“La Argentina es un país que se adapta a las situaciones más difíciles” – GENTE Online
 

“La Argentina es un país que se adapta a las situaciones más difíciles”

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Las Fiestas me encantan. De chico, en Mar del Plata, recibía de regalo cualquier cosa menos raquetas; del tenis me encargaba yo solo. Hoy a casa vienen mamá, mi hermana, amigos que están solos... Andanin (4), mi hija, desde hace una semana que me pregunta cuándo llega Papá Noel”.

–¿Y tu mujer, Pian Pa Tou (25), que es budista, se adaptó rápido a la Navidad?
–Le parece una fiesta fantástica. El budismo acepta todo. Pian es paz y tranquilidad. Ahora está envolviendo regalos. Yo le digo “comprá y que te los envuelvan en el negocio”, pero prefiere hacerlo ella. Y seguimos las tradiciones, comemos las doce uvas a medianoche... Es más, dame un segundo que me parece que nos olvidamos de comprarlas...

Guillermo Vilas (56) marca el número, espera que atiendan y, en inglés, le recuerda a su mujer: “Pian, don’t forget to buy the grapes... ¿Eh?... Ah, okey”. Corta entre risas, un poco abrumado, y admite: “Me dijo que eran para Año Nuevo, ¡me re cag... ja ja!. ¿Me preguntabas cómo se adaptó..? Ahí tenés la respuesta”. Es 24 de diciembre al mediodía en el Vilas Club, en el barrio de Palermo. Entre los socios, varios ilustres: en la cancha de cemento pelotean Guillermo Cañas y Juan Martín del Potro. En el gimnasio, transpirando a un metro de distancia y charlando en los descansos, David Nalbandian y Gastón Gaudio. ¿Y las peleas? Responde Vilas: “Vienen porque hay paz y saben que nadie los molesta. Por eso no acepto que les hagan fotos ni hacerlas con ellos mientras entrenan...”.

–Están todos acá, pero no te eligieron como capitán del equipo de la Copa Davis. ¿Te dolió esa decisión?
–Es que a la Davis la maneja la Asociación Argentina de Tenis. Es lo único que le quedó. Y a la AAT la manejan los clubes. Ni Morresi (Claudio, secretario de Deportes de la Nación) le puede decir a Morea (Enrique, presidente de la AAT) que ponga a Vilas como capitán.

–A la AFA también la manejan los clubes, y sin embargo ahora está Maradona al frente de la Selección...
–Pero en la AFA está Grondona. Y que Diego sea el DT es un gran paso adelante. Le costó, pero llegó. Parecía que para ser técnico había que ser mal jugador, ¿no?

–En España escucharon a los jugadores para elegir al nuevo capitán, Albert Costa. ¿Por qué acá no?
–¡Si los jugadores estaban contentos con Mancini...!

–La diferencia es que ahora no parecen estar muy conformes con Modesto Tito Vázquez.
–Pero antes de la designación no escuché a ninguno que dijera un nombre, el mío o el de cualquiera, para meter presión. De hecho, nadie me vino a preguntar si quería ocupar ese cargo. Lo tuve que decir yo. Los jugadores de fútbol decían que les gustaba Maradona desde antes. Después que eligieron a Vázquez hablaron, pero no todos. En realidad, el único fue Gaudio.

–¿Te molesta que no hayan movido un dedo por vos?
–No, porque no lo hicieron por ninguno. Creo que están de acuerdo con cualquier decisión. Si les hubiera interesado, habrían hablado. Y yo no hice lobby con ellos. Sólo dije que si me necesitaban iba a ser el capitán. Y lo dije para que no pensaran que no quería agarrar.

–¿Cómo lo ves a Vázquez para formar un equipo?
–Yo los conozco a todos. El una vez jugó un doble de la Davis con Lito Alvarez, y creo que después nunca más lo pusieron. Era muy buen juvenil, y se fue a los Estados Unidos con una beca en UCLA. Viajamos juntos varias veces, hemos ido a ver a Krishnamurti. De hecho, Tito escribía mucha poesía, y por él conocí escritores. Hará lo mejor que pueda.

–De todas maneras, vas a trabajar por el tenis de la Argentina haciendo cincuenta clínicas, durante el verano, por la provincia de Buenos Aires, con el auspicio de la gobernación.
–Es algo que planeamos hace un tiempo. Quiero hablarles a los chicos, pero también, y mucho, a los padres. Hoy hay un problema grave, y la gente quiere soluciones atómicas, rápidas, y no las hay. Veo violencia, mucha droga. Y los deportistas, a través de nuestra actividad, tenemos armas para enfrentar la vida desde muy chicos. Mirá, yo gané 62 torneos como profesional... ¡pero jugué como 35 mil! Siempre se pierde más de lo que se gana, y hay que explicarlo: el español Feliciano López había ganado un solo torneo antes de la Copa Davis. Te cuento una anécdota. A mí me gustaba comprar pájaros y dejarlos libres. Una señora me dijo: “No haga eso, porque no tienen los genes para volar; están en jaulas desde hace mucho tiempo”. No le creí y solté uno adentro de mi casa. Voló un poco y se cayó. No aprendió de chico. Y cuando hay una sociedad que no tiene los genes, sonaste.

–¿Cómo ves los genes de nuestra sociedad?
–Hay muchos vagos hoy, y una mala preparación para lo que viene. Total, en el colegio van a pasar igual. Piensan que es piola agarrarse a piñas, hacerse mierda con un skate, que el que se levanta temprano y se esfuerza es un boludo. Y cuando se encuentran con el mundo, creen que es fácil, y después dicen que el que llega es sólo porque está acomodado. Y el deporte enseña a esforzarse, a que las cosas no son fáciles, y a cuidarse. Al mismo tiempo, veo que la gente quiere discursos más claros. No quiere cosas generales, como “tenemos que terminar con la violencia”... Y no es tan complicado. No hay que poner un ejército alrededor de un hijo para protegerlo. Llévenlo a hacer deporte. Que se levante temprano.

