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"Estoy perdiendo las ganas de ser argentino"

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-Estoy perdiendo las ganas de ser argentino.

-Puedo comprenderlo: Aerolíneas, Menem, De la Rúa, la inseguridad, la violencia, los…
-No, no, no. Esta mañana, cuando leí que dos criaturas de 18 y 20 años se van a la milicia española, todo lo demás (Aerolíneas, Menem, De la Rúa, etcétera) dejó de tener importancia. Esa noticia me tiró el alma al piso. ¡Se van a la milicia española… por el equivalente a 600 pesos mensuales! Este dato marca una época.

-¿No exagera?
-No. Antes exportábamos a los grandes talentos. Ahora, camioneros, albañiles, soldados. ¿Cómo es posible? Además, nos enfrentamos, vía Aerolíneas, con España. ¡Un país que invirtió 34 mil millones de dólares en la Argentina (casi la cifra total de nuestras exportaciones), y al que le estamos diciendo: "Váyanse"! 

-Tal vez sea sólo una coyuntura. 
-Nooo… Porque a partir de ese hecho estamos desalentando la llegada de capitales, deteriorando nuestra imagen, cerrando las fronteras cuando el resto del mundo las abre cada vez más. ¿Quiere horrorizarse?

-A esta altura, difícil.
-Hay una encuesta internacional. Tiene una sola pregunta: ¿Está orgulloso de ser…? Y a continuación se nombra a un país. Resultado: los argentinos estamos 5 a 5. Empate. Los Estados Unidos, 9 a 1 por el sí. Chile, lo mismo. ¿Qué nos pasó? 

-Le devuelvo la pregunta: ¿qué nos pasó?
-Nos pasó… el desatino. Hoy, Lufthansa está decidiendo si cancela sus vuelos a Buenos Aires. Y otras compañías hacen lo mismo. ¿Sabe qué dijo Alfonsín?:
"Y bueno, que no vengan". No es una respuesta triste: es patética. Es volver al peor de nuestros pasados. Es proponer que se hunda el turismo, que se queden sin trabajo los argentinos empleados en aerolíneas extranjeras. Es querer convertir al país en una isla sin futuro. Yo digo que para llegar al poder hay que tener viveza, sí. Pero que después, al dejarlo, hay que tener grandeza.

-¿Su desencanto llega a la posibilidad del exilio?
-No. Porque estoy perdiendo las fuerzas, pero no la esperanza.

-Ya que habla de esperanza… ¿Tuvo esperanza en la Alianza? Y si la tuvo, ¿cómo está hoy su termómetro?
-No tuve -ni tengo- esperanza alguna en la Alianza. No la voté. Sólo le puse un voto, y con una sola intención: impedir que Graciela Fernández Meijide formara parte del poder.

-¿A quién votará en octubre? 
-Tengo unos candidatos maravillosos.

-¿Duhalde, Alfonsín, el padre Farinello?
-Nooo… Abrí un e-mail que se llama Vote bien. Allí los votantes pueden pedir una boleta igual a las oficiales. Idéntica. Pero con otros candidatos.

-Bernardo, déjese de fantasear. Hablemos en serio.
-Más en serio, imposible. Candidato para Buenos Aires… ¡Domingo Faustino Sarmiento! Candidatos para la Capital… ¡José de San Martín y Juan Bautista Alberdi! ¿Sabe por qué hago esto? Porque los políticos ruines se reparten los votos en blanco: 3 pesos para cada uno. En cambio, Sarmiento, San Martín y Alberdi (votos impugnados) impedirán que esa plata vaya a parar a bolsillos indeseables.

-Hace unos días, usted metió mucha gente en el Luna Park.
-Sí: según la Policía Federal, cuatro mil setecientas personas.

-No es poco, considerando que hoy su exposición pública es mucho menor.
-Es cierto. No hago televisión abierta desde el 96. Raro, ¿no?

-¿Por qué raro?
-¿No era que sólo los amigos de Menem estaban en televisión? ¿Y no era que Neustadt era un súper menemista?

-No me pregunte. En todo caso, se lo pregunto yo.
-No contesto. Punto.

-Cuando llegó, me dijo que venía de ver a Menem.
-Sí. Acabo de almorzar a solas con él y con Cecilia Bolocco.

