“Ganamos por nuestro talento y porque no nos callamos nada” – GENTE Online
 

“Ganamos por nuestro talento y porque no nos callamos nada”

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Esta tarde, el Aeropuerto Mal Paso de Santiago del Estero es puro revuelo: hay abuelas con sus nietos agarrados de las manos, adolescentes gritonas con carteles multicolores, señoras que por primera vez en una década dejaron los platos del almuerzo sin lavar, las camas desacomodadas. Es viernes, y en un ratito más va a aterrizar el avión que trae de Buenos Aires a los ganadores de la cuarta edición de Bailando por un sueño. “Si no fuera por ellos, Los Juríes no tendría un hospital digno para salvar vidas”, dice una de las señoras, que desde la mañana está ahí haciendo tiempo para ver de cerca a sus ídolos, y sy frase explica el porqué de tanta efervescencia. Finalmente, el avión esperado aterriza y Celina Rucci y Matías Sayago, su soñador, se materializan en el pequeño hall del aeropuerto, desatando la estridencia, toda la que puede permitirse el público santiagueño, mientras más allá la Banda Municipal arranca con la chacarera Añoranzas.

Ahí está, en medio de todo ese revuelo, con unos anteojos negros y un sombrerito blanco, Celina Rucci, 30 años, licenciada en Comunicación Social, Miss Playboy TV Argentina 2004, casada con Claudio Minnicelli –empresario santacruceño y cuñado del ministro de Planificación, Julio De Vido–, mamá de Uciel, de 11 años, y sobre todo vedette, con sus increíbles 96-61-91 centímetros de imponentes curvas.

Pasada la primera emoción del recibimiento, acallada la música, una van los lleva hasta la localidad de La Banda, la patria chica del soñador Matías Sayago –25 años, estudiante de Contaduría en la Universidad de Santiago del Estero, profesor de danza, folklore y tango en la localidad de Los Juríes–, donde están sus familiares, sus amigos, sus vecinos, sus alumnos de la escuela de folklore donde daba clases antes de Bailando.

Celina sonríe, agradece, firma autógrafos y dice: “Para mí fue muy fácil ganar, porque tuve al mejor bailarín”. Ovación. El tour sigue por el Club Ciclista Olímpico, donde los ganadores son nombrados padrinos del equipo de básquet. Celina amenaza: “Más vale que entrenen bien, porque si no, voy a venir y los voy a entrenar yo”. Los jugadores obedecen y esa noche le ganan, con su madrina alentándolos desde la tribuna, al equipo de la Asociación Española de Charata (Chaco).
Al otro día les toca visitar Los Juríes, 280 kilómetros al sudeste de la capital santiagueña, donde está el hospital cuya sala de Pediatría soñaba equipar Matías. “Porque cuando uno de mis alumnos se enfermaba no tenía dónde llevarlo, y debíamos ir hasta Santiago, que queda a 270 kilómetros”, recuerda emocionado. Allí los espera un telón rojo que dice: “Gracias, Celina y Matías, Los Changos de los Juríes”. Los nombrados se suben a un escenario improvisado en la entrada del lugar. “Soñé muchas veces con este festejo. Hoy, por suerte, traigo una valija llena de necesidades cumplidas –afirma Celina ante la multitud–. Nunca me olividé de la carita de los changuitos de Los Juríes, que me recibieron hace cinco meses. Ellos fueron el motor para seguir adelante. Por eso hoy, además de cumplir el sueño del hospital, quiero regalarles a esos changuitos los juegos infantiles para una plaza. Gracias por dejarme aportar este granito de arena, que no es nada comparado con el afecto que ustedes me dieron”, dice, como si en vez de la ganadora de un concurso de televisión fuera una política en campaña. Y después, cuando baja del escenario, la nueva gran ganadora de Bailando por un sueño habla con GENTE.

–¿Cuando llegaste al programa te imaginabas que podías ser la ganadora?
–No, de ninguna manera. Quizá mis expectativas de mínima eran estar cuatro semanas sin pasar papelones, y mi mayor deseo era durar ocho semanas e irme dignamente. Lo que menos esperaba era ganar.

