Sensual e hiperkinética como siempre, Luisana Loreley Lopilato (19) arranca contando que sus vacaciones se acabaron hace más de un mes, y que volvió “con todo, a llenar cada casillero vacío de mi agenda”. Comenta que se levanta a las 7 de la mañana, se sube a su bicicleta y pedalea hasta Parque Saavedra, donde hace una rutina de ejercicios para tonificar su cuerpo. Que después vuelve a su casa, desayuna y parte para ir a grabar El capo, la ficción que acaba de lanzar Telefe. Y que a continuación (los jueves, viernes y sábados, ya que los domingos lo hace al mediodía) conduce su auto hasta el Teatro de la Ribera para interpretar a Clarisa en Arlequino, servidor de dos patrones. Claro que no es lo único: continúa sus clases de saxo, canto y actuación; no pasa domingo sin ir a la iglesia junto a su familia y acaba de inaugurar un departamento de tres ambientes –que decoró ella misma– en Parque Chas, “y que uso para ensayar y para encontrarme con mis amigos”. ¿Sólo amigos o también con el tenista Juan Mónaco, su novio? “No quiero pasármela hablando y dando detalles de lo que le sucede a mi corazón. Si te sirve, poné que hoy el amor ocupa un cien por ciento de mi vida, y punto… ¿Por qué mejor no charlamos de mi trabajo?”.
–Okay, empecemos hablando de tu trabajo. Después vemos… ¿Tu Ornela de El capo se parece a vos?
–Sí, es una mujer bastante movediza. Imagináte: trabaja como public relations con su hermana (Gianella Neyra), mientras su papá (Hugo Arana) contrata gente para que no suframos y sintamos que vivimos en un mundo de fantasía.
–¿Tu familia, la real, también te hizo creer que vivías en un mundo de fantasía?
–No, mi familia siempre me hizo vivir el mundo real. Mis padres me enseñaron que esta profesión te da y te saca un montón de cosas, pero también respetaron mi vocación. Yo siempre supe que quería ser actriz, y ellos sólo me exigieron que terminara la secundaria. A partir de allí comprendieron mis prioridades y me ayudaron a concretar mis sueños.
–¿Sos consciente de que tu existencia dista bastante de la de una adolescente común de tu edad?
–Sí, en quinto grado yo ya andaba con mi billetera en el bolsillo. Crecí trabajando con gente grande. Tengo mi auto y mi departamento. Quizá, por eso, parece que vivo la vida más rápido. Sin embargo, me siento una mujer madura que sigue priorizando los sentimientos.
–¿Y por qué la mujer madura no se anima a dar el gran salto y se muda sola?
–Porque en mi casa me siento cómoda. Está bueno llegar y encontrarte con tus afectos, la comida hecha y una madre repitiéndote: “Dejá de hacer cosas. ¡No te veo nunca!”. Además, soy chapada a la antigua. Para mí “la familia es lo primero”. Por eso no acepto hacer desnudos. No van conmigo. Aparte, se puede ser sexy sin necesidad de tener que mostrar todo.
–¿Para qué usás tu búnker…, perdón, tu departamento de soltera?
–Para juntarme con mis amigos, porque en la casa de mis viejos están haciendo reformas. También tengo una habitación para tocar el saxo y no jorobar a nadie.
–¿No pensás que tu novio estaría agradecido si decidís…?
–Y dale con eso (ríe)… Yo estoy bien así. Tan bien que ya no voy al psicólogo. Sólo paso por terapia al principio o a fin de año para un balance o cuando debo tomar alguna decisión importante.
–Para el caso, ¿debutar en teatro con un clásico de Carlo Goldoni, el eterno dramaturgo italiano del siglo XVIII?