-¿Cómo lo encontró?
-Entero. Te diría, casi demasiado entero. Demasiado porque esa quinta, que fue de Natalio Botana (yo la conocí entonces), perdió todo su esplendor, lo mismo que el barrio. Nada de lo que rodea a Menem es agradable, salvo Bolocco, claro. Sin embargo, él permanece indiferente al clima que lo rodea.

-¿Detalles llamativos?
-Me impresionaron las constantes caricias que le hace ella (caricias normales, de apoyo, digo). Me llamó la atención que jamás nombrara al juez Jorge Urso. Y me pareció muy, muy optimista. Tanto, que habló de su viaje a Siria, y hasta me contó que una tía suya le está enseñando árabe a Cecilia.

-¿Alguna frase digna del papel impreso?
-Dijo: "Si sigo en cautiverio…, llego a la presidencia. Me están haciendo una gran campaña política".

-¿Cómo pasa Menem sus días?
-Con una gran paz. Ve películas en video y lee mucho. Acababa de ver Gladiador, y sigue enfrascado en una biografía de Napoleón, del que me citó esta frase:
"En el fondo de cada timorato se esconde un gran maldito". Mientras almorzábamos, lo llamó Ramón Ortega.

-¿Lo llaman muchos?
-Se lo pregunté. Y también le pregunté si se borraron muchos. Sobre todo, gente a la que él favoreció.

–¿Y?
–No dio nombres. Dijo, “Y…, algunos se han portado mal”. Nada más. Fin del tema.

–¿A usted lo favoreció?
–¿A mí? Bajo Menem me presenté a cuatro licitaciones de radio… ¡y las perdí todas! Había que ganarlas con antecedentes profesionales, y yo (¡yo!) perdí con gente como Pierri, por ejemplo.

–Respecto de Menem y las deslealtades, ¿qué opina, Bernardo?
–Que se están juzgando con una vara digna de la Gestapo: el que fue al casamiento es un cortesano, y el que no fue, un traidor; el que lo visita en la quinta es un cómplice, y el que no, un desertor.

–¿Qué le reprocha a Menem?
–La reelección. El debió retirarse después de seis años de éxito, y contarle al mundo el milagro de la transformación
argentina.

–Usted, antes del 89, no creía demasiado en lo que ahora llama milagro.
–No creía nada. Es más: fui cruel con Menem. Lo ataqué sin piedad. En los intervalos de un programa perdí el equilibrio y lo llamé “mentiroso” y “sobrador profesional”. Pero me respondió con hechos: cumplió todo lo prometido.

–¿Le aconsejó que no intentara la reelección?
–Sí. Le dije: “Usted no va a bajar el gasto público, no va a achicar más el Estado, no va a convertir las provincias en regiones y no va a reducir el gasto político”. Y así fue. Ahora, mire el panorama: 5 mil millones de gasto político, 5 mil personas en la Cámara de Diputados, 9600 cargos electivos en un país de 36 millones de habitantes (los Estados Unidos tienen 8490, ¡y 300 millones de habitantes!), 70 concejales en la Capital, cuando Miami tiene seis. En los años 20, la Casa de Gobierno tenía 20 empleados, y hoy, 6 mil. En salud pública gastamos lo mismo que Francia, pero Francia está en el primer puesto, y nosotros, en el 75, ¡debajo de Colombia!

–Ahora, el hombre del timón (y frente a esa marejada) es De la Rúa. Abramos el capítulo De la Rúa by Neustadt.
–No lo voté. Primero, porque es radical, y los radicales creen que el tiempo lo cura todo. Me molesta la burla constante a su estilo, a su temperatura. Sobre todo, porque todos sabíamos cómo era: un hombre lento (gris, diría), timorato, irresoluto, sin poder de decisión. Sin embargo, usted no se imagina la contradicción que encierra.

–Realmente, no.
–Le cuento un cuentito. Neustadt llama a la Casa de Gobierno. “¿Me puede dar con el vicepresidente Alvarez?” Respuesta: ya no está.
“Entonces déme con el ministro Llach”. Ya no está. “¿Me da con Terragno”. Ya no está.
“Déme con Fernández Meijide”. Ya no está. “Entonces, con
Storani”
. Ya no está. “¿Y Flamarique?” Ya no está. “¿Y Gil Lavedra”. Ya no está.
“Pero, ¿quién queda?” Respuesta final: “Quedan Cavallo, Alfonsín y Menem. Pero Menem está
preso”
. ¿Qué me cuenta del timorato?

