el estilo de vida de Lanata en el último año fue muy distinto adentro y afuera de su casa. Mientras su mujer hablaba de una vida tranquila y hasta algo aburrida en su hogar (“si no trabaja, se aburre. En general no salimos. Nos quedamos en casa y nos reunimos con amigos súper queridos. En vacaciones, a los quince días ya no aguanta más y se inventa algún laburo, se pone a escribir. Pero siempre supe que era así”), el periodista y escritor comenzó mostrarse cada vez más seguido por los restós y los boliches de moda.

EL ULTIMO DANDY. El comienzo de la crisis en la pareja fue de la mano con su rentrée a la vida social. Y también realimentó su fama de playboy. Hoy se lo ve seguido cenando en Gardiner, el paso previo a la noche de Tequila, tierra fértil en los tiempos del último Tinelli soltero. “Cada vez que entra Jorge, la gente se vuelve loca. Algo parecido a lo que pasaba con Marcelo”, dicen los habitués. Es que hoy Lanata es el foco de atracción de la platea femenina. Hasta Karina Jelinek se acercó a saludarlo una noche: “Jorge, quería decirte que tengo muy buena onda con vos”. “Yo también”, le contestó él, sonriente. Muchos dicen que ella buscaba algo más. En ese lugar suele encontrarse con Guadalupe Vázquez, una de las periodistas de su programa de radio. Los rumores la apuntan como una de sus nuevas relaciones. “El siempre elige chicas lindas para trabajar, pero nunca hace un comentario fuera de lugar en público. Si después se encuentran en otro lado, nadie lo va a saber. De la única que Sara tuvo celos fue de La Sueca. Pero después lo tomó con gracia”, dicen desde los pasillos de Mitre. También se lo relacionó con Luciana Geuna, su periodista estrella, aunque en el núcleo de trabajo se desmienten ambos rumores.

En el último programa de PPT, Lanata le dedicó un poema a Sara, sin tutearla, tratándola de usted, tal como lo hacían en la intimidad. “El decidió ponerle un punto final a la relación, lo que no quiere decir que en seis meses, cuando deje el Faena, no vuelva con su mujer y su hija ”, explican amigos en común. Mientras, ella eligió la palabra “pausa” para describir su momento en una red social. “Sara Stewart Brown es la última y la definitiva de todas las conquistas de Lanata”, se animó a predecir Majul en su best seller.

El lunes a las nueve y media de la mañana, baja del auto de lujo que lo trasladó de su nueva casa en el Faena a radio Mitre. No quiere hablar de la ruptura.

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Se conocieron cuando ella tenía 21 y él 36. Pero recién el 22 de septiembre de 2011, Jorge y Kiwi –tal como la bautizó– se casaron por Civil.

Se conocieron cuando ella tenía 21 y él 36. Pero recién el 22 de septiembre de 2011, Jorge y Kiwi –tal como la bautizó– se casaron por Civil.

El periodista confirmó así la ruptura: “No soy actor y no voy a hablar de mi separación. Es un problema mío”.

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