«Hoy pude cumplir el sueño de la Cenicienta» – GENTE Online
 

"Hoy pude cumplir el sueño de la Cenicienta"

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La cosa no empezó muy bien. Era el mediodía del jueves. Mónica (30), dejando pasar las horas en la peluquería de Miguel Romano, esperaba la llegada del trajecito que el vestuarista Diego García Moyano le había confeccionado para su casamiento por Civil. Pasó media hora. Media hora más. Una hora en
tera y ni el trajecito ni Moyano daban señales de vida. Dos y media de la tarde la esperaba el juez de paz. Dos y cuarto la pasaría a buscar Diego (34), su novio. Hasta que, a las dos y diez, Mónica aceptó un traje que Mercedes Romano, esposa de Miguel, le ofreció para cubrir la emergencia. Mientras tanto, García Moyano, en cuya casa se había cortado la luz, dormía con el despertador apagado y el diseño de Ayos colgando en el placard. "Diego llegó, me miró a los ojos y enseguida me di cuenta de cuánto me amaba. Entonces dejó de importarme qué iba a tener puesto, sólo quería ser su esposa".

Lo más grave, sin embargo, aún estaba por llegar: Víctor Ayos, padre de Mónica, fue internado en el hospital
Vicente López como consecuencia de una infección urinaria, y no podría asistir al sí, quiero de su hija. 

Finalmente, poco después de las dos y media, el juez Arturo Pallares llamó a los testigos y familiares que aguardaban en el segundo piso. La tarde terminó entre festejos y repetidas llamadas a don Víctor.

OPERATIVO CASAMIENTO.
El viernes, Mónica Ayos volvió a instalarse en la peluquería de su amigo Miguel Romano. A esta altura, su búnker personal, desde donde salió derechito para la iglesia. Graciela Borges y Susana Giménez, clientas súper
VIP de Romano, se encontraban en el salón. Susana, casi como un gesto de buena suerte para la boda, le cedió a Mónica el privilegiado asiento que ella tiene en la peluquería.

Como una pesadilla interminable, Mónica comenzó a advertir, sobre el filo de las 18, que su vestido (esta vez el de novia, con el que entraría a la iglesia) tampoco llegaba. A las siete menos diez, García Moyano cruzó la puerta de la peluquería. Traía consigo un vestido con 100 metros de tul, mucha organza, crêpe natural, piedras de cristal de roca, canutillos y lentejuelas, además de enaguas de tul y miriñaque, "Ella siempre soñó con un vestido así, por eso eligió un diseño tan principesco. Tardé tres meses en bordarlo a mano", contó García Moyano.

Antes de salir hacia la iglesia, las cábalas de una novia: algo prestado, un cristal de roca para el tocado. Algo rosa: la bombacha, a la cual le puso una cinta azul. Además, llevó dos rosarios, uno viejo que su abuela le regaló y otro flamante. El ramo estaba lleno de hojas verdes y con pocos nardos, bien europeo. Después, hacia la iglesia.

Mónica se subió al Cadillac modelo '55 a las 21:15. Dos hombres de seguridad la acompañaban y Oscar, el chofer con guantes blancos y sombrero, inició la marcha. Los autos la siguieron tocando bocina. Las quince cuadras que separan la peluquería de Romano de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe se hicieron casi a paso de hombre. "Durante mi adolescencia esperaba el colectivo para ir al colegio frente a la iglesia de Guadalupe", le dijo a GENTE, minutos antes de la boda. "Ya pasaron doce años de aquella época. Pellizcame, por favor, para comprobar que todo esto es verdad".

ANTE DIOS. Mónica llegó envuelta en aplausos. Diego Olivera, el novio, y Federico (10), el hijo que Ayos tuvo en su primer matrimonio, se vistieron exactamente iguales, con un jacquet negro que Tito, de Matices, les confeccionó casi idénticos. Los padrinos de Diego fueron sus papás, Teresa y Julio. Y Mónica eligió a su mamá (también Mónica) y a Federico, como los suyos. En el medio de la noche, una ausencia que se hizo notar. 

"Cuando hablé con papá, le pregunté si quería que postergara el casamiento, pero me dijo que ni loco y que mi hijo iba a ser un buen padrino para llevarme hasta las manos de Diego", confesó Ayos.

La historia de amor comenzó hace un año y medio, cuando los dos trabajaban en Matrimonios y algo más. Al principio lo mantuvieron oculto, pero no tardaron en darse cuenta de que les pasaban cosas de verdad. Entonces vino el primer gran test: la convivencia durante una temporada. Prueba superada. El último verano de Mar del Plata, en la arenas donde ella se crió junto a su abuela Juanita, afianzaron su amor.

NOCHE DE BODAS. "Después de separarme del papá de Fede, de haber sido golpeada, humillada por ese hombre, llegué a pensar que no había salida. Hoy, 30 de noviembre, siento que estoy a punto de cumplir el sueño de la Cenicienta; espero que esto no se acabe cuando sean las doce". La palabras de Mónica son pura emoción. 

Entraron al salón de Punta Carrasco a las 24.15. El discjockey la recibió con el tema de la película Tootsie entremezclada con la marcha nupcial. Hubo 300 invitados, y pocos famosos: Carlín Calvo, Jorge Corona, Julieta Prandi, Guido Kaczka, Fabian Mazzei y Graciela Pal, la más divertida de la fiesta. Famosos y no famosos disfrutaron del menú, terrina de champiñones en salsa de miel y jengibre con bouquet de hojas verdes (la entrada), suprema farcie de puerros y queso en salsa suave de azafrán (plato principal) y parfait de naranja con láminas de chocolate, de postre.

EL DIA DESPUES. A las 9.30 se fueron del salón derechito a su departamento del barrio de Tribunales, donde recibieron los regalos de la casa Store & CO, de Santa Fe y Pueyrredón (allí habían hecho la lista de regalos): una reposera de bambú plegable, de parte de Hugo Moser, y un espejo de pared con calas, entre otros regalos. Después fueron a visitar a Víctor Ayos, que ya estaba sido trasladado a una habitación común del hospital Vicente López. "Queremos agrandar pronto la familia", le dijeron a don Víctor. Luego se despidieron y arreglaron todo para poder irse el domingo, a las 3 de la mañana, de luna de miel a Florianópolis, junto a Federico, y ausentarse hasta el 8 de diciembre. Nunca la vida de Mónica Ayos se pareció tanto a la vida que alguna vez soñó.

Por Pablo Procopio y Alejandro Seselovsky
Fotos: Maximiliano Vernazza, Walter Papasodaro y Fabián Uset

Durante su adolescencia esperaba el colectivo para ir al colegio frente a la iglesia de Guadalupe. Ahora, en ese mismo lugar, se casó de blanco y, según ella, con el hombre de mi vida".">

Durante su adolescencia esperaba el colectivo para ir al colegio frente a la iglesia de Guadalupe. Ahora, en ese mismo lugar, se casó de blanco y, según ella, "con el hombre de mi vida".

La iglesia se llenó de aplausos cuando los novios se dieron el sí. Los padrinos fueron los padres de Diego, la madre de Mónica y su hijo Federico, quien, además, llevó los anillos. A la salida y en primera fila, Juanita, la abuela de Ayos, les deseó suerte, emocionada.

La iglesia se llenó de aplausos cuando los novios se dieron el sí. Los padrinos fueron los padres de Diego, la madre de Mónica y su hijo Federico, quien, además, llevó los anillos. A la salida y en primera fila, Juanita, la abuela de Ayos, les deseó suerte, emocionada.

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