«Hoy podemos tener otro Cromañón en muchos lugares de la ciudad» – GENTE Online
 

"Hoy podemos tener otro Cromañón en muchos lugares de la ciudad"

Soy fanático de Vélez, de Rosas y de Perón.

-¿En ese orden?
-Sí: en ese exacto orden.

Diego Pablo Gorgal (28)
es el nuevo secretario de Seguridad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Acaba de reemplazar a su padrino político, Juan José Alvarez, que a su vez es
hombre de Eduardo Duhalde, y tiene que empuñar el timón que, después del
desastre de Cromañón, puso en jaque a la mismísima carrera de Aníbal Ibarra. Es
licenciado en Ciencias Políticas, nació en la Capital pero vivió la mayoría de
sus cortos años en el partido de Almirante Brown, y "tengo que revertir el
calamitoso estado de la seguridad porteña
", dice.

-Algunos pronostican que si la Capital sufre una nueva tragedia, a usted
lo van a culpar doblemente: por la responsabilidad que le cabe y por su
juventud, que suele ser sinónimo de poca experiencia. Porque, como comprenderá,
después de Cromañón ya no hay margen para el error…
-Siempre fui cuidadoso en mis elecciones de vida.

-¿En cuáles y en qué sentido?
-Con mi carrera universitaria: soy licenciado en Ciencias Políticas, y tengo
dos masters: en Gestión de Políticas Públicas en la Universidad Di Tella y
Control y Gestión de Políticas Públicas en FLACSO. Y en estos últimos cinco años
tuve experiencia de gestión tanto en los ministerios de Seguridad tanto de la
Nación como de la provincia de Buenos Aires.

-¿Le parecen suficientes para lo que debe enfrentar? Porque en materia de
seguridad, Buenos Aires está "patas para arriba"…
-Por lo menos tengo la ilusión de ayudar a cambiar el desencanto de la gente
hacia sus representantes. Ese desencanto que la llevó a pedir "que se vayan
todos
".

-¿Por qué aceptó un cargo que puede "quemarlo" en cualquier
momento?
-Porque tengo una profunda vocación de servicio. Nada más ni nada menos.

-Pero en ciertos casos, a la vocación hay que agregarle una piel muy
curtida, y a los 28 años la piel es todavía muy sensible…
-Tengo la piel curtida, créame. Y, por suerte, también tengo formación y
experiencia.

-¿Ya elaboró un plan de acción, o improvisará según soplen los vientos?

-Tengo perfectamente en claro cómo hay que organizar las cosas, y lo voy a
hacer.

-Usted tiene un perfil académico, es docente, escribió libros… ¿Cómo se
concilia ese currículum con la necesidad de meter los pies en el barro para
desarticular, por ejemplo, la corrupción administrativa?
-Con presencia y control de gestión en todos los niveles.

-Disculpe, pero es lo que suelen decir todos los funcionarios cuando
asumen, y después, ya se sabe…
-Mire, analice estos datos: desde el año 2001 en adelante estuve en el
Ministerio de Seguridad de la provincia, y en la Secretaría y en el Ministerio
de Seguridad de la Nación, justamente gestionando políticas de seguridad. No es
poco.

-Usted sabe muy bien que la Argentina es una interna política perpetua.
¿No se siente expuesto o condicionado a ser un fusible de esas internas?
-Aunque no parezca, hoy estamos frente a una circunstancia muy especial: lo
que yo planteo en materia de policía local tiene pocos obstáculos.

-¿Por qué?
-Porque la sociedad percibe que la seguridad es una cuestión primordial,
básica, y exige que en esa materia se hagan cosas. Por lo tanto, hay que
hacerlas. Pronto y bien.

-Caso concreto y casi seguramente cotidiano: ¿cómo enfrenta las presiones
en contra cuando decide cerrar un lugar importante?
-Con la fuerza que da la oportunidad histórica. Hay que avanzar porque hay
conciencia sobre la seguridad y la inseguridad, y punto. No hay vuelta que
darle.

-Las buenas palabras necesitan buenos ejemplos. ¿Tiene alguno?
-Antes, si yo clausuraba el hotel de Alan Faena, (Faena Hotel + Universe),
porque no estaba habilitado, la gente pensaba que era un hecho burocrático. Hoy,
en cambio, piensa que está bien, y que había que hacerlo.

-¿Todos los que trabajan en la Secretaría entraron con usted?
-El grueso, sí. Nuestro equipo está compuesto por gente que viene de la
Justicia y nos acompañó en la gestión los últimos cuatro años, y otra que se
sumó desde el ámbito privado.