–No. La verdad, hace años quería ponerme a las órdenes de Alicia (Zanca). Me preparé con gran responsabilidad. Y creo que no me llamaron sólo por ser la chica de la televisión. Hice un casting, fui a clases de foniatría, apliqué lo que vengo aprendiendo con Julio Chávez desde hace dos años y mis conocimientos de danza para manejar mejor mi cuerpo, y aunque quizá no esté tan canchera como alguien más experimentado en teatro, pongo todo para hacer reír al público.
–Nombrabas a la chica de la televisión. Te cambio la definición: la mujer de la tevé con más rating en 2006, 40 puntos en total. ¿Eso presiona?
–No. Aunque me gustaría que la gente me siga acompañando, tampoco quiero esforzar tanto mi cuerpo. El año pasado terminé exhausta. Entre Casados con hijos y Alma pirata entraba a grabar a las seis de la mañana y terminaba a las diez de la noche. Ahora elegí mechar un poco y no pensar en el futuro. Prefiero disfrutar el momento. Algunos críticos no se dan cuenta de que hay muchos adolescentes que se acercan al teatro para ver a su artista de la tele, y que nosotros, los actores salidos de ahí, también podemos animarnos a un clásico y a hacer reír. Me gusta cómo la vengo llevando. Por eso, si me apurás, te digo que para mí Florencia Peña es la reina de la comedia y yo la princesa.
–Pero los productores no sólo eligen por talento…
–No me siento una rubia tonta de ojos azules, aunque muchas veces me hago la tonta, y digo en chiste: “¿No ves que soy rubia y no entiendo…?”. La imagen te ayuda, pero en este trabajo, si no acompañas tu figura con un poco de talento y perseverancia, no durás. A mí no me importa ser famosa, me interesa ser una actriz completa. Por eso, además de teatro, canto, baile y música, ando con ganas de estudiar producción y dirección de cine. Nunca no me vence un “no se puede”. Me gusta apostar fuerte.
–¿Por el amor también apostás?
–Siempre. No concibo la vida sin amor. Y no hablo únicamente del amor de pareja. Me refiero, además, al amor por la vida, por los más chicos. Por eso con mi familia queremos abrir una fundación. Ojalá podamos concretar este sueño antes de fin de año.
–Luego de cortar con Felipe Colombo comenzaste a salir con Mariano Martínez. Terminó el noviazgo y apenas a los cinco meses empezaste tu relación con Juan Mónaco. ¿No te bancás estar sola?
–Me banco, pero no me gusta. A mí me encanta compartir. Igual, en el período en que no estuve de novia aproveché y salí a full con mis amigas. Por suerte, ahora estoy muy bien y puedo combinar las cosas.
–¿Cuál es el rasgo que más valorás en una relación?
–La confianza. Si se pierde la confianza, se pierde la magia… Ya nadie se pone celoso cuando tengo que besar a alguien en la ficción.
–La dejás picando. Cuando hablás de “nadie”, supongo hablás de...
–Nada de picando. No quiero hablar más del tema, ni de nadie. Estoy muy bien. Por eso ahora prefiero conocer a gente que no tenga que ver con el medio y que sea de mi edad, para enamorarnos y pensar un futuro juntos de verdad.
95-56-83, belleza, talento. Y una frase de su cosecha: “El año pasado terminé exhausta. Entre Casados con hijos y Alma pirata entraba a grabar a las seis de la mañana y terminaba a las diez de la noche. Ahora elegí mechar un poco y no pensar en el futuro. Prefiero disfrutar el momento”.
“Me banco estar sola, pero no me gusta. A mí me encanta compartir. Igual, en el período en que no estuve de novia aproveché y salí a full con mis amigas. Por suerte ahora estoy muy bien y puedo combinar las cosas”
Hace medio año que sale con el tenista Juan Mónaco. No quiere hablar demasiado del tema. El la acompaña todo el tiempo. “No quiero pasármela hablando y dando detalles de lo que le sucede a mi corazón. ¿Por qué mejor no charlamos de mi trabajo?”, pide la muchachita que, sin embargo, dejó a lo largo de la nota varios datos dando vuelta sobre el tema.