–¿Y aun así no lo votaría?
–No. Porque no me llena el ojo. Yo necesito un presidente atrevido, travieso (en el buen sentido), audaz.

–¿Le molesta el shusi con champagne, Shakira, etcétera?
–Me molestan cosas más importantes. Pero esas… me arañan, porque provienen de un gobierno que prometía moderación, austeridad, sosiego.

–Y las cosas de Menem, ¿lo arañaron?
–No. Porque las esperaba. Menem es un transgresor full time.

–Si, respecto del caso de las armas, lo paran en la calle y le preguntan Menem, ¿culpable o inocente? ¿Qué contesta?
–(Larga, larguísima pausa) Sin zafar (no soy zafaroni…), le digo que no conozco bien el tema. Pero no creo que cinco ministros se reúnan para delinquir. Pongo las manos en el fuego por Di Tella. Pregunto: ¿los jueces tratan de reivindicarse por lo que hicieron en el pasado? Porque Urso fue acusado de menemista y de figurar en la famosa servilleta de Corach. Pregunto: ¿hubo corrupción? Le diría que ambientalmente hubo corrupción, y algo peor: ostentación constante. Pero cuidado…

–¿Cuidado de qué?
–Cuidado, porque tampoco es posible vivir acusando, escrachando a medio mundo y gritando “¡Se acabó la impunidad!” sin pruebas ni condenas. La gente queda embarrada, y todo sigue igual. Pregunto: ¿Urso está empujado por su propio miedo a quedar preso en su causa por enriquecimiento ilícito? ¿El caso Menem es un modo de diluir el caso de las coimas en el Senado? Ojalá hubiera un mani pulite, pero en serio. Porque con sospechas permanentes no se arregla nada. Y el país sigue parado.

–¿No ve nada positivo?
–Nada. Prometieron bajar el presupuesto, y lo subieron. Prometieron terminar con la corrupción, y a los diez minutos, ¡el cuñado de Meijide! Quieren volver al Compre nacional. El alcalde está más cerca de París que de Buenos Aires. Hubo 26 policías muertos en cinco meses, y en cuatro, 160 bancos asaltados. Los jóvenes vuelven al tétrico eslogan “La única salida es Ezeiza”, y se van a trabajar de milicos a España.

–Stop. ¿Neustadt 2001, qué?
–Firmé con Crónica TV para hacer tres micros por día. Voy a llegar a gente a la que nunca llegué. Y en agosto aparece mi libro Lo viví, donde cuento cosas que, por prudencia o por pudor, aún no revelé.

–Capítulo final. Neustadt solo. Esta casa, que se llamó Tiempo nuestro, hoy se llama Tiempo mío. ¿Volverá a enamorarse, a casarse?
–Es difícil. No lo creo.

–¿Cambiar Nuestro por Mío es una forma de venganza?
–No. Claudia sigue siendo lo que era: una muchacha fuerte, creativa, inteligente. Además, uno no debe ser víctima. El cartel dice la verdad: ahora el tiempo es mío, y vivo mi tiempo.

–¿Pero la separación duele todavía?
–Tengo un gran poder de anestesia, de amnesia, para los momentos malos. Sólo me quedan los buenos recuerdos.

–¿Cómo capea la soledad?
–No estoy solo. Mia, mi perrita de raza georgie, me recibe a los besos cuando llego, y me despierta a los besos cada mañana.Un gesto donde se mezclan desencanto y -todavía- una pizca de esperanza: <i> .">

Un gesto donde se mezclan desencanto y -todavía- una pizca de esperanza: "No puedo creerlo: hay jóvenes argentinos que van a trabajar de milicos a España. Eso sí que es tocar fondo".

<i> Mia me recibe a los besos, y también con muchos besos me despierta cada mañana. Son dos momentos muy felices." ">

"No estoy solo. Cuando llego, mi perrita Mia me recibe a los besos, y también con muchos besos me despierta cada mañana. Son dos momentos muy felices." 

Neustadt y Claudia Cordero Biedma, juntos y sonrientes... en el pasado.

Neustadt y Claudia Cordero Biedma, juntos y sonrientes... en el pasado.

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