“Hoy no puedo tener fantasías ni con una star de Hollywood” – GENTE Online
 

“Hoy no puedo tener fantasías ni con una star de Hollywood”

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No sabes cómo lamento que mi español no sea fluido! He estado casi tres días cerca de una de las mujeres más bellas del mundo y no he podido decirle algo seductor. La gran barrera entre nosotros ha sido el idioma”, se sincerará en dos días el hombre conocido en todo el mundo como Jack Bauer, personaje que incluso trascendió su propio nombre: Kiefer Sutherland (40). De saco oscuro, camisa celeste y botas tejanas, en menos de seis años este inglés se convirtió primero en el actor preferido por los estadounidenses, y más tarde conquistó el mundo con su serie 24. A su lado aparece una de nuestras divas de exportación: Araceli González. El propio Kiefer, o “¡Jackie Bauer!” como le gritan miles de fans brasileños, acaba de entregarle un ramo de flores –lilium, calas y alelíes– que costó cerca de trescientos dólares. Estamos con ellos en el estadio Vivo Río, una suerte de Luna Park carioca. Mil quinientos invitados vip –en su mayoría locales, entre ellos directivos de la compañía automotriz que los contrató, empresarios y actores– llegaron para presenciar el lanzamiento del nuevo Critröen C 4. El comercial –que se grabará en estos tres días y se emitirá a partir de julio en toda Sudamérica y países de habla hispana– será protagonizado por uno de los actores del momento y por la argentina más sexy.

–Araceli, ¿le preguntó a Suar qué le parecía la propuesta?
–...La propuesta la charlé sólo con mi representante (Diego Farrel). Siempre es así: nos sentamos, lo charlamos y lo resolvemos nosotros. Lo de Kiefer fue una sorpresa. Lo supe hace sólo treinta días. Pero como era un secreto, tuve que guardarlo durante un mes. Y la verdad es que lo hice muy bien, porque no se enteró nadie. Me dijeron que no hable y yo no hablé.

–Algún machista pensaría que ésa es una misión imposible para una mujer...
–Puede ser. ¿Pero sabés cómo se resuelve? Cuando tenés muchos años de terapia vas aprendiendo a callar algunas cosas.

–En el exterior, ¿extraña el acoso de la gente o siente alivio?
–Es que para mí está todo bien, porque no me hago cargo de eso. No estoy todo el tiempo pendiente: “¿Me reconocerán, no me reconocerán?”. Es cierto que no es lo mismo, pero en Buenos Aires la gente no es avasallante, me respeta. Tal vez en la época de La banda del Golden Rocket era más asfixiante, pero se trataba de adolescentes. Hoy la gente te ve como un familiar más: haciendo compras con tus hijos... ¡o discutiendo con ellos! Enojada o put… cuando manejás. Debo confesar que put… muchísimo.

–¿Y qué le dicen los hombres cuando los insulta desde el auto?
–Me mandan a lavar los platos. Ellos no entienden que una puede ser buena lavando los platos y manejando.

Un partenaire de lujo. Antes era el hijo de Donald Sutherland. Ahora todos lo conocen por su nombre, Kiefer. Pero en el mundo y en la logia de fanáticos de su serie televisiva es simplemente Jack Bauer, el agente de la Unidad Antiterrorista. Una serie en tiempo real (de ahí su nombre, 24: cada episodio muestra lo que ocurre en un día completo), que desde hace seis años se ha convertido en el gran éxito de la tevé mundial. Pero Kiefer también se hizo popular por sus conquistas amorosas. Camelia Kath, Kelly Win y Julia Roberts –que en 1991 lo plantó cuando él la esperaba para subir al altar– son sólo algunas de las bellas que ocuparon su corazón. Kiefer, ha confesado, también fue adicto a la cocaína. Pero ahora jura que su único vicio son las mujeres, el trabajo (la grabación de su serie le demanda diez meses del año)... y el patinaje sobre hielo.

