Domingo a la tarde. Tibio sol. Los vecinos de Parque Chacabuco –sorpresa– ven llegar a Mauricio Macri. Las voces y los pedidos se unen en un cóctel con muchos ingredientes: seguridad, trabajo, “por qué no juega Barros Schelotto”, “hay que ganarle a River sí o sí”, etcétera. Unos payasos que hacen su show junto a una gran fuente le gritan: “¡Qué suerte que viniste, Mauri. Ahora sí que podemos pasar la gorra!”.
Elisa, vecina, 70 años, lo toma del brazo: “Mauricio, por favor, cuando seas gobierno hacé algo… Prefiero morirme de hambre y no que me maten los delincuentes”. Un tal Mario: “Trabajamos toda la vida bien y honestamente, y ahora estamos desempleados. Tengo 58 años, fui gerente, y míreme ahora, mientras Cafiero tiene más de 80 y sigue viviendo de la política… ¿Le parece justo?”. Casi empujado por la gente, entró a un bar, tomó un jugo de naranja, y así habló con GENTE.
–¿Es cierta la denuncia de Rafael Bielsa de que usted se está aliando con Lilita Carrió para polarizar la elección y perjudicarlo?
–Bielsa delira y miente porque no tiene propuestas. Usa las técnicas de Ibarra y el apoyo de Kirchner para ver si puede remontar los números… pero los números no le dan. Sin embargo, la gente no es tonta. Ya vio lo que pasó con Ibarra y no va a repetirlo con Bielsa. Eso lo preocupa, y por eso empieza a inventar el fantasma de la conspiración. Ese fantasma que tanto les gusta a los progres…
–¿Qué hay de cierto sobre su supuesta reunión con el actual candidato del ARI, Enrique Olivera?
–Olivera es vecino mío. Nunca tuvimos una reunión para hacer una alianza. La última vez que lo vi fue en la tribuna, durante el debate con Lilita Carrió y Bielsa.
–En este último tiempo endureció su postura contra el gobierno, Macri. ¿Por qué?
–Porque el clientelismo que están fomentando (o en realidad, continuando) es inaceptable. Hace ya veinte años que la política se mezcla con el Estado, y cada político que llega usa el aparato del Estado para beneficiar a su propia gente: familia, amigos, punteros… Pero de la gente no se ocupa nadie, nunca.
–¿Logró más aceptación entre la gente humilde, como señalan algunas encuestas? En ese caso, ¿por qué?
–Creo que la gente se dio cuenta de que lo que digo lo cumplo, que soy mejor haciendo que hablando, y que el verso de que los problemas son de izquierda o de derecha es mentira. Cuando uno ve que los techos de las escuelas se caen, que el Estado tiene presupuesto para arreglarlos, y que sin embargo no los arregla, ¿adónde están las ideologías?
–A usted se le fue mermando el bloque en la Legislatura porteña… ¿Cómo hará para que no se le produzca un éxodo en el Congreso Nacional?
–Uno va aprendiendo que la pluralidad es una marca distintiva de la Legislatura porteña. A Ibarra casi se le disolvió el bloque. A Zamora le quedó sólo la mujer, y otros partidos quedaron en cero. Mientras, yo tengo dieciséis legisladores. Algo de lo que me puedo sentir, más que preocupado, orgulloso.
–Uno de los pedidos que más le hacen los vecinos es que se ocupe de conseguir mayor seguridad. ¿Qué propone?
–Que paremos con las cárceles de puertas giratorias. Nuestro bloque va a insistir para que la Capital tenga su propia fuerza policial. No tengo dudas de que podemos volver a tener una ciudad de Buenos Aires segura, linda, y que enamore, y sin esta espantosa sensación de inseguridad, y con familias diezmadas por la delincuencia. Sé que podemos cambiar.
–Usted considera como ventaja el hecho de no venir del palo de la política y no haber tenido cargos públicos. Pero, ¿no es también una desventaja, por falta de experiencia?
–Experiencia política ya tuve. No me gusta hablar, pero soy el único que se ha presentado a tres debates públicos en los últimos años, y enfrentando a gente muy buena para hablar. Mi fuerte es hacer. Soy experto en crear superávits. Toda empresa, toda ONG, y mucho más una ciudad y un país, necesitan generar superávit. Ganar plata, en definitiva.
–Es lo que la Argentina tiene en este momento…
–Sí. Pero ese dinero tiene que llegarle a la gente, no las prebendas y los electrodomésticos para conseguir votos entre la gente que está en la miseria.
–¿Cómo se sintió en el debate con Carrió y Bielsa? ¿Ganó, perdió o empató?
–El debate fue bueno. Hubo respeto por la gente. Podré ganar, empatar o perder –contra mis propios pronósticos, me fue bastante bien…–, pero no tengo dudas de que nuestras ideas se impondrán por peso propio. No se puede dejar de actuar sólo porque los otros son mañeros y vivos para calumniar y operar. ¿Sabe por qué? Porque estoy tranquilo. Me pueden tirar con lo que quieran, pero nuestras ideas y nuestras acciones van a seguir para adelante. Porque aun en la oposición supimos sacar leyes que hoy benefician a muchísimos porteños. Y eso nadie, nadie puede detenerlo.
Macri se siente ganador porque “nuestras propuestas se impondrán por su propio peso, y porque no se puede tapar el sol con la mano”, dice, mientras bromea con esa actitud que le adjudica a la oposición.
Acompañado por Marcos Peña (28), el legislador más joven del país, recorre Parque Chacabuco entre gorros y remeras con lemas de apoyo. Algunas mujeres le gritaron: “¡Te votamos porque sos un bombón, Mauricio!”. Y no todas eran de Boca… El candidato oyó reclamos de todo tipo. ¿El mayor y más dramático? “La desesperación de la gente ante la ola de inseguridad. Sienten que están sentados sobre un polvorín…”.
Con los artesanos de la Feria de Mataderos.
