La historia de amor de Isabel II y el duque de Edimburgo: se escribieron cartas de amor durante años, fue un amor que tuvo que vencer muchos obstáculos y que duró 73 años – GENTE Online
 

La historia de amor de Isabel II y el duque de Edimburgo: se escribieron cartas de amor durante años, fue un amor que tuvo que vencer muchos obstáculos y que duró 73 años

Tras el fallecimiento de la monarca británica este jueves, recordamos, como muchos señalan, el inició de la relación del más grande amor de su majestad Elizabeth.
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La reina Isabel II se encontraba celebrando su Jubileo de Platino por sus 70 años en el trono en junio pasado, el primero sin su compañero de toda la vida, el Duque de Edimburgo. No obstante, este jueves la monarca volverá a encontrarse con su gran amor en un mundo más allá que el de los vivos.

Sobre esa línea, Isabel II recibió al cantante británico Ed Sheeran, autor de la una de las baladas más románticas del milenio y quien estuvo a cargo de cantársela el último día de su jubileo -en tributo al gran amor de la reina y el duque de Edimburgo- durante una procesión en la que se proyectaron en pantallas gigantes imágenes de los fallecidos soberanos.

Cabe recordar que, el duque de Edimburgo falleció en abril del pasado año a los 99 años, así la reina, quien tenía 96 cuando el fallecimiento, estuvo casada con Felipe durante 73 años. Muchos señalan que fue el más grande amor de Isabel II.

La historia de amor de Isabel II y el príncipe Felipe

La reina Isabel II solo tenía 13 años cuando conoció a Felipe -que entonces tenía 18- por primera vez, durante una visita al Royal Naval College, en Dartmouth, donde estudiaba el duque.

Desde entonces, ambos no dejaron de escribirse -mediante cartas- y Felipe fue invitado a pasar la Navidad con la familia real británica en su residencia en Windsor en 1943. Tres años más tarde se comprometieron en secreto, en el verano de 1946, durante una estancia en Balmoral, y se casaron un 20 de noviembre de 1947.

Entre las anécdotas de esta pareja real, trascendió la de Marion Crawford, la institutriz de Isabel, quien contó de aquella época que era la encargada de lavar y ponerles botones a las dos únicas y muy gastadas camisas de Felipe, porque “al usar siempre el uniforme de la Marina, que se lo daban gratis, era penoso el descuido de su ropa de civil, que prácticamente no eran más que cinco piezas”.

La misma Crawford narró que “era muy lindo oír a la princesa por los pasillos del palacio cantando sin cesar la canción People Will Say We’re in Love (La gente dirá que estamos enamorados) del musical Oklahoma, pues sin duda era la mujer más feliz del mundo”.

Los sacrificios de Felipe por Isabel para poder desposarla

En ese sentido, tras ver a su hija tan enamorada, a regañadientes, el rey aceptó al candidato con tres condiciones. Felipe que nació como príncipe de Grecia Dinamarca en 1921 tuvo que dejar sus títulos de nacimiento para ser un ciudadano británico.

Para compensar un poco le otorgaron los títulos: duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich. La segunda condición fue cambiar la religión ortodoxa por la anglicana. Por último debió adoptar el apellido inglés de la familia de su madre, Mountbatten, algo que con el tiempo se convertiría en un problema.

Sobre esa línea, se supo que esos fueron los requisitos por obligación a los que accedió, sin embargo, Felipe cumplió otro solo por amor. Fumador empedernido le prometió a la Reina Isabel dejar el hábito antes de casarse. Lo hizo y en tiempo récord, de un día para otro, la víspera de su boda.

Fue la primera boda real transmitida a todo el planeta. Más de 200 millones de personas de todos los continentes escucharon la transmisión radial. Fue la primera boda Real desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Como detalle de aquella noche, Felipe le había regalado a Isabel un brazalete de diamantes diseñado por él.

Respecto a su paternidad, al nacer sus hijos Andrés y luego Eduardo, no hubo primer ministro ni protocolo que se impusiera. Isabel II le puso el apellido de su padre y en primer lugar. Además le concedió a su marido el título de “príncipe del Reino Unido”.

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