«Hace años que nos admiramos mutuamente. ¡Era hora de que nos juntáramos!» – GENTE Online
 

"Hace años que nos admiramos mutuamente. ¡Era hora de que nos juntáramos!"

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Algo grave pasa en la esquina de Presidente Illia y Marcelo T. de Alvear, partido de San Martín. La enorme vidriera de Cuggini, Peluquería de Señoras, está hecha añicos. Un millón de astillas alfombran la vereda. No es para menos: un auto acaba de atravesar el ventanal hasta llegar al medio del salón. En el auto hay un hombre desesperado y una monja que –muy raro– fuma como un escuerzo. Afuera, dos patrulleros y tres policías armados con potentes fusiles. Las clientas de la peluquería huyen a los gritos, con sus pelos a medio cortar y a medio teñir. Enfrente está medio barrio, pero calmo. Tanto, que tres damas regordetas se instalan en otras tantas sillas y –lejos del pánico general– toman generosos helados. Corro, agarro del brazo a dos de las clientas fugitivas y cincuentonas, y me las llevo hasta un carromato que ahora llaman motor home. Se sacan las escafandras que les cubren la cabeza –astronautas, parecen…–, y el enigma se devela. Las dos señoras son señores. El caos de la esquina es ficticio: se trata de la última escena de Incorregibles, película dirigida por Rodolfo Ledo y producida por Argentina Sono Film (Luis Scalella-Carlos Mentasti) y Telefe, que se estrena el 24 de mayo en el centro, los cien barrios porteños y el vasto interior patrio. Ellas (ellos…), sin escafandra ni ruleros, son Guillermo Francella y Dady Brieva. A continuación, reportaje…

Guillermo: ¿Necesitás más luz, Alfredo? Porque hubo un cortocircuito y estamos casi a oscuras…

–No, para nada. Gracias.
Dady:
Pero mirá que está por llover, y tampoco tenemos pararrayos. Es una joda…

–No te preocupes, traje paraguas… Empecemos. Guille, vos tenés 52 años, y vos, Dady, 50. ¿Qué hacen para estar así? Parecen dos… no digo pibes, pero sí dos muchachos.
Guillermo:
En mi caso, nada. Dady es más de darle al físico, pero yo sólo juego al golf. El secreto no lo es tanto: vivo de lo que hago, lo amo, y además me va bien. ¿Querés mejor fórmula que ésa? Ya no trasnocho. Duermo siete, ocho horas, porque cuando duermo menos, no existo. Como bien, comida casera, y en familia. Amo a mi familia, es mi cable a tierra.

–Pero jugaste al fútbol y fuiste muy buen nadador, dicen.
–Sí, es cierto. Fui nadador federado y competí mucho. Lo mío era estilo pecho. Ahora, cada tanto, todavía me hago unos largos… ¿Sabés qué pasa? El paso del tiempo me hace bien, como a los vinos. Veo una foto mía de hace veinte años y una de hoy, ¡y me veo mejor ahora!

–¿Y vos, Dady?
–No, yo le meto fuerte desde que empecé con Midachi. Pensá que hacíamos giras que eran verdaderas maratones. Había que poner una energía que ni te cuento, y si yo no estaba atléticamente bien, si me dolía un poco la cabeza, me ponía como loco. Sentía que no estaba haciendo bien las cosas... Por eso me preparaba ¡pum para arriba!, y por eso cambié mi cuerpo: hoy peso diez kilos menos que a los 40 años y corro todos los días. Son maratones…

–¿Fútbol?
–Sí, pero me jodí la rodilla, y chau.

–¿De qué jugabas?
–De cuatro.

–¿Eras bueno? ¿Un Negro Ibarra, por ejemplo…?
–Era… un cuatro con inquietudes.

–Comprendo… ¿Ustedes dos se conocían antes de esta película?
Guillermo:
Muy por arriba: estrenos, una que otra reunión social, algún asado. En el 93, cuando los dos hacíamos temporada en Mar del Plata, Dady con Midachi y yo con Pijamas, lo invité a mi cumpleaños, y me regaló un pijama, y otra vez jugamos al fútbol: Midachi contra mi elenco. Pero no teníamos ningún vínculo afectivo.

–¿Y ahora, después de siete semanas de filmación?
–Aunque parezca una frase hecha, tuvimos un enganche formidable, y de entrada: bastaron un par de asados, unos ensayos y unas llamadas telefónicas para redondear una excelente química.

–¿Cuál fue el botón de arranque?
–Los dos hablamos el mismo idioma: no somos afectados, todo nos brota naturalmente, los conflictos de él son muy parecidos a los míos, y tenemos mucha calle.

–¿Cómo es Dady según vos?
–Tiene corazón, sentimientos, sensibilidad muy grandes: tres cosas con las que me engancho muy fácil. Y laburando, ¡un potencial enorme!