–¿Te preocupa la inseguridad que genera esa violencia?
–Yo me reúno con mucha gente. “¿Qué harías con la seguridad?”, me preguntan. Pondría mucha luz en la calle. A medida que uno ilumina, los chorros se van corriendo, y la gente decente sigue viviendo ahí. Me van a decir “te rompen las lamparitas”. Le das bombitas a un vecino, que las cambie. Y también educar en cosas más simples, como poner una luz en el garaje, o entrar el auto marcha atrás. Yo me cuido en esas cosas. Y no sólo acá: en las casas que tengo en Nueva York y París también. La diferencia es que en el mundo se piensa distinto. Por ejemplo, con cambiar las manos de las calles evitás las vías de escape de los ladrones. La policía de París puede cerrar la ciudad en 15 minutos. Hacen un anillo y no sale nadie. Pero acá, además, existe otro tipo de violencia.

–¿Cuál?
–Hay mucha agresión verbal en la Argentina. Mucho llamarnos “boludo...”, “forro...”, te tocan bocina, te pegan codazos. Tenemos que estar más tranquilos. Y lo increíble es que parece piola aquello. Para muchos agarrarse a trompadas es de vivos, ¿no? Hay violencia. Y demasiada arenga además...

–Arenga que viene desde arriba. Basta escuchar los discursos de muchos políticos.
–Yo quisiera saber cuánta gente presencia esos discursos. Para mí no aguantan, se van. La gente entiende cuando ve las cosas. Por ejemplo, que hay más coches policiales y menos palabras.

–Cada año pasás más tiempo en la Argentina. ¿Te gusta que tu hija crezca aquí?
–A Andanin le gusta mucho vivir en este país. Bueno, ama el tenis, viene al club, conoce a los jugadores. Tiene una rutina donde casi siempre me acompaña. Yo pregunto dónde está y siempre la tengo cerca. Claro, me van a decir que no todos pueden hacer eso. Pero todos tienen un momento para acompañar a sus hijos a hacer deporte, que hace vivir mejor, que carga el cuerpo de cosas positivas.

–Podrías tener este club en cualquier lugar del mundo. Pero está en Buenos Aires. ¿Te parece un país seguro para invertir?
–Sí, es seguro. Bueno, no es un país para tirarse a la pileta. Hay que hacer un estudio de mercado. Me acuerdo que el Loco Gatti me decía: “Pibe, acá el tenis no existe, hacé otra cosa”. Pero seguí, y en la Argentina hay tenis. Pensé este club para gente solitaria: vi muchos separados que no querían ir al de siempre ¡para no cruzarse con su ex! Empezaron a venir acá, y hoy es un club familiar. La gente sola conoció a otra que estaba sola, y se volvió a casar. Así que sí, se puede vivir en la Argentina; es un país que se adapta a las situaciones más difíciles. Lo que no podés hacer es decir “gano plata en la Argentina y la gasto en París”. Hay que ser realista.

–Pero tuviste un proyecto en Mar del Plata, el Museo Vilas, y no caminó.
–Era bárbaro, la idea era increíble. Yo no era el dueño. El dueño tenía el museo, tenía el Open Plaza y tenía Junior, por el hijo de Menem. Pero subió De la Rúa y le buscaron de todo, le cerraron los lugares acá y allá. Y Mar del Plata, entonces, no hizo nada.

–¿La Copa Davis te hizo reconciliar con tu ciudad?
–¿Reconciliar? Yo nunca dejé de ir a Mar del Plata. Tengo amigos; voy a ver a mi profe (Felipe Locícero), que está en el cementerio; como a La Farola, que es el único lugar donde a Pian no le caen mal los langostinos, porque es alérgica; a mi hija le encanta ir a ver los lobos. Tengo a mis tíos, también. A uno, Raúl, le llevé una botella de mezcal, que tiene un gusano adentro. A las tres semanas me llamó y me dijo: “Tengo un problema: ¡el gusano se está tomando el mezcal! ¿No me traés otra botella?”. Y la Davis fue impresionante. Levantó la ciudad, la puso en el mundo. El estadio estaba mal, y ahora es de primer nivel. El gobernador Scioli ayudó a la ciudad, y la Intendencia no se desentendió. Están embelleciendo Mar del Plata. Vilas, en el club que tiene en Palermo. El día de la entrevista entrenaban allí Nalbandian, Del Potro, Cañas y Gaudio: “Vienen porque hay paz y nadie los molesta”.

Vilas, en el club que tiene en Palermo. El día de la entrevista entrenaban allí Nalbandian, Del Potro, Cañas y Gaudio: “Vienen porque hay paz y nadie los molesta”.

“Hay mucha agresión verbal en la Argentina. Mucho llamarnos ‘boludo’, ‘forro’, bocinazos, codazos. Tenemos que estar más tranquilos”, reflexiona Guillermo.

“Hay mucha agresión verbal en la Argentina. Mucho llamarnos ‘boludo’, ‘forro’, bocinazos, codazos. Tenemos que estar más tranquilos”, reflexiona Guillermo.

El 2, 3 y 4 de enero, Vilas se presentará en la Rambla de los lobos marinos, las escalinatas de Playa Grande y el Torreón del Monje, en Mar del Plata, para dar unas clínicas organizadas por la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

El 2, 3 y 4 de enero, Vilas se presentará en la Rambla de los lobos marinos, las escalinatas de Playa Grande y el Torreón del Monje, en Mar del Plata, para dar unas clínicas organizadas por la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

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