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“Finalmente, encontré mi otra mitad”

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Tan cinematográfico que hasta Ennio Morricone musicalizó el trayecto hacia el altar. Su Tema finale –del film Cinema Paradiso, de unánime selección familiar– rodaba a la par de un clip –al estilo de su director, Giuseppe Tornatore– en la cabeza de la novia: emociones crudas, flashbacks multisabor y seis años de besos en retrospectiva. Araceli González (46) fue entregada por su hijo –Tomás “Toto” Kirzner (15), como él mismo pidió– a Fabián Mazzei (48), el hombre “que curó mi alma”, y que, desde hacía veinte metros, mordía su labio compulsivamente para (intentar) cohibir las lágrimas.

LA CEREMONIA. La secuencia de rituales –con duración de 27 minutos– comenzó con la lectura de una fábula sobre la importancia de amar como decisión, concadenó simbologías con un hilo conductor: “La elección de un pacto de amor”.

La danza de las luces. “El primer acto de la Creación fue la luz. Y el último, el hombre. Podemos decir que la intención fue que pudiese ver con claridad y, por ende, decidir correctamente”, explicó Lito Dorfman, juez de Paz. “Y ustedes están aquí porque lo han elegido. Pero como hemos charlado cuando planeamos juntos esta ceremonia, toda elección depende de una elección anterior. Y si sus padres no hubiesen elegido darlos a luz, ustedes no estarían aquí eligiéndose”. Fue entonces cuando Rosita –Rosa Juana Monteferrario, mamá de Araceli– y Chiquita –Jacinta Juana Panella, mamá de Fabián–, se unieron a la pareja para dar lumbre a la vela inicial. Y de ella tomaron fuego para encender una tercera. “La que simboliza a la familia que ahora conforman, una luz que deseamos que no se apague jamás”, concluyó. Así, el novio recordó a Héctor, su papá, y la novia a María, su abuela –recientemente fallecida a los 100 años, modista y consejera de que el vestido no fuese blanco y de que en algún lugar hubiese tul–. “Sabemos que ellos, desde donde estén, nos iluminan”, concluyeron.

Los custodios de este amor. “Estamos aquí para ratificar un pacto. Y para ello han elegido dos custodios”, dijo Dorfman antes de que Rodolfo Rosasco –tío de Fabián, primo hermano de su papá– y Adrián González –hermano de Ara– subieran al altar para aceptar la misión que se les encomendaría. ¿Cuál es? “Acudir al llamado de los novios, compartir un café, prestar la oreja”.

La famosa libreta colorada. “Ustedes ya han certificado esta unión ante la ley y han conseguido la famosa libreta roja”, dijo el juez, dando pie a la entrada de Ernesto González, papá de Ara y el elegido para hacer entrega del documento. Los anillos del pacto. Fue Francesca Tateo (11), hija de Natalia, prima de la novia y una de sus damas de honor, quien aceró los anillos. “¿Saben por qué se los llama alianzas?”, preguntó el juez. “Porque significa pacto. Y ellos les dirán al mundo que entre ustedes hoy se sella un pacto”, explicó. Tras la típica pregunta de aceptación mutua como esposo y esposa, y el compromiso de respeto y compañía cualquiera sea la circunstancia de la vida, Araceli y Fabián se pusieron las alianzas con una consigna: compartir con los presentes por qué iban a hacerlo, con el Ave María ya sonando y antes del beso más aplaudido.

Ella: La verdad es que no preparé nada (se quiebra). Yo voy a darte este anillo porque fuiste la persona que curó mi casa, curó mi alma, ama a mis hijos y nos respeta. Me hace inmensamente feliz estar al lado de un hombre como vos. Te amo.

El: Yo siento que no te elijo. La vida nos eligió. Es el destino el que nos reunió otra vez en esta vida. Creo en otras vidas. Y creo también que nos seguiremos juntando en las que vendrán. Te quiero, te amo.

El pergamino. Fue entonces el momento de reunir a los afectos en un pergamino encabezado por la siguiente frase: “Amar es encontrar en el otro la propia felicidad”. Según el juez, una petición del novio. Las madres de los contrayentes, los cinco caballeros y las cinco damas de honor pusieron su firma en el simbólico contrato de amor.

Leé la nota completa en la edición 2526 de Gente.

De frente, Ara y Fabi. De fondo, la estancia Villa María, en Cañuelas. Entre ambos, la siguiente frase de ella: “Este tercer casamiento será el definitivo para mí”.

De frente, Ara y Fabi. De fondo, la estancia Villa María, en Cañuelas. Entre ambos, la siguiente frase de ella: “Este tercer casamiento será el definitivo para mí”.

Radiante, Ara luce un diseño de Gabriela Cadena, zapatos de Sylvie Geronimi y ramo de Silvia Neira, maquillaje de Mabby Autino y peinado de Diego Impagliazzo. La novia entra del brazo de Tomás (el hijo de Ara y Adrián Suar también fue vestido por John Nicols).

Radiante, Ara luce un diseño de Gabriela Cadena, zapatos de Sylvie Geronimi y ramo de Silvia Neira, maquillaje de Mabby Autino y peinado de Diego Impagliazzo. La novia entra del brazo de Tomás (el hijo de Ara y Adrián Suar también fue vestido por John Nicols).

“¿Saben por qué se los llama alianzas?”, preguntó el juez de Paz, Lito Dorfman. “Porque significa pacto. Y ellos les dirán al mundo que entre ustedes hoy se sella un pacto”, continuó antes de que los contrayentes se entregaran los anillos de oro blanco diseñados especialmente por Jean Pierre (Claudia Stad). El de Ara, completo de brillantes. El de Fabián, con seis brillantes que representan los años de noviazgo que llevan juntos.

“¿Saben por qué se los llama alianzas?”, preguntó el juez de Paz, Lito Dorfman. “Porque significa pacto. Y ellos les dirán al mundo que entre ustedes hoy se sella un pacto”, continuó antes de que los contrayentes se entregaran los anillos de oro blanco diseñados especialmente por Jean Pierre (Claudia Stad). El de Ara, completo de brillantes. El de Fabián, con seis brillantes que representan los años de noviazgo que llevan juntos.

Los novios llegaron en un antiguo Cadillac descapotable –de la empresa Ricardo Marinoni–, con el sonido de las tradicionales latitas. A las 22.34 hicieron su entrada con From this moment, de Shania Twain, y al llegar al centro de la pista comenzó a sonar Celebration, de Kool & The Gang. Y ya nadie se quedó quieto.

Los novios llegaron en un antiguo Cadillac descapotable –de la empresa Ricardo Marinoni–, con el sonido de las tradicionales latitas. A las 22.34 hicieron su entrada con From this moment, de Shania Twain, y al llegar al centro de la pista comenzó a sonar Celebration, de Kool & The Gang. Y ya nadie se quedó quieto.

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