Me histeriquea, me histeriquea!”, grita Carlos Calvo (51). “Le quiero comer la boca y me da vuelta la cara”, completa indignado el macho del Pirulín, que no está acostumbrado al rechazo de las mujeres. Y la que le niega el beso no es otra que su nueva chica, Abril, que a los ocho meses y un día –nació el último 21 de abril– debuta en esto de oír el ruido de las olas y jugar en la arena con toda la familia. “Ahora tengo dos mujeres, pero una me corta el rostro”, le comenta a su vecino de carpa en el balneario El Balcón. Y sigue: “Este estado me conmueve mucho. En mi juventud no hubiera pensado en formar una familia y enamorarme de esta manera de mis hijos.” A unos metros de distancia, juegan a la pelota ssu mujer, Karina Gallucci –de espléndidos 35 años–, y su hijo Facundo (7), con quien jura tener cada vez más feedback: “Hace rato que se destetó, y cada vez hay más complicidad entre nosotros. Para Facu, lo que dice el padre es palabra santa. Entonces, no puedo dar pasos en falso, porque me marca el offside en seguida”.
Hace unos días, los Calvo abandonaron el hotel Sheraton para instalarse en una casa del barrio Los Troncos. Se viene otra Navidad en Mar del Plata. Y este es un año especial también en lo laboral. Después de trece años, Carlín vuelve a compartir escenario en Extraña pareja con Pablo Rago, su péndex de Amigos son los amigos. Y festeja que hayan vuelto los códigos, las frases y las caras de póker que sólo ellos entienden. Tanto, que junto al productor de la obra decidieron que por un tiempo no harán más notas juntos: “Por ahora, Javier Faroni nos prohibió que atendamos juntos a la prensa. Es que los periodistas quieren hablar en serio y terminamos quedando como unos giles. ¡La última nota que hicimos con Guinzburg fue un bochorno!”, dice entre risas Carlín, que además es dirigido por su compañero de obra: “Si no fuera por Pablo, mi papel no estaría tan aceitado. Me siento muy cuidado. Es un placer trabajar así”.
Feliz, pasa la tarde, desgranando diversos temas recurrentes. Por ejemplo, su trabajo: “Creo que ésta es una de las mejores obras de los últimos tiempos. Hace 25 años, cuando la elegimos para hacerla con Darín, éramos medio inconscientes”. Más tarde, confiesa que instaló a toda la familia en Mar del Plata antes del estreno porque es una de sus cábalas ineludibles: “Imaginate: era el primer estreno de Abril. ¿Sabés lo que fue verlos a los tres en primera fila?”. Y luego retoma el tema del feeling con Facundo, aunque recuerda algunos momentos que aún no logra entender: “Un día lo senté para contarle el golazo que hice para el equipo de Los Galancitos en el Mundialista de Mar del Plata. Figurate: hice la jugada de mi vida, ante miles de personas, pero él me contestó: ‘¿Tanto lío para eso?’”. Lo dice al pasar, pero para Calvo esas anécdotas son tragicómicas: “Al pibe no le gustaba el fútbol y para mí era un drama: ¡Me pedía que sacara el clásico del domingo! Miralo ahora cómo juega a la pelota en la playa. El otro día me comentó el pase de Gago al Real Madrid y ¡se me caían las lágrimas!”, exagera.
Es así, nomás. Carlín vive su gran momento con dos mujeres que lo desvelan, la relación con su hijo que crece cada día y la vuelta a las tablas con uno de sus amigos del alma. “La vida me dio otra oportunidad. ¿Puedo pedirle algo más?”, dice antes de despedirse. Y la respuesta está clara…
Carlín disfruta con su hija y toda su familia, en el balneario El Balcón. “Estoy enamorado de Karina, de Abril y de Facundo. De joven nunca imaginé que iba a sentir algo así”, confiesa.
"¡Abril me histeriquea! Le quiero comer la boca y me da vuelta la cara. Ahora tengo dos mujeres, pero una me corta el rostro".
Carlín, Karina, Facundo y Abril se instalaron en una casa en el barrio Los Troncos.
