«Hice 80 denuncias y la perimetral no sirvió»: Corina Fernández recibió tres disparos de su ex pareja y hoy acompaña a víctimas de violencia de género – GENTE Online
 

"Hice 80 denuncias y la perimetral no sirvió": Corina Fernández recibió tres disparos de su ex pareja y hoy acompaña a víctimas de violencia de género

Denunció a su ex pareja y a pesar de que la Justicia indicó una restricción de acercamiento, él seguía acechándola. Vivía con miedo, hasta que él acabó dándole tres disparos. Asegura que la salvó cruzarse con las personas indicadas y desde entonces trabaja para contener a víctimas de violencia y sacar de ese círculo a las mujeres. Sabe que es posible sanar.  

Corina Fernández llevaba a sus hijas al colegio igual que cada mañana, con un mix de emociones y responsabilidades opacadas por el miedo constante ante el peligro de ser atacada por su ex pareja, Javier Weber. Era el 2 de agosto de 2010. Recibió tres disparos. Y su vida cambió para siempre.

"Yo vivía en Palermo. Me había ido de nuestra casa en Flores. Sabía que a él le tomaba una hora ir de un barrio al otro, entonces lo que hacía era llamar a la que había sido mi casa: si me atendía, sabía que tenía una hora para circular sin miedo", comenta al pasar. Ese día él la interceptó disfrazado de anciano. Tenía una medida de restricción perimetral, ya que Corina llevaba meses realizando denuncias por violencia. Pero como en el caso de Úrsula Bahillo y el de Guadalupe Curual, acá tampoco sirvió la medida judicial.

A diferencia de estos últimos dos casos que conmovieron al país, el de Corina no sumó un nombre a la larga lista de femicidios. Se salvó. Y está convencida de que fue por una razón: "Siempre digo que creo que me salvé porque ésta era mi misión". Hace dos años se presentó una película con su historia, titulada No me mates.

Con el tiempo logró sanar. Las heridas de las balas y el dolor de las agresiones a las que había sido sometida durante años. Graciela Ferreira, presidenta de la Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar la acompañó en el proceso, que derivó en la fundación de una ONG para acompañar y asistir a mujeres que atraviesan situaciones de violencia.

Desde Hay Una Salida, la ONG que dirige y que forma parte de la red de la AAPVF, acompañó a más de 200 mujeres en riesgo. "En líneas generales el tipo de mujeres que atendemos suele estar en una relación tóxica o con parejas violentas, o tienen ex parejas violentas con las que no está funcionando el tema de la perimetral, que es el tema de la semana", señala en tono de alerta. Consciente de que las respuestas que da el Estado hoy no son suficientes para acabar con la violencia o proteger a las mujeres en riesgo.

"Miramos la violencia desde las neurociencias"

Corina habla desde su experiencia, pero también se formó pàra brindar una mejor asistencia a quienes lo necesitan. "Trabajamos desde las neurociencias, donde se entiende que la violencia es el punto de encuentro del maltrato infantil. Hay un 70 por ciento de las mujeres que se va a la sumisión y un 70 por ciento de los hombres que se convierte en violento. No quiere decir que no haya hombres sumisos o mujeres violentas, pero en general se desata de esa forma", afirma. Es consciente de que su mirada puede ser cuestionada por quienes levantan banderas extremistas, pero sabe perfectamente de lo que habla: ella misma fue víctima de violencia y luego acompañó a muchas mujeres en el proceso de salida de situaciones de violencia y abuso.

"En más de 200 mujeres a las que yo he acompañado, ninguna tiene una historia de infancia feliz. Y en los hombres pasa lo mismo. Los hombres que asisten a los grupos de recuperación tampoco tuvieron una infancia feliz. Nadie que sufra o ejerza violencia viene de una historia feliz. Suelen haber tenido infancias bastante complicadas", sentencia.

Y vuelve al método que aplican en la ONG Hay Una Salida y también en los grupos de hombres coordinados por especialistas de la AAPVF. "Trabajamos desde las neurociencias. Partimos de la explicación de qué es lo que pasa en el cerebro y por qué pasan estas cosas. Hay una amígdala, encargada de las emociones, que almacena recuerdos de la infancia y quedan guardadas en el inconsciente. Hay mujeres que, como un mecanismo de defensa, no recuerdan nada de su infancia: el cerebro 'borra' lo más doloroso para que uno pueda vivir una vida medianamente tranquila. Pero eso está ahí y cuando ese momento se hace consciente, se vive en presente, duele en presente".

"Somos seres emocionales", insiste. Y agrega: "Siempre la emoción se va a imponer. Vemos cómo se desencadena la violencia. El origen puede estar en situaciones traumáticas vividas en la infancia y eso se va a trasladar a la juventud y a la adultez", detalla. "Un ejemplo podría ser un varón al que su madre siempre le dijo 'maricón'. De grande, él tiene una novia y ella porque sí le dice 'maricón': él le devuelve una trompada. La reacción sale porque la amígdala se activa".

Explica que esa memoria emotiva y la necesidad de descarga se ponen en juego para que un hombre apuñale 20 veces a su ex pareja: "Después de la segunda puñalada Martínez ya había matado a Úrsula. Por eso la importancia del grupo, para empezar a recordar y hacer consciente", justifica con la certeza de que sanar las heridas más hondas es lo único que puede acabar con el círculo de violencia.