–¿Y cómo es Guillermo según vos, Dady?
–¿Qué querés que te diga? Pensá que hace años, cuando yo todavía trabajaba en el IAPOS, una obra social de Santa Fe, él ya era un grande. Había hecho de todo. Además, cuando cuenta anécdotas (donde creo que mezcla realidad y ficción), no sólo le creés: ¡te morís! Porque traspasa la pantalla… Antes, la tele era muy simple, primitiva, pero hoy es una tomografía computada. No se puede mentir. ¡Ni los políticos pueden mentir! Guillermo lo hizo todo, durante años, y lo hizo bien. Su programa Poné a Francella… ¡es un hallazgo!

–¿Cuándo lo viste actuar a Dady por primera vez, Guillermo?
–En Carlos Paz, en el verano del 88.

–¿Y vos a Guillermo, Dady?
–Me parece que desde siempre, desde sus principios. Y siempre me dije lo mismo: “Este tipo le encontró la vuelta a todo”. Nació para esto… Y en tiempos bravos como los de hoy…

–¿Por qué?
–Porque antes, en los tiempos de Mónica y Andrés Percivale, o de Canela, o de Cacho Fontana, todo era más formal. Cada uno tenía su bloque, y el humor era apenas una trincherita dentro de los programas. Pero hoy hacen humor todos, desde Marcelo Araujo hasta Santo Biasatti. Hoy todo es show, y para lo nuestro, el humor, queda apenas un lugarcito en la mesa, de modo que tenés que jugar muy fuerte. Pero Guille, este loco, como te dije, ¡le encontró la vuelta!

–Vamos a Incorregibles, la película. ¿Cómo es tu personaje, Dady?
–Soy un ingeniero. Tengo una hermana enferma. Necesita un trasplante de médula que cuesta 200 mil dólares. No los tengo. Estoy desesperado y decido asaltar un banco. Fracaso, hago mil cagadas, porque no soy del oficio. Cercado, lo tomo de rehén a Guille.

–¿Y el tuyo, Guillermo?
–Soy el cajero del banco, y el rehén. Pero el rehén equivocado, porque estoy casado con la hija del dueño del banco, que es un tramposo. Dady pide rescate, pero mi suegro no paga porque, como le conozco todos los chanchullos, prefiere que me limpien. Dady me dice: “Si nadie paga por vos, ¿para qué te quiero? Rajá…”. Quedo libre, pero solo. Mi suegro quiere verme muerto, mi mujer me caga con otro tipo, y de pronto, como un perro abandonado, vuelvo con Dady.

–¿Final?
–Los finales no se cuentan. Pero algo te anticipo: esos dos chambones, unidos por la casualidad, serán héroes.

–¿Después de esta película nace una pareja, dos héroes gemelos que empiezan mal y terminan bien?
Guillermo:
Ojalá. Sería un gran placer, porque los dos estamos en una etapa diferente. Queremos hacer algo nuevo. Todo depende de un buen guión.

–¿Pensás lo mismo, Dady?
–Sí, claro. Además, en la vida, lo que mejor me va es mi trabajo.

–¿En lo demás te va mal?
–Hummm… La vida real nunca es fácil…

–¿Te va bien en la radio? (debutó como conductor en Mitre, a la mañana).
–Me estoy descubriendo, y me están aceptando, a pesar de que me como las eses. Pero pensá que estoy en un horario que alguna vez ocuparon Juan Carlos Mareco, Néstor Ibarra y Magdalena, nada menos.

–¿Lo escuchás, Guille?
–¡Siempre, y me encanta!

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Final. Hora de maquillarse. La hora de la verdad de las mentiras, como definió Vargas Llosa a las artes de ficción. Bajan del carromato entre una nube de fanáticos. De todo un barrio.

Francella (en la ficción, Pablo) y Brieva (en la ficción, Pedro) acaban de rodar la última escena de Incorregibles y están listos para la charla con GENTE.

Francella (en la ficción, Pablo) y Brieva (en la ficción, Pedro) acaban de rodar la última escena de Incorregibles y están listos para la charla con GENTE.

Guillermo y Dady estudiando sus libretos en el motor home. Francella empuñando un arma que seguramente no sabe manejar, y que no tiene balas. Género: comedia policial.

Guillermo y Dady estudiando sus libretos en el motor home. Francella empuñando un arma que seguramente no sabe manejar, y que no tiene balas. Género: comedia policial.

Hace siete semanas se conocían muy poco, y apenas por encuentros azarosos. Pero hoy son una sociedad que promete mucho. Abajo: Escena 30, plano 3, toma 1, marca la claqueta. Los héroes la están pasando mal… pero el triunfo final los redimirá de tantos avatares. La incógnita quedará develada el 24 de mayo en todos los cines.

Hace siete semanas se conocían muy poco, y apenas por encuentros azarosos. Pero hoy son una sociedad que promete mucho. Abajo: Escena 30, plano 3, toma 1, marca la claqueta. Los héroes la están pasando mal… pero el triunfo final los redimirá de tantos avatares. La incógnita quedará develada el 24 de mayo en todos los cines.

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