“La energía liberada aquí equivale a decenas de miles de bombas de Hiroshima” – GENTE Online
 

“La energía liberada aquí equivale a decenas de miles de bombas de Hiroshima”

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Primero fue un cosquilleo leve, un temblequeo mudo desde las entrañas de la Tierra. Luego una vibración visible que a los pocos segundos fue un sacudón constante, un terrible samba sin gracia que se volvió bramido bravo, despertar sonoro en el horror de que ese temblor, luego venido terremoto, no era uno más de los tantos. “Duró más de dos minutos. Era un ruido constante de cosas que caían. Se cortó la luz en mitad del temblor, y no paraba, no paraba. Hasta que nos empezamos a preguntar qué era eso”, cuenta Gabriela Vergara (ama de casa y comerciante del barrio residencial de Vitacura, en Santiago de Chile.

Y agrega, en un monólogo imposible de interrumpir: “Cuando terminó el temblor ya no había teléfono, ni celular. Recién al cabo de una hora tuve noticias de mi hermana y aún mucho más tarde, de mi madre. Luego nos enteramos de que había gente sin gas, sin agua. Durante varios días días hubo réplicas, y la tierra no paraba de temblar. Todavía hoy, lunes, se siguen sintiendo ecos del movimiento. Y dicen en las noticias que hay turbas que vienen a saquear locales de ropa, incluso en Santiago... Eso es oportunismo, no necesidad. Por necesidad no te llevas un plasma. Estamos realmente muy golpeados. Realmente es importante que se sepa: sin ayuda no vamos a dar a basto”.

Fue el sábado 27 de febrero a la madrugada, en horarios en que la gente y la tierra habitualmente duermen. Un sismo de 8,8 en la escala Richter sacudió Chile y dejó un saldo de más de 800 muertos, cifra todavía provisional. Además, hubo más de dos millones de viviendas afectadas y cerca de 500 mil semidestruidas. La ciudad de Concepción, la segunda más grande del país trasandino (260 mil habitantes), fue la más golpeada debido a la cercanía con el epicentro del sismo, que sucedió en el mar, como ocurriera aquella vez en el 2004, cuando uno de 9,2 grados se convirtió en tsunami y dejó un saldo de 230 mil muertos. Antecedente al que se suma aquel de 1960, en Valdivia, cuando trepó a los 9,5, convirtiéndose en el mayor terremoto de la historia mundial desde que existen herramientas de medición y demostrando, con tristeza, el sino trágico de Chile en este tipo de fenómenos naturales.

Para intentar comprender este fenómeno, GENTE entrevistó a Augusto Rapalini (50), doctor en Ciencias Geológicas de la UBA y de la Universidad de Plymoth (Inglaterra), investigador del CONICET, y editor durante varios años de Journal of Geophysical Research, la revista de geofísica más importante a nivel mundial:

–¿Cuán grande, a nivel histórico, fue este terremoto?
–Es de los mayores que han sucedido desde que hay registro instrumental, lo que aproximadamente abarca un período de cien años. Está entre los diez primeros.

–¿Por qué el de Haití, 1,6 menor (7,2), fue tanto más grave a nivel víctimas?
–Porque se trató de un sismo muy superficial, cuyo epicentro se encontró prácticamente pegado a la ciudad de Puerto Príncipe (donde viven casi tres millones personas), y en el país más pobre del hemisferio occidental. La cantidad de muertos tras un sismo depende de varios factores: del tamaño del sismo, de la profundidad, del estilo, de las características del terreno en el que está emplazada la ciudad y, principalmente, del grado de sub desarrollo del país. La mayor parte de la gente se muere porque se le cae un edificio encima.

–¿Se puede predecir algo así?
–No. Debería decirse dónde y cuándo va a ocurrir con un error de uno o dos días, ya que nadie va a quedarse esperando seis meses... Y ese tipo de predicción no existe.

–¿Por qué se produce un sismo?
–La parte superior de la tierra, la litosfera, está dividida en placas que son rígidas y se mueven. Al moverse, hay rozamientos, los cuales –según el tipo de movimiento– generan sismos. Si una placa se aleja de la otra, los sismos son más pequeños; si una se mete por debajo de la otra (lo que sucede en el margen Pacífico de América del Sur), aumenta el rozamiento. Cuanto mayor es la tensión que se acumula, entonces, se libera más cantidad de energía y el sismo es más grande.

–¿Qué se puede hacer para reducir daños?
–Que la gente viva en casas dignas. La enorme mayoría de los que mueren en los terremotos son pobres. En los países desarrollados hay construcciones anti sísmicas y hay... menos corrupción: lo que se dice que es anti sísmico, realmente lo es...

–¿Cuál es el panorama en la Argentina?
–La zona de mayor riesgo es Cuyo (San Juan, Mendoza), después, el Noroeste (Salta, Jujuy, Catamarca) y luego, un poco, Tierra del Fuego. En Buenos Aires el riesgo es casi cero.

–¿Puede evitarse un terremoto?
–Es imposible. La cantidad de energía que libera un sismo, por ejemplo éste, es equivalente a decenas de miles de bombas de Hiroshima. La bomba de Hiroshima es un sismo de grado 5 y medio más o menos. Y la escala es logarítmica, así que el de 6 y medio es diez veces el de 5 y medio; y el de 7 y medio es diez veces el de 6 y medio, y a la vez cien veces más que 5 y medio... O sea que son miles y miles de bombas de Hiroshima de energía.

–Y toda esa energía liberada incontenible, ¿se puede aprovechar?
–No, porque además se produce en el interior de la tierra, adonde no tenés acceso.

–¿Ninguna eperanza? ¿Significa que en casos como el de Chile y tantos otros no hay nada que hacer?
–La humanidad tiene que aceptar que es parte del habitat y debe obrar en consecuencia. Prevenir, mantener a la gente informada, tener planes de contingencia... Hay que aceptarlo: la Tierra va a seguir después que nos vayamos todos nosotros. En Dichato, a 40 kilómetros de la ciudad de Concepción y a 500 de Santiago, una mujer mira los escombros de su vecindario, parada en la puerta de lo que antes supo ser su casa.

En Dichato, a 40 kilómetros de la ciudad de Concepción y a 500 de Santiago, una mujer mira los escombros de su vecindario, parada en la puerta de lo que antes supo ser su casa.

Así quedó una de las esquinas de la ciudad de Concepción, la más afectada. Cientos de autos y casas se destruyeron completamente.

Así quedó una de las esquinas de la ciudad de Concepción, la más afectada. Cientos de autos y casas se destruyeron completamente.

Uno de los puentes colapsados en Santiago.

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