“Hoy mi gran apuesta es la familia, no mi cuerpo” – GENTE Online
 

“Hoy mi gran apuesta es la familia, no mi cuerpo”

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Puede prescindir del apellido y los preludios, y aunque no camine desde hace rato las pasarelas, en todo el mundo es un ícono de la moda. Pocos recuerdan que nació como Valeria Raquel Mazza Ferreira (Rosario, 17 de febrero de 1972), porque para todos es Valeria a secas. Una marca registrada en los noventa, la era de las supermodels, junto a divas como Claudia Schiffer, Carla Bruni, Naomi Campbell, Kate Moss, Eva Herzigova…

Hoy, 18 años después, es un referente. Una firma, un estilo, una fábrica creativa (de perfumes, cremas y etcétera de belleza, un libro –¿Qué me pongo?, 25 mil ejemplares vendidos en poco más de un mes–, y coming soon, su línea de anteojos) que atraviesa la frontera fashion. Y, extraño caso en estos tiempos, sin el empujón del escándalo mediático, sin rating (hizo un vuelo rasante por la televisión de estas latitudes, pero su pantalla exitosa fue en Italia, para la RAI), sin siliconas, sin inventario de ex amores. Hace también dieciocho años que es mujer de un solo hombre: Alejandro Gravier, 44, antes novio, hoy marido, padre de sus cuatro hijos y alto ejecutivo de la marca Valeria.

Taína cumplió seis semanas y desde los brazos de Emily, su nanny australiana, sobrevuela el estudio Machado-Cicala. Sus ojos rasgados –sello Valeria– enfocan las luces y el vestido rojo furioso de mamá, un Valentino largo hasta el piso. “Me marca los salvavidas”, se queja Valeria como cualquier mujer en pleno posparto. Ya no pesa 54 kilos como cuando hizo su primera tapa de GENTE, el 5 de enero de 1992, pero no piensa develar cuánto marca hoy la balanza, y lanza una carcajada para salir del tema, otra marca Valeria. Posa, va y viene, amamanta a la beba, habla por teléfono, organiza la Primera Comunión de su hijo mayor, Balthazar (9)… Y, por fin, se tranquiliza para hablar.

–¿Te da bronca no tener el mismo cuerpo que a los 20?
–(Se ríe). No, no me deprime, así es la vida. Tengo muy claro que el embarazo te cambia el cuerpo y mucho, y ya voy por el cuarto hijo y tengo 36 años. Recuperar la figura requiere de más tiempo y esfuerzo, pero todo vuelve a su lugar. ¡Espero! A decir verdad, no tengo la presión de tener que bajar de peso en tiempo récord, ya no necesito demostrarle nada a nadie. Quiero estar y verme bien, reconocerme y usar mi talle, como cualquier mujer, pero…

–¿La imagen dejó de ser tu prioridad?
–Hoy mi gran apuesta es la familia, no mi cuerpo. Vale la pena tener hijos: te dan un amor enorme e incondicional. Llegué a casa con Taína en brazos y lo único que quería era ocuparme de la adaptación del resto de los chicos, de nuestra convivencia, de acomodarnos, de que todo funcionara. Quiero que los cuatro crezcan felices, sanos, que sean buenas personas, educados, deportistas. Benicio, que tiene tres años, es el más celoso de Taína. Pero creo que está todo bajo control, volviendo a su normalidad.

–¿Llorás durante el posparto?
–Con Taína tuve menos depresión que con los anteriores, en los que lloré como una loca. No sé si habrá alguna cuestión hormonal. Este posparto no lo vivo con angustia.

–¿Vas al analista?
–No. Cuando estoy emocionalmente mal, hablo con Alejandro, recurro a mi mamá, a mis amigas... o doy entrevistas. Me dedico a los chicos: ésa es mi mejor terapia. ¿Qué querés que te diga? Me siento completa, feliz, muy contenida y con una familia divina. En lo laboral tengo sueños y proyectos, que no voy a postergar por la maternidad. La clave es saber organizarse.

–¿Sabés?
–Creo que sí (risas). Al principio suelo sentir que no me dan los brazos, pero por suerte tengo paciencia y dedicación, virtudes fundamentales para llevar adelante una familia grande. Y mucha ayuda. Taína coopera, a pesar de que es muy chiquita. Es súper buena, dulce, tranquila. Se siente la energía femenina por toda la casa.

–¿Pintaste todo de rosa?
–Yo no era la típica mujercita romántica. Esa era Carolina, mi hermana. Pero Taína me sensibilizó: la casa Gravier-Mazza se llenó de flores, moños, volados, muñecas y hasta zapatillas de punta.

–¿La cuna también es rosa?
–La cuna es la misma que usaron los tres varones, pero la hice pintar de rosa.

–¿Estás de vuelta?
–En realidad, nunca dejé de trabajar. Ahora estoy haciendo las fotos para la gráfica de mis anteojos (gafas de sol y recetados que presentará en el Palacio Duhau el 4 de julio), y durante el embarazo escribí el libro. Soy detallista y obsesiva, me gusta meterme en el diseño, los logos, el seguimiento del producto... Y ahora que estoy más o menos acomodada en casa, también me ocupo de mí y de mi cuerpo, pero sin enloquecerme.

–¿Cómo?
–Tengo trainer: salgo a caminar y a correr tres veces por semana, hago natación, juego al tenis, y como en cada posparto, me atiendo con el doctor Carlos Pisanú, que me hace tratamientos de última generación, pero sin cirugías.

–Algo hacías...
–(Risas) Durante los embarazos engordo un montón, me inflo de la cabeza a los pies, me relajo, disfruto y como mucho. Ahora viene el después, y en eso estoy, pero sin convertirme en una esclava de mi cuerpo.

Producción: Vicky Miranda
Peinó Diego Impagliazzo. Maquilló: Regina Kuligovsky con Regina Cosmetics. Agradecemos a Milagros Resta, Almacén de Belleza, Ménage à Trois, Valentino, Archetype, Luna Garzón y Ricky Sarkany.

Dieciocho años pasaron de su desembarco en las pasarelas del mundo. Hoy es una marca registrada, con éxito garantizado. Perfumes, cremas, libros y ahora… gafas.

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“El embarazo te cambia el cuerpo, y ya voy por el cuarto hijo. Recuperar la figura requiere tiempo y esfuerzo, pero todo vuelve a su lugar”

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“Vale la pena tener hijos: te dan un amor incondicional. Quiero que crezcan felices, sanos, que sean buenas personas, educados, deportistas”

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