“Hoy, para ser una supermodelo internacional, tenés que olvidarte de la noche” – GENTE Online
 

“Hoy, para ser una supermodelo internacional, tenés que olvidarte de la noche”

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Las críticas especializadas del mundo de la moda de Los Angeles, Nueva York, Milán y París coinciden en definir a Bree como “la más rutilante aparición en el mundo del modelaje internacional de los últimos años. Con la generación de Claudia Schiffer, Naomi Campbell y Valeria Mazza en retirada, Bree parece hacer volver los buenos tiempos de las modelos-estrella”. Y no menos dice Sebastián Darcyl, dueño y director de ClickStudio, el estudio fotográfico más importante de Sudamérica (tres pisos en Migueletes al 2300, Belgrano, con equipos hi tec, megatecho corredizo y todos los chiches de última generación), que la invitó para la inauguración de ese templo fashion.

La producción fotográfica para esta nota duró una hora y media, y después de la última toma, el fotógrafo de GENTE dijo: “Bree es súper profesional. Junto con su manager, ella vio mis fotos para conocer mi estilo. Luego hablamos sobre la idea de cada foto y nunca se negó a lo que le pedí. Además, aprobó muy entusiasmada el vestuario y los decorados: ropa negra, fondo gris. Al principio ella quería fotos en blanco y negro, pero no quisimos desaprovechar su sinfonía de colores: piel muy blanca, ojos azulados y pelo renegrido”. Ojos que tienen especial magnetismo, y que sugieren un mix entre otros ojos célebres: los de Liz Taylor y los de Sharon Stone (las dos piscianas, lo mismo que Bree).

Pero más allá de esto, ¿quién es Bree Conden, o sólo Bree, como la llama el mundo de la moda? Nació el 3 de marzo de 1986 en Newport Beach, California. Medidas perfectas, dignas de la Divina Proporción de Leonardo Da Vinci o Luca Pacioli: 90-60-90. Altura: 1,77. Familia: muy especial. Trece hermanos, de los cuales diez son adoptados… y de distintas razas.

–¿Cómo se formó esa familia, Bree?
–Mis padres son extraordinarios. Profesores universitarios, librepensadores y capaces de dar infinito amor. Primero tuvieron tres hijos, y al saber que no podían tener más, adoptaron a los otros diez.

–No tuviste una infancia solitaria, precisamente…
–¡No! Fue como estar siempre de vacaciones. Juegos y deportes todo el tiempo. Todos jugamos al fútbol, y te juro que soy muy buena mediocampista. Nos criaron con mucho amor, y esa manera de ver el mundo me ayudó mucho para adaptarme a los viajes y a las culturas que frecuento en mi carrera de modelo.

–¿Cómo empezaste esa carrera?
–Mi madre me llevó de la mano a mi primer casting. Tenía diecisiete años…

–¿Cómo diste el gran salto a la súper vidriera del mundo de la moda?
–Cuando empecé con Guess, hace un año y medio. La semana pasada hicimos las fotos de la nueva campaña…

–¿Te sorprende un ascenso tan rápido?
–Muchísimo. En Los Angeles, mi ciudad de toda la vida, hay dos gigantografías con mi foto, y a veces las miro como si esa chica que está allí fuera otra, no yo…

–¿Hay alguna tapa que todavía no conquistaste?
–Sí. Me gustaría aparecer en la de Sports Illustrated, que a las chicas norteamericanas que hacemos deportes es la que más nos gusta. Primicia: ¡ya estoy citada para la próxima!

–¿Tu carrera cambió mucho tu vida?
–Vivir en California es vivir en uno de los mejores lugares del mundo. Belleza natural, mucho deporte, clima perfecto. En mi familia, además de fútbol, todos hacemos surf. Pero viajar me abrió mucho la cabeza…

–¿Tenías una idea previa sobre la Argentina?
–No. Y estoy muy sorprendida. En este país hay un nivel cultural europeo.

–En los años noventa hubo una extraordinaria generación de modelos: Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Naomi Campbell, que están algo retiradas, y sin recambio. ¿Se terminaron las supermodelos?

–Sí, es así. Aquellas modelos eran tanto o más celebridades que las estrellas de cine. Fueron realmente divas de la pasarela. Las industrias de la moda y del espectáculo comprendieron que allí había una veta extraordinaria, y potenciaron el fenómeno. Las que llegamos después sólo nos dedicamos a hacer nuestro trabajo: no estamos tanto en la noche o en los grandes eventos extra moda.

–El escándalo de Kate Moss por su adicción a las drogas sugirió, para muchos, que las modelos de alta gama llevan una vida disipada. ¿Es así, o se trata de una fantasía?
–Sentí mucha pena por Kate, que siempre tuvo un estilo único... Pero, sinceramente, creo que no es la norma, y que una puede mantenerse totalmente al margen de ese peligro.

–Muchas modelos se quejan. Dicen que su carrera implica sacrificar muchas cosas. ¿Es realmente así?
–Bueno, soy muy apegada a mi familia, y me resulta difícil pasar mucho tiempo alejada de mi casa. Pero tengo una ventaja: no estoy casada ni en pareja. De todos modos, es una vida difícil. A veces, en lugares remotos de Africa, por ejemplo, o del Lejano Oriente, ni siquiera es posible hablar por teléfono…

–¿Cuál es tu secreto profesional, si es que tenés un secreto?
–Saber adaptarme. Y otro secreto: ponerme de acuerdo con el fotógrafo antes de empezar la producción. Porque somos dos profesionales, tal vez tenemos estilos diferentes, y es imprescindible evitar cualquier tipo de choque. Me pasa todo el tiempo, porque lo que quiere un fotógrafo puede ser totalmente opuesto a lo que quiere el fotografiado.

–¿Quién es, hoy, tu modelo más admirada?
–Sin duda, la brasileña Adriana Lima. Pero las chicas argentinas son bellísimas: te das cuenta con sólo caminar un rato por Buenos Aires, y comprendés por qué hay aquí modelos tan lindas. Por eso, cuando Sebastián Darcyl me propuso hacer campañas publicitarias en la Argentina y Chile sentí mucho orgullo.

–¿Vas a ir en verano a Punta del Este, como se rumorea?
–¡No me animo!

–¿Por qué?

–Porque me dijeron que allí se juntan las mujeres más lindas del mundo.

–Bueno, no vas a desentonar…
–¿En serio? ¿Te parece?

Lo tiene todo. Y además, “<i>la cámara la adora</i>”, como dicen los expertos. Con esas armas cautivó a los popes del fashion internacional, y hoy está en la cumbre.

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“<i>Las chicas argentinas son bellísimas. Caminando por Buenos Aires y mirándolas comprendo por qué las modelos de ustedes llegan tan alto</i>”

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“<i>Mis padres son profesores universitarios. Tuvieron tres hijos, y como no pudieron tener más y querían dar mucho amor, adoptaron a diez más</i>”

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