“Hace veinticinco años que no me tomo vacaciones” – GENTE Online
 

“Hace veinticinco años que no me tomo vacaciones”

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En sus 53 años nunca se ha casado ni tenido herederos. Sin embargo, desde hace un cuarto de siglo su “hijo” es la agencia de modelos más importante del país, con un staff de 65 diosas y 27 galanes. Aunque aprendió a combinar trabajo y diversión, admite que le cuesta tomarse “un tiempo para descansar”. Sí, porque Francisco Pancho Dotto es un workaholic confeso. Recién llegado de México, donde estuvo acompañado por 25 de sus chicas al Cancún Moda, en Aeroparque tomó el primer vuelo a Punta del Este para ultimar detalles de Paraíso del Mar, la chacra donde pasará todo el verano.

–Cuando uno te llama al celular, es imposible acertar en qué parte del mundo estás…
–Es verdad. Después de tantos años de trabajo, puedo darme esos lujos. Amo viajar y me gusta dedicarme al desarrollo de la empresa, porque a pesar de estar siempre en todas partes lo hago sólo por la carrera de las chicas. Ellas necesitan mi apoyo…

–¿Por qué en todas las charlas con vos se termina hablando de trabajo?
–Es que yo siempre viajé por trabajo. Hace 25 años que no tengo vacaciones. Mantener mi agencia a través de tantos años no es algo fácil. La marca Dotto siempre estuvo presente, sin importar las crisis financieras internacionales.

–Pero algún día de descanso tenés entre tantos compromisos...
–¡Nada! ¡Te lo juro! Incluso llevar a las chicas a conocer algún lugar es trabajar. Hay que cuidarlas, saber lo que necesitan, procurar que descansen.

–Pero en Cancún estuviste nadando con delfines y no se te veía muy estresado…
–Bueno, no te dije que la pasara mal en el trabajo (risas). Estuvimos con Afra Vázquez y Dalila Martinelli en medio de un grupo de delfines, durante una hora y media. Nunca antes lo había hecho. Me sentí diferente… relajado. Cuando terminó la experiencia llamé a mi prima para contarle. Ella me dijo que es algo terapéutico, y tenía razón. Fue una excelente sesión de terapia. Igual, al rato ya estaba hablando de negocios.

(Primera interrupción: “No, así no. Quiero la heladera ahí y los almohadones aquellos por allá”, impone. Después, retoma la charla con un “sigamos…”.)
–Yo inventé muchas cosas. Por ejemplo, hacer temporada en Punta del Este. Esa es una gran creación mía… Fui el pionero. Y tener una sucursal en José Ignacio fue otro de mis ambiciosos sueños, y lo logré. Quizá el año que viene aparezca alguien copiándome. No es la primera vez que me pasa… Por un lado está bueno, porque la copia demuestra que hacés las cosas bien. Pero por otro se hacen acreedores de cosas que, solitos, jamás se les hubieran cruzado por la cabeza. Si viajo es para acompañar a las chicas. Soy una agencia… no una boutique de modelos. De ésas, sobran en la Argentina.

–¿Sos inquieto por naturaleza o te hiciste a la fuerza?
–La inquietud me la plantea el mismo trabajo. Incluso me voy a dormir pensando en él. Al minuto de despertarme, cuando me estoy duchando, tengo las soluciones. No podría parar, no me lo permito.

–¿Todavía no te tentó la idea de decir “me retiro y vivo de rentas”?
–No existe esa posibilidad. Yo tengo una genética laburante. Hay algunos que no paran, otros que se dan descansos, y están los vagos que usan la excusa de la crisis para plantar bandera y no hacer nada. Siempre tengo una excusa para seguir. Aunque la paciencia no es la misma...

–¿Cómo es eso? ¿Estar rodeado de tantas chicas no te hizo desarrollarla?
–(Hace un silencio) Todo el mundo te puede decir que tengo una paciencia infinita… Pero con el tiempo se va desgastando. No sé si será algo generacional o si las chicas están más caprichosas... Cuando algo no sale como quiero les digo: “¿Sabés qué? Estaba equivocado con vos… Pensé que podías más”. (Segunda interrupción: “No me entendiste… Acá quiero mucha tierra… De este lado, el pasto… y, en esta parte, que empiece la barricada”. Pasa un segundo. Vuelve a dar indicaciones. “¿Pero no ven que estoy al teléfono?”. Y regresa a la muletilla salvadora, “sigamos…”).

–¿Te gusta la vida al aire libre o sos un bicho de ciudad?
–¡Amo la naturaleza! Tengo una chacra en Entre Ríos, donde disfruto pasar las tardes. Odio la ciudad. Nací en Paraná. Con eso te digo todo. Llegué a Buenos Aires cuando tenía catorce años. Mi vida tenía otro ritmo. Salvo Nueva York o París, que son lugares con historia, no me gustan las ciudades. Durante una hora y media jugó con los delfines del parque Delphinus en Xcaret. “Fue una experiencia increíble, terapéutica... pero al rato ya estaba otra vez hablando de negocios”, confiesa.

Durante una hora y media jugó con los delfines del parque Delphinus en Xcaret. “Fue una experiencia increíble, terapéutica... pero al rato ya estaba otra vez hablando de negocios”, confiesa.

Pancho junto a sus  25 chicas en la pileta, frente al mar, del hotel Le Blanc. Una embajada de beauties argentinas en México.

Pancho junto a sus 25 chicas en la pileta, frente al mar, del hotel Le Blanc. Una embajada de beauties argentinas en México.

Pancho con Afra Vázquez y Dalila Martinelli (dos de sus nuevas estrellas) disfrutaron del relax que significa nadar con los delfines.

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