“Estoy muy orgulloso de estos 23 guerreros” – GENTE Online
 

“Estoy muy orgulloso de estos 23 guerreros”

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El hombre de las palabras justas, abonado al gesto sencillo que desprecia las estridencias, tenía ganas de hablar. Pero no por él, qué va. Por más que varios opinólogos, en la previa del certamen, lo hayan subestimado. Por más que su figura, antes del Mundial, despertara más desconfianza que optimismo. Alejandro Sabella –ajeno a toda revancha personal– quería hablar de ellos, “de los muchachos”, como suele referirse a los 23 leones que conformaron el plantel argentino. Con la misma mirada apacible de siempre, se plantó ante los micrófonos. Y dijo: “Estoy muy orgulloso de los jugadores. Hicieron un Mundial extraordinario. Fue emocionante ver cómo se entregaron el uno por el otro, por el grupo, por la camiseta. Más allá del dolor de la derrota, se pueden mirar a los ojos, al espejo, y decir que dejaron todo”, afirmó el DT argentino, con un dejo de melancolía pero firme, convencido, realmente gratificado de haber dirigido a este equipo.

Sabella hizo un culto de esa unión grupal, que se percibía adentro y afuera de la cancha. Su sapiencia resultó fundamental para acompañar el talento de los futbolistas. Salvo en aquel primer tiempo contra Bosnia, donde él mismo reconoció su error táctico, nunca falló en los planteos. En la final, contra el equipo más poderoso, el gran candidato de la cátedra, se lució, dejando en evidencia las escasas falencias de los alemanes. ¿Qué faltó para conseguir la ansiada Copa? “Ser más efectivos, eso faltó. La eficacia para definir frente al arco rival. Y es algo fundamental en estos partidos tan cerrados”, opinó el entrenador. “Estamos amargados, tristes, porque cuando llegás a una final, indefectiblemente la querés ganar. Es natural. Pero también me siento satisfecho por la entrega de los jugadores. Fueron 23 guerreros, entre comillas, porque esto es fútbol. Dejaron el pellejo en la cancha, dieron hasta la última gota de sudor”, continuó Sabella, dejando en claro su sentimiento. Había, en sus ojos, un inconfundible brillo de orgullo.

Alejandro Sabella nació hace 59 años en Palermo; se crió en sus calles empedradas y desparejas, entusiasmado con el fútbol (que practicaba en las canchas de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires) y todavía con un ojo en la Facultad de Derecho, en la que empezó a estudiar. Pero después de pasar una prueba en River Plate, supo que el fútbol sería su destino. Chau abogacía. Había nacido un volante fino, de zurda elegante, con sobradas condiciones técnicas. Tras irrumpir en el Millonario, triunfó en Inglaterra, volvió al país para ser campeón con Estudiantes de La Plata –dirigido por Carlos Salvador Bilardo– y tras su retiro pasó a formar parte del cuerpo técnico que encabezaba Daniel Passarella. En 2009, ya capitán de su propio barco, fue el técnico que condujo a Estudiantes a ganar la Copa Libertadores. Llegar a la Selección, necesitada de un liderazgo claro y rotundo, fue un premio a su trayectoria. Y desde 2011 a esta parte, Sabella dio muestras de su pericia.

“Soy uno más del grupo. No me siento por encima de los jugadores: estoy con ellos”, dijo el DT después de la final. Todo un resumen de su accionar, de su liderazgo horizontal, que consolidó a un grupo que no llegó como favorito a la Copa. Y se fue subcampeón. Gestos cómplices (¡cómo olvidar aquella tarde en la que Lavezzi lo mojó en pleno partido!), clima distendido y la caballerosidad que, más allá de los resultados, siempre se encargó de enfatizar. ¿Reproches? Ninguno. “No hay nada que recriminarles a los jugadores. Hicieron un gran Mundial. Mañana será otro día...”.

A estas horas, parece improbable que continúe dirigiendo la Selección. Ya habrá tiempo de hacerlo oficial y, en caso de confirmarse, elegir a su sucesor (¿Diego Simeone? ¿Gerardo Martino?). Más allá de gustos y preferencias, el capítulo que cierra Alejandro Sabella ya tiene asegurado un sitial de privilegio. Su Selección le devolvió el orgullo a la patria futbolera. Y eso es mucho.

Junto a todo el plantel, después de una derrota que duele, pero que no hace perder el foco. Argentina jugó un Mundial excelente, el mejor desde 1990. Y Sabella –con su liderazgo– fue el gran  responsable.

Junto a todo el plantel, después de una derrota que duele, pero que no hace perder el foco. Argentina jugó un Mundial excelente, el mejor desde 1990. Y Sabella –con su liderazgo– fue el gran responsable.

La charla con los dos máximos referentes del equipo: Messi y Mascherano. A Leo le confió la capitanía del equipo. Y Javier es una especie de técnico dentro de la cancha, el que mejor transmite el pensamiento del DT.  Al parecer, éste daría un paso al costado.

La charla con los dos máximos referentes del equipo: Messi y Mascherano. A Leo le confió la capitanía del equipo. Y Javier es una especie de técnico dentro de la cancha, el que mejor transmite el pensamiento del DT. Al parecer, éste daría un paso al costado.

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