"Tengo muy claro cuando les hablo a los adolescentes el tema de la carga emocional. Cuando entrás a una fiesta de 100 personas, seguro que tu cerebro enseguida conecta con una, aun antes de hablar. Y seguramente sea alguien que trae historia similar. Hablando de violencia, probablemente sean dos personas con infancias no felices. No podemos evitar esa conexión. Pero sí podemos trabajar haciendo prevención, concientización, para que las personas puedan reconocer esas reacciones. Pero no lo vamos a poder evitar", explica y sigue: "Para eso, habría que trabajar en infancia. Hay lugares en el mundo donde se hace: en Finlandia están cerrando cárceles. Los chicos empiezan el colegio y si no tuvieron un 'cuidador' (padre, madre u otra figura). La violencia no es solamente el golpe y la amenaza. Hay otra punta que tiene que ver con el destrato, el estrés, el descuido, el desamor, la indiferencia. Todo lo que daña es violencia".

En los grupos trabajan para "hacer consciente eso que hay en el subconsciente o en el inconsciente. Entonces -afirma Corina Fernández- ya te das cuenta de tu herida emocional. Muy pocos se salvan de tener una herida emocional. Hablamos de carga traumática: no es que la chica que se encuentra con un violento lo hace porque lo busca. El primer día que ese chico le gritó, la humilló o lo que sea, quizás no le hizo ruido porque está acostumbrada. Hay que dejar de hablar de que la mujer es víctima 100%. Hay un 50 y 50 ahí". Nuevamente, sabe que lo que dice puede causar polémica. Quiere correr a la mujer del lugar de víctima, porque sabe que ese rótulo paraliza.

"El momento en que la persona se da cuenta de que el enojo con la vida no viene de su pareja, sino de mucho más atrás, ahí hay una salida", dice en referencia a lo que ocurre en los grupos de varones.

"Yo trabajo más en el día a día. no soy de hacer ruido. Quiero ayudar a las mujeres a entender por qué se engancharon para que puedan tomar conciencia. Saber por qué se quedan. Hay un punto en el que uno se queda en ese lugar y eso es la baja autoestima de la mujer, los miedos de la infancia, 'me aguanto cualquier cosa con tal de que no me dejen'. Tiene que ver con la historia de cada mujer. No todas tienen la capacidad de poder reconocerlo. También hay violencia económica y hay mujeres que están 'atadas'. Por eso, con acompañamiento, recursos, ayuda, la mujer puede salir. Pero faltan recursos. Sobre todo, una red de contención y recursos económicos", explica.

Pero insiste en que es posible salir. Ella misma lo logró y vio a otras recorrer ese camino. "El cambio, una vez que uno comienza a sanar, es muy rápido. A los 3 meses ya son otras personas. Se dan cuenta de que no sólo la relación con el violento es así, sino que tienen muchos vínculos atravesados por la violencia y el abuso (quizás sea abuso de bondad, por ejemplo)".

Corina atiende cada consulta que recibe: detrás hay una persona con una historia que debe ser sanada

"No dejo a ninguna persona sin responder. Muchas veces las consultas son de asesoramiento: muchas buscan asesoramiento legal. No hacemos patrocinio jurídico", dice y se adelanta a la pregunta que sigue: "Nos preguntan si denunciar o no. Yo no recomiendo la denuncia, al menos no siempre. Evaluamos riesgos. Yo hice 80 denuncias. Y la perimetral no sirvió. Es un recurso que no sirve para nada, la Justicia debería acompañar".

Reclama respuestas del Estado. Sabe del quiebre que hay entre la Justicia de Familia y el Derecho Penal. Es más, advierte que no hay, casi, en el país patrocinio penal para las mujeres en situación de riesgo. Y esto, asegura, deja indefensas a las personas que sufren violencia. "No hay patrocinio penal gratuito para las mujeres. Puede haber en algunos lugares, pero son insuficientes. Todos los lugares están colapsados. Una mujer que viene de una relación violenta está sola, lo que más necesita es que la escuchen".

La escalada de violencia no se detiene y cada uno en la sociedad debe tomar cartas en el asunto

Corina señala que el aislamiento impuso limitaciones al trabajo de los grupos de mujeres en riesgo con los que se reúne habitualmente, pero celebra que el cambio de modalidad le haya permitido acompañar a mujeres en distintos rincones del país, así como llegar con los cursos de la asociación a personas de otros países.

Asimismo, advierte sobre los efectos de la pandemia y el consecuente confinamiento. "Este año, lamentablemente, recibimos muchas denuncias de abuso sexual de menores: padres que se llevaban a los hijos y los niños volvían con características que daban a las madres la señal de que habían sufrido abusos. Lamentable", afirma y señala que esto la llevó a indagar sobre lo que ocurre en las infancias.

El otro fenómeno que destaca es que "llegaron muchas mujeres de 60 años o más que tuvieron situaciones con los encargados del edificio. Ahí se genera una cosa de miedo en el hogar. Ahí tenés la inseguridad en tu casa. Esto fue algo que saltó en la pandemia", remata.

En ambos casos afirma que son situaciones y denuncias que no llegaban a la Fundación y que ver un patrón que se repite muestra que es necesario hacer foco en esas problemáticas.

Con el objeto de que cada vez haya más personas formadas en violencia familiar, capaces de atender a las diversas aristas que plantea esta problemática, la Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar realiza periódicamente cursos de formación interdisciplinaria.


Para denunciar violencia de género podés comunicarte de manera gratuita las 24 horas del día, los 365 días del año, a través de un llamado al 144, por WhatsApp al +5491127716463, por mail a [email protected] o descargando la app.


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