Estamos en este establecimiento penitenciario que, técnicamente, se encuentra en el barrio de Monte Castro, pero es conocida popularmente como Cárcel de Devoto. El motivo de la visita de Joaquín Furriel a esta prisión inaugurada en 1927 es el Ciclo de Cine en Cárceles, organizado por el INCAA, la Academia de Cine y la Procuración Penitenciaria de la Nación. El lugar elegido es el Centro Universitario Devoto (CUD), que depende de la UBA. O sea, la facultad de la cárcel.
Joaquín Furriel cruza la tercera valla de la cárcel, para entrar a uno de los cinco módulos donde se alojan los presos de máxima seguridad. “¡Uy, mirá la facha que tenés, guacho!”, le tira uno de los internos no bien lo ve. “Joaquín, hoy me mataste. Me puse a ver tu película y no pude estudiar nada. Me faltan dos finales nomás... Soy el alumno más avanzado de la carrera de Letras”, le dice otro de los muchachos, que se llama Juan. Es que Hermógenes Saldívar, el santiagueño analfabeto que el actor de 42 años interpretó en El patrón, radiografía de un crimen, lo llevó a lugares impensados.
Hace una semana estuvo en Ginebra, presentando esta película de Estaban Schindel que, para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se convirtió en un ícono del trabajo esclavo en tiempos modernos. Y ahora está en Devoto.
“Esto es un oasis acá adentro”, nos apunta uno de los internos. De los 1.805 presos, sólo 300 acceden a los estudios universitarios. “Te juro que los chicos de acá le ponen más actitud que muchos de universidades sociales. Pero no puedo ser tan ingenuo de pensar que mi cultura es la misma que la de Hermógenes: un hachero santiagueño, analfabeto y con una condena por un problema físico –una renguera– que le valió el sello de “inepto” en su documento de identidad. Esa diferencia te quita derechos"
–La grieta es algo muy funcional para los políticos que la instalaron. Después, los perejiles quedamos en el medio. Respeto a los que creen que deben estar de un lado o del otro, pero yo elijo tener un pensamiento crítico. En la era kirchnerista, si hacías una crítica eras gorila. Y ahora, si hacés un comentario en contra de Cambiemos, sos kirchnerista.
–¿Y vos de qué lado estás?
–Ni de uno ni del otro. Estoy tratando de entender en la medida de lo posible cuál es la problemática.
–En un programa de Mirtha Legrand te cruzaste con el politólogo Jaime Durán Barba...
–No me gustó lo que había dicho: negaba la desnutrición infantil. Capaz que el hombre se perdió un poco entre México, Ecuador y Argentina... Pero yo a nuestro país lo conozco mucho. Y cuando no sé, me callo la boca. Recorrí todo el territorio de mochilero y te puedo hablar de varias problemáticas. Está bueno empezar a entender que el otro opina porque tiene una idea y no porque repite como un loro o le pagan.
–A diferencia de tu personaje, Hermógenes, sos un hijo de aquella clase media que quería que sus hijos estudiaran.
–Yo soy un agradecido: vengo de una familia que me dio educación y comida. Supongo que porque soy descendiente de inmigrantes muy pobres que llegaron de España y Portugal. Todos los 24 de marzo mi mamá me llevaba a la plaza, para enseñarme lo importante que es valorar la democracia. Y después me pasó siempre lo mismo.
–¿Con tu hija, Eloísa (9), repetís esa costumbre?
–No me gusta hablar mucho de ella, pero te puedo contar algo: el día del debate presidencial decidimos que faltara al colegio, para que pudiera verlo hasta el final. Sentí que era un evento importante, la primera vez que dos candidatos a presidente iban a debatir. Algo que debería ser habitual. Sin embargo, hubo que esperar muchos años para que ocurriera. Lamentablemente, el ejercicio de la democracia nos está costando...
Por Julián Zocchi
Fotos: Alejandro Carra.
Fotos: Alejandro Carra.
