La tristeza y la conmoción invadió el alma de todos, cuando ayer alrededor de las 17 comenzó a difundirse la noticia: luego de luchar durante meses contra un cáncer de pulmón, el increíble compositor Luis Alberto Spinetta fallecía en su casa de Villa Urquiza acompañado por sus familiares.
Su hijo Dante, expresó la angustia a través de Twitter y escribió: “Te amo por siempre Papá”. Toda la comunidad de músicos, desde Silvio Rodríguez hasta Antonio Tarragó Ros, manifestaron su tristeza de la manera que podían y sin salir del asombro. No era para menos, el creador de un lenguaje musical, de una poética original y creativa, dejaba este mundo luego de luchar con todas sus fuerzas contra una injusta enfermedad.
El gran consuelo es la eternidad de sus canciones, obras maravillosas como “Post-crucifixión”, “Ana no duerme”, “Barro tal vez”, “Muchacha", “Credulidad”, “Seguir viviendo sin tu amor”, todas ellas y muchas más calaron tan hondo en el sentimiento de la gente que inevitablemente perdurarán.
Su música, atemporal y eterna, atraviesa a numerosas generaciones y lo seguirá haciendo, padres, hijos, hermanos, todos unidos por las melodías irrompibles de un genio, ese el gran legado. Es hermoso que haya existido.
El adiós a uno de los artistas más trascendentes de la cultura argentina.
