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“Estoy en manos de Dios”

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Arropado en el asiento de atrás de un auto, con la sonda bombeando oxígeno por la nariz hasta sus magros pulmones y la mirada perdida, casi suplicante, Roberto Sánchez (63) se desliza en silencio fuera del Instituto del Diagnóstico. Desde hacía casi dos años no dejaba ver su rostro. No puede ser Sandro el que viaja allí, rumbo a la casona de Banfield, después de un chequeo que lo tuvo internado casi una semana. Cuesta creerlo.

El, que fumó hasta cuatro atados de cigarrillos por día durante cuatro décadas –hasta que su cuerpo incubó un enfisema y dijo “basta”–, vive hoy en los programas que lo repiten moviendo sus caderas hasta el frenesí, en las fotos que atesoran sus fans, sus “nenas”. Las que rezan por él, porque, contra todo, ellas sí ven en ese hombre a Sandro.

Delante, poniéndole el pecho a la vida que se le escapa a su amor, va María Olga Garaventa (57), su esposa. La que escapó de su eterno bajo perfil para dar un dramático ultimátum, su mensaje en una botella arrojada a un incierto mar de esperanza frente a los micrófonos: “En este momento, su respiración aeróbica es del ocho por ciento”. Pero el pedido desesperado también se vuelve ejemplo, y Olga repite lo que le dijo su marido: “Les pido a los jóvenes que no fumen”. Y también, que “tomen conciencia sobre la importancia de la donación de órganos para salvar y mejorar vidas”.

El ídolo necesita, urgentemente, un doble trasplante simultáneo: pulmones y corazón. Está en la lista de espera del Incucai, pero la lucha es desigual: a la dificultad natural de encontrar un donante adecuado se suma que su grupo sanguíneo es negativo, uno de los menos frecuentes.

En 1998 confesó su enfermedad en GENTE y recordó el día en que su vida cambió para siempre: “Estaba en mi casa. Quise subir a mi habitación. Llegué hasta el séptimo escalón y estuve más de dos minutos para retomar el aire. Seguí adelante. Llegué al baño, me agarré de una mesita, me miré en el espejo y vi que me ponía azul. Entonces pensé: ‘Llegó el momento. Me entrego’. Sí, me resigné a morir”. Pero siguió.

El 17 de diciembre de 2002, la primera internación. Una neumonía aguda sentenció que tenía un 50 por ciento de posibilidades de vida. Pasó 20 días en una sala del Instituto del Diagnóstico. Y siguió. La escena se repitió, alarmante, en el 2005 y el 2007. Poco antes (el viernes 13 de abril por Civil, y un día después un cura bendijo los anillos) vivió su última gran alegría: se casó con Olga. Y estas páginas también fueron testigos de aquella felicidad. Por primera vez, además, mostró por dentro su inexpugnable mansión amurallada.

Después del último susto, volvió a hablar con GENTE: “Llegué al hospital a nueve minutos de morir y me salvé gracias a ella, a Olga, la leona que me tocó como mujer. Gracias a ella sigo vivo, y con ganas de vivir”. Sí: Sandro siguió.

Sin embargo, el último 19 de agosto, día de su cumpleaños, ya no salió a saludar a la puerta de su casa. En el barrio hace meses que no lo ven. No pide más, como solía hacer, las exquisiteces de la confitería Las Vegas, ni las comidas de La Quintana. Se recluyó a esperar la ilusión.

A veces, su voz llega sin aviso a alguna radio, como la AM 1470 radio Cadena, de Lanús, que emite los sábados A todo Sandro, donde confesó hace poco: “Prácticamente no puedo hacer nada... Si me llego a mover mucho, chau: ya tengo que entrar a reforzar el oxígeno. Estoy en manos de Dios; no estoy en manos de nadie”.

Es tiempo de rezar. De esperar con fe que el donante aparezca. Para que Roberto Sánchez –Sandro– siga haciéndonos creer que los ídolos nunca mueren.

“Quien se informa, se hace donante de órganos”

Martin Torres, vicepresidente del Incucai.
El profesional explica todo lo que debemos saber sobre esta práctica médica. Y señala que un solo donante puede salvar hasta diez vidas. Hoy, en nuestro país, 5.593 personas están en lista de espera para recibir un trasplante.

En la Argentina, 119 hospitales realizan trasplantes de órganos. Además, existen en el país 135 instituciones donde se practican operaciones de córnea y escleras; otras 86 donde se injertan tejidos, como válvulas cardíacas, piel y huesos; y 37 de trasplante de médula ósea. Al frente de semejante red de instituciones está el Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Su vicepresidente, el doctor Martín Torres, explica qué hacen y cómo se elige a quienes reciben lo que puede ser su última esperanza de vida.

