“Estuve muy sola y muy triste, pero aprendí a vivir mejor” – GENTE Online
 

“Estuve muy sola y muy triste, pero aprendí a vivir mejor”

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En una rueda de mate Millie se ganaría, seguro, el premio a la más entretenida. Lejos de la estrella del rating que supimos conocer en Naranja y media y Son amores, la chica habla de campo, donde vivió muchos años, caballos, perros, autos y mecánica, como una verdadera experta. Se jacta de haber cambiado varias piezas de su auto sola y de lo bien que maneja. Pero también cuenta con gracia y amor que su abuela de 93 años, Mamina, aún hoy escucha a Sinatra y se pone a bailar con su bastón. Con una enorme dignidad habla de los últimos veinte meses en los que hizo un retiro voluntario de la tele y lo dedicó a “purificarse”. Hizo teatro, cuidó su vida y, ya renovada, ahora se prepara para volver a Telefe con una tira diaria y para interpretar a Desdémona en la versión de Otelo que se hará en el ciclo Teatrísimo del Teatro Regina el 7 de noviembre. Se la ve radiante. Se le nota en su cuerpo la voluntad para entrenar todos los días y la masoterapia que le hace Carlos Pisanú. Más allá de los detalles está ella misma. Que se relata después tanta ausencia.

–¿Qué hiciste durante este tiempo?

–Descansé mi alma y mi corazón. Descansé de andar cansada. No fueron vacaciones. El trabajo estuvo en otro lado y fue muy profundo. Tan profundo que hoy me permite salir otra vez. Fue como una descamación: perdí la piel de estación en estación para poder volver.

–¿Qué te cansó tanto?
–Pelear, luchar. Estaba triste, la vida me había puesto en un lugar muy complejo que no conocía y me hacía doler mucho. Es difícil contestar esto, porque fue un proceso de un año y ocho meses. En el medio hice teatro, Los desventurados de De Filippis Novoa en el Teatro Cervantes, que fue una caricia para el alma. Yo tenía mucha ilusión con mi programa y mi apuesta por Las Millie y una (un periodístico que condujo en Canal 13 en enero de 2004). Era un cambio importante y no soy una persona de cambiar mucho. Me tomo mis tiempos. Siento, busco y ejecuto después. Fue la primera experiencia de conducción, y de golpe eso ya no estaba y me enfrenté a un momento de mi vida muy triste. Cuando me despedí dije: “No sé cuándo ni dónde, pero voy a volver”.

–¿Qué te entristecía?
–Nunca me había sentido tan triste, pero está bueno que me haya pasado y hoy digo gracias. Me dio un capital enorme. Tuve ofertas para volver a la tele en el 2005 y elegí no hacerlo. Sentía que no estaba en armonía. Y llegó el teatro. Esa experiencia me encantó. La valoré y la disfruté. Poco a poco me fui curando y apareció una vida que yo había hecho muy poco y que ahora me la permití. Necesitaba estar con mi familia, disfrutar de mi casa, abrazarme con mis sobrinos. Tener el tiempo que me robaba a mí misma.

–Pero también hay que salir a ganar dinero para vivir...
–Ya lo sé: pago mis expensas desde los 17 años.

–Este año supuso un sacrificio, entonces.
–Viví de mis ahorros. Cuidando el dinero hasta en los mínimos detalles. Fue como un vaciamiento de cosas que no necesitaba. Llegué a mi esencia, a aquello con lo que me identifico. Además, sé vivir en la carencia y en la abundancia.

–¿Es una osadía dejar de lado el dinero y el éxito?
–Mirá, empecé a trabajar a los 17 años y me pregunté si el dinero y el éxito son el poder. ¿Son el poder? Nunca viví así mi profesión. Siempre antepuse el proyecto, la calidad, el trabajo, el esfuerzo. Yo no protagonicé un programa porque me cayó del cielo. Tengo 16 años de profesión y me siento muy bien por cómo hice mi carrera. No me gusta el lujo, sí el confort, que es algo muy distinto, pero soy muy ambiciosa en mi búsqueda interior. Del afuera necesito lo que tengo, nada más. En todo este tiempo aprendí a vivir mejor.

–Y en este tiempo de austeridad y despojo, ¿qué lugar ocupó el amor?
–...(Largo silencio)

–¿No querés contestar?
–Fue muy importante el amor.

–¿Lo pasaste acompañada?
–No, sola. Hace mucho tiempo que me siento muy sola. También en mi profesión.

–Podés vivir sola y sentirte sola sin buscar una muleta...
–Llegó un momento en que ni correr seis kilómetros cada día, ni el trabajo, ni una pareja iban a darme paz. Sentí que me tocaba sacar de adentro todo lo que me dolía. A mí me encantan las películas de piratas y ahí aprendí que los tesoros están muy bien guardados, en el fondo, que hay que bucear para encontrarlos. Sabía muy bien dónde estaba quebrada, y puse el freno pensando que esta vez me tocaba pensar en mí. Lo que hice fue estar con mis afectos más cercanos, involucrarme y comprometerme con ellos. También sueño con un amor, una pareja y construir una familia.

–¿Buscás el amor o lo esperás?
–Lo sueño.