-¿Cual será el signo de su gestión?
-Controlar, controlar y controlar. Ese es el cincuenta por ciento del
problema. El otro cincuenta es la responsabilidad individual y empresarial de
adecuarse a las normas, porque no puedo tener un inspector en cada metro
cuadrado de la ciudad…

-¿Va a bajar a la trinchera, va a patrullar usted mismo para controlar el
trabajo de los inspectores? Porque ése es el punto: en la ciudad, y en toda la
Argentina, debería haber un inspector en cada metro…, que controle a cada
inspector. Vivimos sospechando, y con razón…
-Desde el 7 de enero controlamos todo lo que es la calle y la noche. De
jueves a domingo, a las once de la noche se juntan los cincuenta inspectores que
cubren entre la medianoche y las seis de la mañana. Siempre está el coordinador
del área nocturna, y el director general de Fiscalización, el subsecretario de
Control Comunal, el director general de Agencias de Seguridad Privada y yo, que
nos vamos turnando. Y le aseguro que cuando las cosas no se hacen como
corresponden… ¡se escuchan mis gritos!

-¿Cuáles son sus principales preocupaciones?
-Entre varias áreas críticas enumero algunas: la mayor parte de los hoteles,
establecimientos de salud y establecimientos de educación privada tienen
problemas.

-¿No controlan los colegios estatales, ya que el Otto Krause tiene serios
problemas de estructura edilicia?
-No, porque están fuera de nuestra jurisdicción. Eso es responsabilidad de
la Secretaría de Educación de la Ciudad.

-¿Qué otras cosas están en el déficit de la ciudad?
-Que la mayoría de las fábricas y depósitos, los centros de esparcimiento
masivo y los locales nocturnos también tienen problemas.

-¿Casos, cifras, datos concretos?
-Hay mil novecientos geriátricos, y desde enero a la fecha estamos
controlando treinta y cinco por semana. ¡Pero son mil novecientos, y en la
mayoría tenés problemas!

-¿Algún caso de altísimo riesgo?
-En La Paternal encontramos uno que funciona en una casa reciclada y tiene
una sola salida para los veinte viejitos que viven allí. Si pasa algo, ni te
cuento… Y no es el único: hay muchos en la misma situación.

-Pero ¿por qué no se hace nada al respecto?
-Porque todavía no podemos llegar a todos. Te digo más: muchos ni siquiera
están habilitados, y otros… ¡ni declarados!

-Buenos Aires, emergencia perpetua: ése merece ser nuestro slogan. ¿Hoy,
ahora, ya, qué están haciendo a favor de la gente?
-Esta semana vamos a hacer una nueva depuración del cuerpo de inspectores.

-¿Por qué? Aunque la pregunta es obvia…
-Porque, a partir de ciertas informaciones, notamos irregularidades…

-A Ibarra le cuestionan haber pasado a otros sectores a funcionarios que
él mismo separó, y no precisamente por eficientes. ¿Es cierto?
-En nuestro caso, se los separó, pero están en un área a disponibilidad, sin
prestar servicios.

-¿Hay que transferir la Policía Federal al Gobierno de la Ciudad?
-Lo que no tiene que hacer la ciudad es pedirla, y después decir "como no
me la dan, no me preparo para recibirla
". Hay que prepararse, y esperar la
decisión política del traspaso.

-¿Qué va a cambiar con usted en la seguridad de la Capital?
-Bomberos, Policía, el SAME, Defensa Civil y el sistema de salud tendrán las
mismas hipótesis de emergencia y deberán entrenarse como se debe. Por ejemplo,
hace años que no hay simulacros. Por eso vamos a reflotarlos.

-¿Cómo analiza el caso Cromañón?
-Hubo negligencia en el ejercicio del poder de policía por parte del Estado,
e irresponsabilidad empresaria e individual. La Justicia dirá si, además, hubo
corrupción. Nada nuevo: en la ciudad se ve muchas veces…

-¿A usted puede caerle encima otro Cromañón?
-Por supuesto: podemos tener un Cromañón en un geriátrico, un hotel de
pasajeros, un hotel familiar de Constitución, una fachada o balcón de Congreso o
de Montserrat, etcétera.

-¿Qué hace cuando no trabaja?
-Trabajo mucho… Pero a veces juego al fútbol.

-¿Bien, o…?
-Me comparo con el Pepe Basualdo de su mejor época: Vélez del 93. Un tipo de
garra, pero cuidadoso con la pelota.

El flamante secretario de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires en su despacho: un lugar hacia el que hoy convergen todas las miradas y los temores.

El flamante secretario de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires en su despacho: un lugar hacia el que hoy convergen todas las miradas y los temores.

Gorgal es un técnico que estudió en muy buenas universidades y se curtió políticamente -dice- en la provincia de Buenos Aires junto a Juan José Alvarez. Derecha: el miércoles 27, el diputado Ricardo Bussaca condujo una interpelación que el nuevo funcionario enfrentó sin perder la calma. Entre los que le preguntaron estuvo Milcíades Peña, el legislador que perdió su ahijado en Cromañón.

Gorgal es un técnico que estudió en muy buenas universidades y se curtió políticamente -dice- en la provincia de Buenos Aires junto a Juan José Alvarez. Derecha: el miércoles 27, el diputado Ricardo Bussaca condujo una interpelación que el nuevo funcionario enfrentó sin perder la calma. Entre los que le preguntaron estuvo Milcíades Peña, el legislador que perdió su ahijado en Cromañón.

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