–¿Por qué se llega a un trasplante?
–Primero debemos saber que es un tratamiento médico que permite el reemplazo de un órgano enfermo por uno sano, cuando aquel está en una fase terminal. Por eso hablamos de “insuficiencia terminal”. La sustitución puede ser hecha con órganos de donantes cadavéricos o vivos. En este último caso sólo puede ser uno de los riñones o un sector hepático, pero sí o sí donante y receptor deben tener una relación de parentesco consanguíneo o por adopción.

–¿Cómo se conforma una lista de espera?
–De acuerdo a la compatibilidad antropométrica (por edad, peso y altura) y tisular (dada por las características de las células) de los receptores de esos órganos. Son criterios universales, y la condición clínica significa que cuando un paciente está más grave o en lista de emergencia, va a tener prioridad.

–¿Y el orden de llegada?
–Es el último criterio que se utiliza. Si dos personas “empatan” en sus características antropométricas, en cuanto a su condición de emergencia y urgencia, y en cuanto a su compatibilidad sanguínea, recién ahí se decide por antigüedad en la lista de espera. Es importante entender que no todos los órganos sirven para cualquier persona, y si se siguiera un criterio de orden de llegada se caería en el error de darle un órgano a quien no le sirve. Estaríamos perjudicando la salud de ese paciente, perdiendo un órgano y negándoselo a quien sí podría servirle.

–¿Por qué se tiene la idea de que el trasplantado vive “a prueba”?
–Es increíble ese mito, cuando sólo en el 2008 se realizaron 1.273 trasplantes de órganos, un promedio de más de tres por día. Y eso sin contar los trasplantes de tejidos, que no es algo menor, porque el que los necesita los valora y espera con la misma expectativa que quien espera un órgano.

–¿Qué órganos y tejidos se trasplantan?
–Cuando hablamos de órganos, nos referimos a todo lo que necesita de irrigación sanguínea: hígado, riñón, pulmón, corazón. Y tejidos son los huesos, córnea, piel. Por ejemplo, la piel le puede salvar la vida a un quemado. El trasplante de hueso es un gran logro, porque antes, al que tenía cáncer en un hueso de una pierna, ésta se le amputaba. Ahora se le puede reemplazar con un hueso donado de un cadáver. Esos órganos y tejidos, en lugar de ser inhumados, pueden ayudar a que alguien viva mejor.

–Desde el momento en que se declara la muerte cerebral, ¿cuánto tiempo sirven esos órganos?
–Los órganos pueden ser mantenidos aproximadamente entre 24 y 48 horas, si se cuenta con las mejores condiciones. Y en nitrógeno líquido, a –180°C, tejidos como los huesos pueden conservarse por años; la piel algo menos. Pero las córneas no se pueden congelar y deben ser injertadas antes de los 15 días. Por todo esto decimos que una persona puede salvar hasta 10 vidas.

Por último, dos avisos: - Si alguien no deja en forma escrita la voluntad de donar, es importante que la familia sepa el punto de vista que, sobre el tema, tenía esa persona, porque serán los consultados a la hora de decidir. - La página web www.incucai.gov.ar se actualiza cada tres o cuatro minutos, y allí pueden verse las estadísticas, que se modifican online. Al cierre de esta edición, el número de personas que esperaban un trasplante era de 5.593. El viernes 20 por la tarde, Sandro sale de su internación en el Instituto del Diagnóstico y Tratamiento de la ciudad de Buenos Aires conducido por Pablo, el hijo de su mujer, Olga. Hacía casi dos años que no se lo veía en público.

El viernes 20 por la tarde, Sandro sale de su internación en el Instituto del Diagnóstico y Tratamiento de la ciudad de Buenos Aires conducido por Pablo, el hijo de su mujer, Olga. Hacía casi dos años que no se lo veía en público.

Movida por la desesperación, la esposa –acompañada por su hijo, Pablo– decidió hacer público su pedido: Sandro necesita urgentemente un trasplante de corazón y pulmones.

Movida por la desesperación, la esposa –acompañada por su hijo, Pablo– decidió hacer público su pedido: Sandro necesita urgentemente un trasplante de corazón y pulmones.

El ídolo y su musa en dos momentos bien diferentes: un brindis en la intimidad de su hogar, y Olga enfrentando por primera vez a los medios, ante la desesperada situación que atraviesa su marido.

El ídolo y su musa en dos momentos bien diferentes: un brindis en la intimidad de su hogar, y Olga enfrentando por primera vez a los medios, ante la desesperada situación que atraviesa su marido.

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