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La nueva vida de Nico Magaldi y Betiana Wolenberg

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Betiana Wolenberg (28) ordena la ropa que Nicolás Magaldi, (29) aún tiene tirada por los rincones de la casa. Mientras, él prepara unos mates amargos, con la yerba Sagrada que su suegro cosecha en Misiones, y cuyo paquete tiene impresa la cara de la modelo. Ella guarda docenas de ranas, regalos que sus amigos le hicieron después del grave accidente automovilístico que puso en peligro su vida, en octubre de 2007.

“Aún no terminamos de acomodarnos”, cuenta Nico, que al dejar el departamento de soltero que compartía con su hermano en Belgrano, puso un único requisito: “Tener lugar para mi colección de guitarras... y el guitalele”, “Pero cuando aceptó, me mudé enseguida, antes de que se arrepintiera”, detalla. Ese día, como todos, comenzó a las 6 am, para conducir su ciclo Todos arriba, en Los 40 Principales.

–¿Cómo empezó la historia de amor?
N: Yo fui al local de Pago Chico y vi a una chica muy linda en las fotos. Le pregunté a la dueña: “¿Quién es?”. Me habló de Betiana y me dijo: “Es ideal para vos”. Y la stalkeé.
B: Me escribió por Instagram. Yo ni sabía quién era, pero me pareció muy atractivo. Me llenó la cuenta de piropos.
N: Entonces, al segundo día le pedí el teléfono. Esa misma semana la invité a cenar a Puerto Madero, a tomar algo a otro bar. Nos tuvimos que ir, porque se largó a llover. Antes de llevarla hasta su casa fui hasta el auto, saqué mi guitarra del baúl y le canté unos temas.
B: ¡Esa noche fue mágica!
N: A los dos días yo me iba a Bariloche, para un evento y a visitar a mis viejos. No paré de mandarle videos y fotos. Ya me había enamorado.
B: ¡Yo también! ¡No paraba de pensar en él!

–¿Cuántos días tardó Nico en dejar su cepillo de dientes acá?
B: Me di cuenta cuando se mudó... El ya dormía más días acá que en su casa.
N: Al principio nadie apostaba a esta relación, pero nosotros ya vivimos muchas cosas y si decidimos estar juntos es porque nos amamos. Siento que esta vez encontré a la mujer de mi vida. Hasta tenemos ganas de casarnos y formar una familia.

–¿Ya tienen fecha?
B: No, pero nos gustaría que fuera este año.
N: Nosotros elegimos vivir esta historia de amor a full. Porque quiero que Betiana sea la madre de mis hijos.

–Betiana, ¿cómo viviste esta “invasión”?
B: Aún estamos negociando los espacios de la casa. Nico todavía no trajo toda su ropa. Y yo no pongo todas mis cremas y accesorios en el baño, para que él también tenga su espacio.

–¿Quién cocina?
N: Los dos nos encargamos de todo, pero ella hace unas empanadas increíbles.
B: Y él me sorprendió con los asados más ricos que comí en mi vida.

–Me imagino que el rincón que más les gusta compartir es la cama...
N: No, no tenemos un sector especial; a nosotros nos gusta estar juntos. Muchas veces nos sentamos en el sillón a tomar mate: yo me pongo a tocar la guitarra, ella a leer, y pasamos una tarde maravillosa.
B: Nico es muy romántico, dulce y caballero. Es el hombre que toda mujer quisiera tener... Pero no sé si me conviene decir esto, porque me lo van a querer sacar...
N: Nadie te va a alejar de mi lado.
B: ¿Ves? El es especial, y siempre está atento a los pequeños detalles. Quiero su compañía para el resto de mi vida.

En su cuarto, ella
intenta hacer convivir
la colección de ranas
que atesora desde 2007,
con la primera tanda
de ropa que él trajo de
su departamento de
soltero... ¡y sus cuatro
guitarras!

En su cuarto, ella
intenta hacer convivir
la colección de ranas
que atesora desde 2007,
con la primera tanda
de ropa que él trajo de
su departamento de
soltero... ¡y sus cuatro
guitarras!

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