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“Fue sólo un amor de verano”

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Sola. Susana corta las rosas del paredón de su chacra marítima. Camina despacio por su jardín y se deja acariciar por el tibio sol de otoño, mientras sus dos perros Weimaraner la siguen metro a metro. El fotógrafo busca por todos lados a Damián Popiloff: sospecha que no está cerca, porque no soporta a los perros de Susana, y acierta. El hombre no se encuentra allí. Ni siquiera está en el Uruguay. En ese privadísimo ámbito, hoy, sólo hay lugar para ella y Dolores Mayol, su asistente. Después de varios días de tratamiento en Buenos Aires, muy recuperada de la operación de cadera, la diva cruzó el río y se instaló en su chacra, para olvidar una semana difícil. ¿Popiloff? Ausente, pero no sólo aquí: también en Buenos Aires y desde hace días. Comprobación de que el noviazgo –o como se haya llamado– “fue apenas un amor de verano; ya es el pasado”, según revelan los amigos que dijo Su para cerrar –¿definitivamente?– la historia entre ambos.

Por lo pronto, parece que Susana Giménez, entre idas y vueltas, flechazos y adioses, “no encuentra al hombre de su vida; alguien que la comprenda y la serene”, según señala su gente más cercana. Pruebas al canto: después del costoso divorcio de Huberto Roviralta –un agujero de más de diez millones de dólares en su hacienda–, ni Corcho Rodríguez, ni el efímero Jorge Rama, ni el mucho más efímero Damián Popiloff lograron anclar en su corazón. “Es hora de un respiro”, les comentó a sus muy-muy íntimos. Decisión que debe leerse (por ahora) como “señores, abstenerse”. Para el caso, parece, Popi –como ella llamaba a su último amigovio– se esforzó por mantener el cetro y el trono de príncipe consorte, pero se estrelló contra un muro. “Para Susana nunca fue el proyecto de una pareja definitiva”, explican sus allegados. “La prueba está en su viaje a Punta del Este sola. Más que un indicio es una definición. Cuando cierra la puerta, sólo hay lugar para sus amigas Teté Coustarot y Celia Sofovich. Nadie más atraviesa los muros de su intimidad. Y la decisión no es nueva, ni la tomó a las apuradas. El adiós fue un acuerdo entre ella y Damián durante una cena en Casa Cruz: una despedida, un adiós inteligente entre los dos, como dice el famoso tango”. ¿Motivos? Más de uno, como suele suceder. Algunos arriesgan que “ella terminó la relación porque para recuperarse de su operación tiene que olvidarse del sexo por un mes”, pero suena a tontería. Si fuera cierto es que jamás hubo amor, y que una prótesis en el fémur izquierdo puede más que una pasión. Además, según testigos directos, “la recuperación de Susana es muy rápida, mucho más de lo común, gracias a su predisposición y su optimismo. La rehabilitación, a la vez, es sencilla. Basta con moverse, sentarse y caminar despacio, y ejercicios diarios de flexión y extensión de la pierna izquierda”, tal como informó su médico, Alfredo Cahe. Pero volvamos al meollo de la cuestión.

El miércoles pasado, la ruptura entre ella y Popi ya era un hecho. Dato: fue sola a la peluquería de Miguel Romano para retocar sus extensiones y cambiar su look para las fotos de la revista que lleva su nombre: periplo que antes hacía con Popi. “Quería salir renovada en la tapa, y lo logró: aparece muy fresca, alegre y radiante”, juran en su entorno, y lo refrenda un asistente de Romano. Después de la sesión de fotos regresó a su casa y el jueves, en pleno tratamiento con su traumatólogo, Alejandro Druetto, y la fisiatra Storino, se metió a fondo en la rehabilitación acuática que cumple en la pileta climatizada de su mansión de Barrio Parque. Tras conseguir el permiso médico para viajar a Punta del Este, hacerlo y pasar el fin de semana en La Mary, su chacra de Rincón del Indio (donde atendió sus espectaculares rosas, recorrió el jardín en su carrito de golf y visitó La Yunta, un campo cercano, camino a San Carlos), el lunes encaró hacia Montevideo, para cerrar el pleito que le entabló a la revista Caras y Caretas (que la había relacionado al narcotráfico y la compra ilícita de jugadores de fútbol).

Limpia de cuerpo y alma, entró y salió de un juzgado local a media tarde, con su abogado Pablo Correa, tras declarar ante la jueza civil Martha Alvez de Simas por la demanda que inició el 30 de julio de 2009 contra dicha publicación, en la cual pidió 300 mil dólares como indemnización por el uso de su imagen, daño moral y otros perjuicios que según ella le provocaron los artículos de ese medio. “Susana jamás había hecho un juicio contra un periodista, pero no pudo tolerar que la vincularan con el narcotráfico. ¡Fue demasiado!”, dicen sus amigos. Después de dos horas, los directivos de la revista acordaron retractarse, eludiendo así el pago de los 300 mil dólares. Entonces ella volvió a su chacra esteña y durmió largamente. Largamente y sola. Sí, sola, aunque consciente de una frase que circula entre quienes la conocen bien: “A Susana le cuesta estar sola. Siempre necesita un hombre. Sin embargo, parte de su madurez es aprender a distinguir un gran amor de una distracción pasajera. ¿Y sabés qué? Lo está logrando”. Sin hombres a la vista, en su chacra de Punta del Este, dedicada a cuidar sus flores y pasear con Rosa y Clara, sus dos perros Weimaraner.

Sin hombres a la vista, en su chacra de Punta del Este, dedicada a cuidar sus flores y pasear con Rosa y Clara, sus dos perros Weimaraner.

El sábado fue hasta una chacra cercana, y el domingo salió al jardín y se puso a leer un libro y relajarse al sol. Pero al ver a los fotógrafos decidió volver a la sombra  y a la intimidad de  su casa de Rincón  del Indio.

El sábado fue hasta una chacra cercana, y el domingo salió al jardín y se puso a leer un libro y relajarse al sol. Pero al ver a los fotógrafos decidió volver a la sombra y a la intimidad de su casa de Rincón del Indio.

El lunes se presentó en los tribunales de Montevideo junto a su abogado Pablo Correa. Allí, los directivos de la revista Caras y Caretas se retractaron de lo dicho y pudieron eludir los 300 mil dólares que les reclamaba Susana.

El lunes se presentó en los tribunales de Montevideo junto a su abogado Pablo Correa. Allí, los directivos de la revista Caras y Caretas se retractaron de lo dicho y pudieron eludir los 300 mil dólares que les reclamaba Susana.

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