“Estoy orgulloso de ser argentino y de este equipo” – GENTE Online
 

“Estoy orgulloso de ser argentino y de este equipo”

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Soñé que el Pipita hace un gol esta tarde”, le dice Puli –uno de los amigos íntimos de Pocho Lavezzi que se instalaron en Brasil– a Jorge Higuaín. Se encuentran en el lobby del hotel de Brasilia, antes de salir a la cancha para el partido entre Argentina y Bélgica. “Si hoy corta la racha, nos comemos un tremendo asado, te lo prometo”, le contesta el papá de Gonzalo, al momento de salir hacia el estadio junto a su mujer, Nancy Zacarías. ¿Por dónde anda el plantel argentino a esa hora? Los jugadores ya están en la cancha. Se miran las caras. Saben que otra vez tienen la historia delante de sus narices. “Estoy cansado de comer mierda”, grita Javier Mascherano en su arenga. Masche ya acumula once victorias en Mundiales (las mismas que Messi) y se ubica a sólo una de las doce logradas por Maradona. Y no quiere esa foto derrotista de cuartos de final. En la intimidad del vestuario, Maxi Rodríguez se le acerca a Higuaín. Le toma la cabeza y le besa la frente: “Hoy cortás la racha, Pipa”, le augura La Fiera, y Gonzalo sonríe con esperanza. El goleador llevaba 530 minutos sin anotar para la Selección. ¿La última? El 13 de agosto, en Roma, frente a Italia. Después de un Mundial discreto, todos sus compañeros le tienen fe. También su técnico, Alejandro Sabella. No muchos más. Su familia sueña con su gol. ¿El se tiene fe? “Yo me siento bien. El gol va a llegar en un momento importante”, repite. Había que creerle.

“El delantero vive del gol”, decía Gonzalo Higuaín (27) en la conferencia de prensa previa, sin sacarle el cuerpo a la responsabilidad. Porque el grito sagrado se hacía desear como nunca... De todos modos, los argentinos de memoria débil olvidan –olvidamos– los 22 goles en 41 partidos que llevaba anotados. Más de medio gol por encuentro de promedio. Notable. El sábado 5 de julio, entró al estadio Mané Garrincha con una mochila de hormigón sobre los hombros. Más la del estigma de los cuartos de final...

MINUTO SIETE. Pipita recibe una pelota cruzada de Di María sobre el margen derecho de la medialuna del área y no lo piensa. ¡Pum! Adentro. Las rachas están para cortarse. Ya no parecía ese delantero pesado que anticipaban en cada bola los centrales suizos. En la tarde frente a Bélgica, es una Saeta barbuda que homenajea a su querido Alfredo Di Stéfano. Se mueve liviano, presiona, quita, gambetea... A los ocho minutos del segundo tiempo, arranca un contragolpe sobre la mitad de la cancha. Tiene a Enzo Pérez a la derecha para descargar, pero le tira un caño a Kompany y queda mano a mano con Courtois. Patea, la pelota supera al guardameta, travesaño y “¡Uhhhhh!” de todo el estadio. Pipita se gana la primera ovación. Esos que murmuraban, que no habrían dudado en sacarlo del equipo, ahora lo aclaman: “Olé olé, olé, Pipaaaa, Pipaaaa”. Argentinidad al palo. A los 80 minutos deja la cancha y se cae el estadio. Los brasileños ya no saben qué hacer para tapar a los argentinos. Es el héroe de la jornada.

Media hora después, Higuaín ingresa a la conferencia de prensa con el trofeo de jugador del partido. Por primera vez en este Mundial, no se lo lleva Messi. ¿Si lo vive como una revancha? “Siempre sentí el respaldo del cuerpo técnico. Y mientras Argentina siguiera pasando, estaba feliz, no me preocupaba. Hacer el gol, ayudar para clasificarnos a la siguiente fase, es una satisfacción. Pero lo más importante es cómo la pelea este grupo”, dice, humilde, sin pasar facturas.

CIEN POR CIENTO ARGENTO. Gonzalo Gerardo Higuaín (26) nació en el poblado de Brest, Francia, pero eligió jugar con la camiseta argentina. Ya desde bebé mostró de qué estaba hecho su temple: a los diez meses de vida, cuando su familia se instaló definitivamente en la Argentina, tuvo que superar una meningitis que lo mantuvo 20 días en terapia intensiva. Creció, se enamoró de la pelota y brilló en River, para después emigrar a Europa. Sobre el final de la conferencia de prensa, tiró una frase que gusta escuchar: “Hacía mucho tiempo que no estábamos entre los cuatro mejores del mundo. Es un privilegio. Estoy orgulloso de ser argentino y de pertenecer a este equipo”.

El sábado 5 de julio, Gonzalo no sólo cortó su racha; también quebró un paradigma. Volteó un pesado muro que Argentina no podía atravesar en los últimos cinco mundiales. Man of the match. Gol. Y clasificación histórica. Esta vez no nos cortaron las piernas, no hubo tiro de Bati en el palo ni jugadores llorando de rodillas. O sí, pero de alegría. Y todo gracias a ese derechazo de Gonzalo. Vale repetirlo: muchos lo hubiesen dejado fuera del 11 inicial. Por suerte, dirige Sabella.

Golazo de Gonzalo a Bélgica, a los siete minutos, para alimentar el sueño mundialista. Lo celebra con Messi y Di María, lo grita todo el país. El delantero jugó su mejor partido del Mundial, justo cuando más se lo necesitaba.

Golazo de Gonzalo a Bélgica, a los siete minutos, para alimentar el sueño mundialista. Lo celebra con Messi y Di María, lo grita todo el país. El delantero jugó su mejor partido del Mundial, justo cuando más se lo necesitaba.

La llevó Messi desde la mitad de la cancha, recibió Di María y quiso meter el pase para Zabaleta, pero rebotó en Vertonghen. Ahí la recogió Huguaín que, sin pararla, sacudió el derechazo fulminante. El arquero Courtois sólo atinó a mirar. Golazo, 1-0 y a seguir soñando.

La llevó Messi desde la mitad de la cancha, recibió Di María y quiso meter el pase para Zabaleta, pero rebotó en Vertonghen. Ahí la recogió Huguaín que, sin pararla, sacudió el derechazo fulminante. El arquero Courtois sólo atinó a mirar. Golazo, 1-0 y a seguir soñando.

El goleador llevaba 530 minutos sin anotar para la Selección. ¿La última? El 13 de agosto, en Roma, frente a Italia.

El goleador llevaba 530 minutos sin anotar para la Selección. ¿La última? El 13 de agosto, en Roma, frente a Italia.

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