“Hoy, si la Julieta de Shakespeare viviera, estaría en Patinando…” – GENTE Online
 

“Hoy, si la Julieta de Shakespeare viviera, estaría en Patinando...”

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Con una sonrisa radiante, se sienta frente al grabador y saca su celular rosado para ponerlo en vibrar. De él cuelga un cerdito. No deja pasar cinco segundos que tira al pasar un comentario: “Es gay”.
–¿Perdón?
–Claro… Es un cerdito ruso con tutú. ¿Qué esperabas? Te darás cuenta que conmigo no podés hacer una nota muy seria, ¿no?

Celeste García Satur (31 años, acuariana, nacida en La Plata), contagia risas por donde pasa. “Me gusta reírme y hacer reír. Soy así. Peor sería que pasara lo contrario”, explica la ganadora del Premio Estímulo María Guerrero y Revelación Florencio Sánchez –ambos obtenidos en el 2005 por su actuación en la versión libre de La gaviota–. Todo su talento y su amor por la profesión tienen un origen muy directo: su padre, Claudio (69). Aquel que protagonizó: Rolando Rivas, taxista –en 1972–. Un éxito televisivo de Canal 13 que reunía a los argentinos todos los martes a las 22 horas. Una serie que no bajaba de los 40 puntos de rating hasta su fin, el 27 de diciembre de 1973, cuando se escucharon las últimas estrofas de Taxi mío, canción interpretada por Carlos Paiva.

–¿Cómo fue tu infancia teniendo un papá tan famoso?
–Normal. El nos cuidó, a mi hermana (Guillermina, 29) y a mí. Nunca estuvimos muy expuestos a los medios. Tal vez ese éxito lo veía más cuando íbamos a cenar. No comíamos ni el primer bocado que ya había alguien saludándolo o pidiéndo sacarse una foto con él. El exceso de exposición no lo sufrimos como familia. En el colegio siempre había algún padre cholulo que lo paraba… pero no fue algo malo.

–¿Qué creés que le aportó el personaje Rolando Rivas a su carrera?
–¡Le enseñó a manejar! (risas).También le mostró lo poderosa que era la televisión.

–¿Eras la más consentida de la familia?
–Mi papá se esforzó mucho por la igualdad. Hasta nos servía gaseosa en la misma medida. Siempre fue muy equitativo con las dos. Y mamá (Susana Falbo, 55 años, odontóloga), también. Cada vez que se iban de viaje nos traían regalos por igual. Se separaron cuando yo tenía 7 años. Pero, por suerte, tienen una relación muy cordial. Papá se encargó de que nunca nos faltara nada y estuvo muy presente. Incluso ahora… Vivimos a pocas cuadras de distancia.

–Vos seguís sus pasos actorales. ¿Cómo es ser una chica Shakespeare?
–Es difícil, porque es una obra compleja, que no tiene una estructura dramática estricta. No es un cuento con una narrativa de principio, desarrollo y fin. Lo bueno de esta obra es que funciona como terapia y te enseña a no cometer los mismos errores, como enamorarse de los hombres incorrectos… Para mí, el teatro independiente significa más que el simple placer de actuar: es crecer.

–La obra no es clásica, sino que reune a tres mujeres claves de las obras de Shakespeare –Julieta de Romeo y Julieta, Porcia del Mercader de Venecia (Irene Almus) y Lady Ann de Ricardo III (Verónica Elizalde)– en el limbo, donde están atrapadas...
–Todas sufren una angustia existencial al igual que cualquier mujer que está condenada a vivir los mismos estados y pasiones. Ellas le reclaman salir de ese círculo... más o menos lo que hacemos en terapia todas. Y, como es natural, le echan la culpa a otro: esta vez le toca a Shakespeare.

–¿Tenés algo que te identifique con el personaje?
–Como verás, la edad no (risas). Llevar esa pasión al extremo sólo lo logran los personajes de Shakespeare. Lo bueno es que es una historia que se conoce y eso ayuda mucho a la comprensión de este personaje.

–¿Y vos?
–Yo creo que el amor es un permiso que uno se da. Está bueno permitirse amar y ser amado.

–¿Cómo son las mujeres de Shakespeare?
–¡Como todas! Como yo, como vos. Ante una caricia y una mirada, nos derretimos.

–Si te pido que traigas a Julieta a esta época, ¿cómo sería ella?
–Una chica de clase acomodada, o como le dicen ahora, una hippie chic. Mantendría su forma de ser, pero hablaría con Romeo con mensajes de texto. Una chica muy osada, que escucha jazz y muy conectada con su interior… pero sobre todas las cosas impulsiva. Incluso, creo que estaría en algún Patinando… (risas).

–¿Todo amor debe recorrer el dolor?
–¡¡¡No!!! El amor te da una energía extra, te cambia la cara. Porque también puede ser algo fuerte y no ser amor. A mi edad es diferente; hoy, el amor a primera vista no existe: se construye. Las relaciones son cosas largas… Ya nadie se enamora así, de una.

–¿Los hombres te hicieron sufrir?
–La persona que dice que nunca sufrió lo hace porque no se animó a vivir. Por amor, ¡me crucé el océano a los 21 años! ¡Una locura! Bah, quizás lo volvería a hacer (risas).

–¿Encontraste a tu Romeo?
–No… Pero me divierto mucho sola. No sé si es costumbre o supervivencia, pero siempre encuentro algo para hacer. Igual, es lindo compartir…

–¿No sufrís la exigencia familiar de casarte y dar nietos?
–Les dije que me busquen a alguien para tener un hijo. ¡Me lo piden justo a mí, que estoy sola! ¡Para eso está Guillermina, que tiene pareja! No voy a estar por la calle parando hombres y preguntando: “¿Tenés planes para esta noche? Porque podemos tener un hijo…” (risas). Estar sola no es algo genial, pero la paso bastante bien. Me gusta estar en mi casa, dormir siestas, escuchar música, leer… No lo vivo como algo malo.

Nunca fanfarroneó con el apellido de su padre, ni en los tiempos de más éxito y fama. Heredó su vocación, la actoral, y llegó sin acomodos ni pretensiones. Hoy, en el teatro Beckett, del Abasto, y bajo la dirección de Claudio Martínez Bel, interpreta a la dulce Julieta de Shakespeare.

Nunca fanfarroneó con el apellido de su padre, ni en los tiempos de más éxito y fama. Heredó su vocación, la actoral, y llegó sin acomodos ni pretensiones. Hoy, en el teatro Beckett, del Abasto, y bajo la dirección de Claudio Martínez Bel, interpreta a la dulce Julieta de Shakespeare.

Al igual que Claudio García Satur, admira a William Shakespeare y todas sus obras. El actor fue al estreno de Discúlpame, William, junto a Guillermina (29), su otra hija.

Al igual que Claudio García Satur, admira a William Shakespeare y todas sus obras. El actor fue al estreno de Discúlpame, William, junto a Guillermina (29), su otra hija.

“<i>¡Por amor, me crucé el océano a los 21 años! ¡Una locura! Bah, quizás  lo volvería a hacer (risas)</i>”.

¡Por amor, me crucé el océano a los 21 años! ¡Una locura! Bah, quizás lo volvería a hacer (risas)”.

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