Bastaron siete días para confirmar que el papa Francisco cambió el rumbo de la Iglesia. Una semana de frases directas, gestos amorosos y entrega absoluta en una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) –la décimo octava–, que quedará marcada a fuego en el alma de los tres millones de peregrinos que se congregaron en Río de Janeiro.
“Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mateo 28, 19-20) fue el lema oficial, que se tradujo para los jóvenes en un sencillo canto de lealtad: “Esta es la juventud del Papa/ ésta es la juventud del Papa”. Y Rio, la siempre alegre Río de Janeiro, se sintió más joven que nunca. Y acaso lo fue: ucranianos, filipinos, sudafricanos, polacos, canadienses, españoles, chilenos, y miles y miles de argentinos, uruguayos y brasileños coparon este carnaval católico para participar de una experiencia religiosa y cultural sin precedentes. Todo, por supuesto, con el papa Francisco como protagonista, un hombre de 76 años que se movió con la agilidad de un chico y sin guardarse una sonrisa. Generoso con su tiempo, dijo “sí” a todo, dejó pensando a más de uno y conmovió hasta a los más incrédulos, tengan el nombre que tengan. Demostró además que, en torno a la figura de Jesús, la Iglesia Católica puede recuperar su esencia y su protagonismo social. En su primer viaje internacional como Sumo Pontífice y en consonancia con la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa argentino demostró que siete días –siete como lo dicta el Génesis– son más que suficientes para cambiar el rumbo de las cosas.
LUNES 22. Jorge Mario Bergoglio llegó al aeropuerto Galeão a las 16 horas y fue recibido por la presidenta, Dilma Rousseff. Desde allí, y negándose a un auto de lujo, viajó en un Fiat Idea con la ventanilla baja hasta la Catedral de San Sebastián y ahí se subió por primera vez al papamóvil. En el país con más católicos del mundo (123 millones), recorrió varias cuadras ante el jolgorio del millón de personas que lo veía por primera vez. Se trasladó luego hasta el Palacio de Guanabara y recibió la bienvenida oficial de parte de la primera mandataria. Sobre su estadía, el Santo Padre anticipó: “Al comenzar mi visita a Brasil soy muy consciente de que, dirigiéndome a los jóvenes, hablo también a sus familias, sus comunidades eclesiales y nacionales de origen, a las sociedades en las que viven, a los hombres y mujeres de los que depende en gran medida el futuro de estas nuevas generaciones”. Fue entonces cuando se encontró con el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, y su mujer, Karina Rabolini, que fueron invitados al ágape por su par de Río de Janeiro, Sergio Cabral. Después sí, llegó finalmente a la Residencia de Sumaré (a media hora del centro), donde se alojó durante su estadía.
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Hermanos latinoamericanos, Francisco y jóvenes de la favela Varginha, una de las más pobres del país. La presencia papal fue una explosión de fe para Brasil.
¡Impresionante! Los 3,2 kilómetros de la playa carioca más famosa fueron invadidos por más de tres millones de jóvenes fieles que llegaron de todo el mundo.
El jueves 24, la catedral de San Sebastián se vistió de celeste y blanco. Esa tarde de lluvia, Francisco ofició una misa para los argentinos que llegaron a Rio. Se estima que más de 40 mil viajaron a las Jornadas de la Juventud. Y en esa misa estuvieron más de la mitad.