Más allá de su cachet de cuarenta millones de dólares –que lo convierte en el actor mejor pago de los Estados Unidos– el protagonista de la serie estrella de Fox se muestra accesible. No tiene problema en firmar autógrafos y repartir algunos besos cuando camina hasta su auto blindado, rodeado por cinco men in black que lo siguen como perros sabuesos. En 24, Jack Bauer es un agente polémico que, si es necesario, usa métodos sucios para conseguir sus objetivos. Eso le trajo problemas con el ejército estadounidense, que cree que su programa es “una mala influencia para los soldados de la patria”. “¿Por qué no se fijan cómo se han portado con la gente de Abu Ghraib, en Irak?”, les contesta, ácido, Sutherland. “Aunque quisiera librarme de Jack Bauer, él siempre viene conmigo”, agrega. Su personaje lo sigue de tan cerca que, durante la conferencia de prensa, una cronista brasileña le pidió “consejos a Jack Bauer para combatir el delito y las drogas en las favelas de Río”.

Luz, cámara… ¿pasión? El sábado 7 de julio comenzó a grabarse el comercial en San Pablo. La elección de Araceli como la imagen femenina del Citröen C4 dice mucho. Sobre todo teniendo en cuenta que en la terna aparecían nombres como los de Angelina Jolie y Monica Bellucci. Los productores eligieron a nuestra diosa por su imagen de mujer sexy pero familiar. “Y porque es una actriz que ha logrado una gran identificación en todos los ámbitos”, aseguran. A la hora de inclinar los votos, pesó a favor de Araceli su sencillez y su estilo. Frente a Mónica Bellucci ganó porque “despierta una imagen fresca y más familiar que la italiana”, dijeron. Ante Angelina Jolie, en razón de que “no tiene aires de diva”. Y otro motivo –aunque no se confirme oficialmente–: la esposa de Brad Pitt habría pedido algo así como un millón de dólares –cifra que no estaba contemplada en ningún presupuesto– para dar el sí y viajar a Brasil.

Ahora la elección ya está hecha. Y la pareja actoral está en San Pablo lista para el rodaje. Araceli y Sutherland conversan arriba de un C4 cerca de la Catedral paulista, en la esquina de Rua Doctor Falcao y Libera. No parece haber juegos de seducción. El le pregunta primero: “¿Mejoraste del cólico renal que me dijeron que sufriste justo antes del viaje?”. Como se ve, averiguó todo sobre Araceli. Al rato, discreto y super caballero, le pregunta si ella tiene hijos. Ara le habla de Florencia y Tomás. Kiefer se sorprende de que tenga una hija de 20 años. Y le cuenta orgulloso: “Yo también tengo una hija grande. A los 19 años ya me hizo abuelo”.

Ara luce un top gris de Trosman y un pantalón chupín de María Vázquez. Kiefer la mira de reojo y se maldice, entre medias sonrisas, por esa barrera invisible que le pone el idioma. Araceli no tiene ese problema: hace un tiempo empezó a estudiar pensando en las nuevas puertas que le puede abrir la actuación si decide asomarse al mundo: “Empecé a estudiar francés con mi hija, Flopy. Con el inglés no me llevo muy bien. Lo bueno es que me mandé a conversar con Kiefer sin darme cuenta, por la necesidad de comunicarme. ¿Habrá entendido algo? Por dentro me preguntaba: ‘¿qué hago con este hombre grabando un comercial?’”, recuerda ahora.

–Kiefer se declara un gigoló. ¿No intentó un acercamiento más íntimo?
–¡Nooo! Fue muy profesional, un caballero. Además, si es un gigoló no sería mi tipo de hombre. No son los que me llaman la atención. Hablamos bastante: me preguntó si tenía hijos, se preocupó por que me sintiera cómoda y por mi estado de salud.

–Araceli, siguiendo con el rubro automotor: ¿el auto es un buen lugar para una noche de pasión?
–¡Obviamente! (ríe) El tema es que en los tiempos que corren los bosques de Palermo se han vuelto muy transitados y algo peligrosos… ¡Ya no se puede ir para esos lados! El beso o la chapada en el auto era típico de mi época de adolescente…

–¿Ya no tiene esas fantasías?
–El auto es la fantasía de muchas personas. En mi época no existían los asientos reclinables. ¿Sabés lo que era vivir una historia adentro de un Fiat 600?