–Nadie toca el timbre.
–Ya lo sé, claro... Es una respuesta que te di desde mi romanticismo. No soy de salir a buscar el amor. Siempre apareció, se me cruzó en la vida. Fueron encuentros.

–Para eso te preparaste, supongo, despejaste las falsas expectativas que tenemos las mujeres respecto de los hombres, que nos van a dar felicidad instantánea. Y la realidad es que hay que trabajar mucho para hacer una pareja.
–¿Vos creés en el amor?

–Creo más en las buenas sociedades para la vida.
–A mí, el palpitar y la vitalidad que da el amor me gustan mucho y creo profundamente en el amor. A pesar de tener sueños que no sé de dónde vienen, me gusta soñar. Pero ahora es como si hubiese llegado a un lugar en el que se me terminaron de caer los ideales, soy una mujer real y veo al otro como un ser real, no soñado.

–No parecés una persona de perder ideales; sólo has perdido la inocencia.
–Sí, a los golpes. No fue fácil. Me pregunté mil veces: “¿Qué tengo ahora?”. Fue muy doloroso.

–¿Lloraste?
–Mucho. Las lágrimas lavan los dolores. Irupé Tarragó Ros canta una canción en la que dice que las lágrimas de la vida son un río y hay que dejarlo correr. Limpian.

–No te hacía escuchando folklore...
–Sí, me encanta. Me parece que nadie me conoce mucho y por eso llama la atención que me guste el folklore. Me gusta sorprender. Muchas veces la vida presenta trampas en las que uno queda atrapado y da la imagen equivocada.

–Ojalá no quedes atrapada en la tele. ¿Con qué volvés?
–Puedo contar poco y nada, pero antes de fin de año vuelvo a Telefe con una tira al mediodía con Juan Darthés, Eugenia Tobal, Antonio Grimau, Ana María Picchio y Lidia Lamaison, producidos por Quique Estevanez. Este período de retiro fue un compás de espera para crecer. Vuelvo distinta.

–¿Cómo es un día tuyo en este tiempo de retiro?
–Toda mi vida me encantó levantarme temprano y sin despertador, seis y media estoy arriba. Lo que más me gusta es desayunar. La ceremonia siempre es la misma: dos tostadas de pan negro y dos cafés con leche mientras leo el diario. Algunos días pongo ropa a lavar, doy vueltas por mi casa haciendo cosas. Riego las plantas. Me gusta mucho la vida al aire libre. En este tiempo entrené todos los días, me hace bien. Corro cinco o seis kilómetros a Palermo, y si hace frío voy al gimnasio. Llego a casa con las energías renovadas. Otro de los placeres es dormir la siesta, lo disfruto. Trabajé mucho conmigo: sola, con mi psicólogo o con mi madre, que fue muy compañera. Viajé a España a visitar amigos, pero no me fui de vacaciones, porque me encanta Buenos Aires en verano. Fui al teatro, al cine, leí. Crecí.

–Eso está bueno. Pero cuidado, que afuera siempre están los lobos.
–Me costó mucho llegar a este lugar nuevo, soy una mujer conservadora y emocional. Me emociona mucho la vida, la honro, tiene un valor muy precioso. Agradezco lo que tengo, aun cuando estoy en tiempos difíciles.

–¿Sos religiosa?
–Soy creyente. De mi fe no hablo, la vivo todos los días transmitiendo a la gente esperanza y valores. Tengo la fortaleza de la fe, es algo que siempre está.

–¿Cómo querés que sea tu futuro?
–Si mi vida fuera una obra en tres actos, acaba de terminar el primero. En lo que resta, seguiré trabajando y siendo fiel a mi conciencia. Ahora quiero dedicarme más a ver felices a los que me rodean y a jugarme por el amor.

Durante un año y ocho meses dejó la tele, los contratos y la exposición: “<i>Fue un tiempo de austeridad y despojo. Viví de mis ahorros, cuidando el dinero hasta en los mínimos detalles... Sé vivir en la carencia y en la abundancia</i>”.

Durante un año y ocho meses dejó la tele, los contratos y la exposición: “Fue un tiempo de austeridad y despojo. Viví de mis ahorros, cuidando el dinero hasta en los mínimos detalles... Sé vivir en la carencia y en la abundancia”.

“<i>Estaba cansada de pelear, de luchar. Estaba triste. Necesitaba estar con mi familia, mis amigos, disfrutar de mi casa, abrazarme con mis sobrinos. Tener el tiempo que me robaba a mí misma</i>”

Estaba cansada de pelear, de luchar. Estaba triste. Necesitaba estar con mi familia, mis amigos, disfrutar de mi casa, abrazarme con mis sobrinos. Tener el tiempo que me robaba a mí misma

 “<i>Ya sé que nadie te toca el timbre, pero no soy de salir a buscar el amor. Siempre apareció, se me cruzó en la vida. Fueron encuentros. Estuve y estoy muy sola. Pero yo también sueño con un amor, una pareja y construir una familia</i>”

Ya sé que nadie te toca el timbre, pero no soy de salir a buscar el amor. Siempre apareció, se me cruzó en la vida. Fueron encuentros. Estuve y estoy muy sola. Pero yo también sueño con un amor, una pareja y construir una familia

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