–Durante el concurso te enfrentaste varias veces con el jurado. ¿No tenías miedo de que esa personalidad fuerte te jugara en contra a la hora en que el público tuviera que votar?
–No es fácil que la gente acepte a una persona que dice de frente lo que siente. Y menos en este medio, donde todos se halagan, todos se quieren, y después, cuando se dan vuelta, se clavan un puñal. En el programa demostré tener una personalidad auténtica. Te puede gustar o no, pero sabés con la persona que te estás enfrentando y que ésa es la única verdad. Yo soy incapaz de salir después con una jugarreta traicionera.

–¿Creés que Paula llegó a la final por ser la esposa de Tinelli –vos la bautizaste la Primera Dama de la tevé– o porque realmente es una gran bailarina?
–Ella tiene muchísimas condiciones. Era la única bailarina profesional del concurso, y puedo dar fe de que Marcelo nunca hizo hincapié para que Paula llegara a la final o ganara. Ahora, hay que ver qué es lo que pensaba el jurado al momento de puntuar a Paula.

–¿Sentís que el jurado te boicoteó?
–Quedó mal parado, porque la gente, al decirnos sí a nosotros, le dio la espalda. Y no fue porque lo hayamos provocado, sino porque ellos no nos dejaron en paz. Jamás valoraron nada. Las devoluciones nunca fueron para alentar el crecimiento. Cuando nos tenían que bajar las notas siempre se agarraban del vestuario, y recuerdo que una vez nos dijeron que no nos mirábamos al bailar, mientras que en otro programa pasaron el tape y había cincuenta miradas nuestras…

–Sin embargo, ganaron…
–Esto de que la última palabra la tenga el público es maravilloso, porque ahí es donde se ve la verdad de la milanesa. Ni los periodistas, ni los jurados, ni algunos participantes caminan tanto por la calle como para darse cuenta de cómo es realmente la llegada de cada pareja con la gente.

–Algunos sostienen que sobreactuaste tu faz solidaria cuando contaste que hiciste una publicidad para Lotería Nacional y donaste tu cachet para que Milagros, la nena por la que bailaba Liz Solari, pueda operarse de su ceguera. Dicen que fue una estrategia para ganar el concurso…
–¡De ninguna manera! La parte solidaria siempre fue una faceta muy marcada de mi vida, y lo he hecho sin tener una cámara presente. En esta oportunidad lo solidario y lo artístico se fusionaron, y se me dio la posibilidad de desarrollar ambos paralelamente.

–¿Qué hizo que te comprometieras especialmente con el sueño de Milagros? ¿Fue porque te tocó eliminar a Liz en la semifinal?
–No, a mí me tocó mucho un reportaje que le hicieron a Liz, donde contó que no había conseguido nada para el sueño de Milagros. Eso me dejó muy preocupada. Cuando le gané en la semifinal no pude disfrutarlo. Automáticamente tomé la responsabilidad de poder ayudarla como fuera para que Milagros pueda ver. Y es lo que hice con lo que cobré de la publicidad de Lotería Nacional. Sonará muy egoísta, pero a mí ayudar me hace feliz.

–¿La sensualidad de Celina triunfó sobre la técnica de Paula?
–Yo no me esfuerzo por ser sensual. La gente quizás lo dice porque es algo que transmito sin buscarlo. Pero que quede claro: mi objetivo en el plano artístico no es ser la más sensual, ni la más linda, ni la que tiene las mejores lolas.

–¿Por qué ganaste entonces?
–Creo que los argentinos se sintieron identificados con nuestra situación en el programa. Cuando las personas están desprotegidas, sienten la necesidad de expresarlo, y a veces no tienen cómo. Y yo dejé ver muchas necesidades que había y me la jugué. Ganamos por nuestro talento y porque no nos callamos nada.

En La Banda, Celina y Matías Sayago muestran porqué ganaron la cuarta edición de Bailando…, en una electrizante final contra Paula Robles y Franco Tabernero. Su marido Claudio Minicelli –cuñado del superministro Julio De Vido–, aplaude orgulloso.

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Bailando en Los Juríes, el pueblo donde está el hospital que van a equipar.

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Felices, el viernes a la tarde, al llegar al Aeropuerto Mal Paso, con el trofeo en sus manos.

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