–¿No la movilizó ni un poquito tener tan cerca a un superstar de Hollywood?
–Está claro que Kiefer Sutherland me parece un tipo interesante. En mi casa somos fanáticos de 24 y él es su protagonista y productor. Pero no me ha pasado nada para que te diga: “Negrito, dejo la Argentina, me caso en Los Angeles con Sutherland”. Ja, ja, ja…

¿Qué tendrá el petiso?
¿Cómo lo definiría? Como todo productor petiso, Kiefer no para de dar órdenes!”, dice Araceli sobre su partenaire. Y se ríe cómplice cuando le preguntamos si está haciendo comparaciones: “Hablo con conocimiento de causa, negrito. ¿Tenés alguna duda?”, contesta y vuelve a reír.

En julio se estrena la publicidad del C4 en casi toda América Latina, mes que encontrará a la mujer que interpretó a Gabriela Solís en la versión vernácula de Amas de casa desesperadas presentando su nuevo libro de cuentos para chicos (su personaje es una nenita llamada Ada) en la Feria del Libro Infantil. Multifacética, llena de proyectos, con una nueva apuesta a su pareja con Adrián Suar, a los cuarenta años parece haber acomodado su vida.

–Araceli, finalmente parece que rehizo su vida junto a Suar. ¿Qué puso en la balanza para decidirse?
–Creo que aprendí a madurar muchas cosas, a darme cuenta de que las cosas son más flexibles. Cuando sos más joven no es tan fácil, porque sos más kamikaze. Es algo que entiendo cuando veo a mi hija: para ella es todo blanco o negro. Aprendí a manejar los matices, producto de haberme replanteado muchas cosas. Y puse en la balanza: “¿Qué es lo que realmente vale la pena en toda esta historia?”. De ahí salió la decisión.

–¿El balance fue reincorporar a Adrián a la familia?
–Es un tema que hablaba la otra noche. Cuando una pareja se separa, lo primero que se piensa es que perdió la familia. Pero cuando uno vive con sus hijos, ésa es la familia. Lo que traté en ese tiempo fue resguardar eso, que ellos lo sientan.

–Está claro, porque ni siquiera ahora se permitió fantasear un poquito con Sutherland…
–Creo que hoy, si me pusiera a fantasear con otra persona, aunque sea una star de Hollywood, estaría en problemas. Tal vez haya gente que pueda hacerlo o tal vez yo sea muy rara. Pero, te digo la verdad: hoy no podría pensar en vivir una aventura. Los dos salen del Hotel Othon Palace en San Pablo para grabar el comercial. Kiefer se lamenta “por no saber español para poder decirle algo seductor”.

Los dos salen del Hotel Othon Palace en San Pablo para grabar el comercial. Kiefer se lamenta “por no saber español para poder decirle algo seductor”.

“¿Qué hago yo con este señor y, encima, actuando?”, se pregunta Araceli en el C4. Y, entre risas, dice: “La verdad, no lo puedo creer… pero está bueno no poder creerlo”.

“¿Qué hago yo con este señor y, encima, actuando?”, se pregunta Araceli en el C4. Y, entre risas, dice: “La verdad, no lo puedo creer… pero está bueno no poder creerlo”.

La gala de presentación en Brasil. Sutherland le regaló un ramo de 300 dólares y dijo haber quedado maravillado por su belleza. La argentina será la imagen de Citröen en Brasil, donde el mercado de ventas de la firma supera en  20 mil unidades al de la Argentina. Kiefer es un gran ídolo para nuestros vecinos.

La gala de presentación en Brasil. Sutherland le regaló un ramo de 300 dólares y dijo haber quedado maravillado por su belleza. La argentina será la imagen de Citröen en Brasil, donde el mercado de ventas de la firma supera en 20 mil unidades al de la Argentina. Kiefer es un gran ídolo para nuestros vecinos.

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