“Estoy en el lugar que quiero estar” – GENTE Online
 

“Estoy en el lugar que quiero estar”

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Hay algo en mi vida que me está llevando hacia lo clásico, tanto en lo personal como en el trabajo”, cuenta la actriz que logró popularidad y, por qué no, también prestigio. Es que, confía, le tocaron personajes inolvidables: fue Juana en Locas de amor, Carla en Campeones, Gaby en 099 Central y Ana María Gómez Tejerina en Mujeres asesinas. Enseguida, Julieta Díaz (que festejará sus treinta el 9 de septiembre) sigue hablando de lo que más le gusta, la actuación: “Cuando el personaje es lejano a mí, se ve más claro que estoy jugando a ser otra, y entonces me siento más cómoda. Tuve la suerte de que me tocaran personajes con carne, con los que se podía jugar mucho y componer”.

A la hora de ponerle la voz a su propia historia, la morocha no deja espacio a la improvisación. Mide cada palabra, se expresa con las manos, y ante cada pregunta desarma un espiral de explicaciones, en una apuesta por la claridad.

–El 9 de septiembre cumplís 30 años. ¿Estás en la etapa del balance?
–Sí, como todos. A los 20 decía que no quería formar una familia ni tener hijos. No sé si éste es el momento, pero recién ahora puedo imaginarme así en el futuro. Hace cinco años, la palabra marido no salía de mi boca, y hoy me suena tan natural… Pero no hay que desesperarse…

–¿Y cómo se hace?
–Me compro varios capítulos de Sex and The City y me río, pero sé que no es la vida que quiero para mí. Me doy cuenta de que lo que me sostiene son mis afectos: mi familia primaria, mis amigos, el círculo de trabajo –donde nos cuidamos entre todos, nos ayudamos–. Y voy a ir por más…

–¿Se pueden sostener a la vez una carrera intensa y una familia?
–Yo lo plantearía de otra manera: no se puede sostener una carrera si no tenés tu vida personal, espiritual y familiar, o como quieras llamarle, sólida. Es muy difícil, porque sin eso te sentís vacío. En realidad, lo ideal es que se dé todo junto. De todas formas, no quiero que mi carrera sea lo más importante en mi vida. Fantaseo con que me pasen también otras cosas trascendentales.

Hace silencio. Un largo silencio. Y pide a todos que se callen. No quiere ruidos. Tiene la mirada clavada en el televisor del bar. La imagen lo explica todo: están pasando los avances de la película La señal, el policial negro basado en la novela del fallecido Eduardo Mignogna que se estrenará el 13 de septiembre. En el film, Julieta interpreta a la enigmática Gloria y está acompañada por Ricardo Darín, Javier Bardem y Diego Peretti. Se ríe sola, y de sus picardías se acuerda…

–Ricardo Darín es la persona que más me ha hecho reír en mi vida. También Peretti, con el que ya había trabajado y teníamos más confianza.

–Se te ve feliz con la película.
–Es un clásico del cinema noir de los años 50’. Fue un desafío para mí, y creo que va a ser muy interesante para el público, porque no se ven muy seguido películas argentinas de ese estilo. Tiene todos los condimentos: los detectives, la mujer misteriosa, el enigma.

–¿Vas a ser la mala, la tramposa, la serpiente?
–Eso no te lo puedo decir. Lo que te adelanto es que Gloria no es tan lineal, aunque tiene comportamientos clásicos que hacen que el espectador espere o adivine lo que va a suceder. Aparece como una víctima, pero tiene matices y modulaciones. Pero sí, se muestra como una mujer misteriosa, que aparece para contratar a uno de los detectives (Darín), y termina teniendo con él algo así como una historia de amor, por llamarla de alguna manera.

–¿Cómo te sentís interpretando a esta mujer fatal?
–Me gustan todos los roles, porque mi trabajo parte de ser otro, y aunque uno trate de cerrar y definir los personajes, por suerte siempre tienen claroscuros. La loca de amor no era sólo una loca, era mucho más. Hay que ponerse al servicio del relato y no estar obsesionado con “hacer la renga de mi vida”.

Ahora, además, hace teatro: el viernes 31 de agosto estrenó La Celestina, el clásico de Fernando de Rojas en versión de Daniel Suárez Marzal, en el teatro Regio. La obra gira alrededor del amor entre Calisto y Melibea, que se concreta gracias a la intervención de una vieja prostituta y chismosa. Comparte escenario con Elena Tasisto y Sergio Surraco, su ex, con quien vivió un año y medio de noviazgo…

–¿Y cómo es hacer de novia de tu ex?
–De Sergio me separé hace más de ocho meses, y por suerte nos llevamos muy bien. Es muy buena persona, un gran profesional. Nos tenemos mucho cariño, así que está todo bien. Además, el grupo de trabajo es fantástico. El director, que en general es el que marca la energía de la obra, tiene una manera muy cálida de llevar adelante los ensayos y las funciones, así que nos contagia a todos. Es una obra que demanda mucho compromiso.

–¿Sentís que tu carrera está consolidada?
–Para mí, no es ésa la palabra justa. Sí, estoy en un lugar muy sólido y muy verdadero para alguien de mi edad. Estoy en el lugar que quiero estar y hago las cosas como quiero. Siempre tuve una relación de mucha sinceridad con el público. Hay un cariño y una transparencia mutuos.

–En tus frases se escucha la mesura…
–No me gusta la soberbia ni bajar línea, pero hay que hacerse cargo de que uno tiene un lugar de opinión. Hay un punto en el que siento que tenemos que dar un ejemplo, porque los medios son muy poderosos.

–¿Creés que a la gente le importa?
–Absolutamente. El público no te respeta solamente como actriz, le interesa cuáles son los valores que defendés, porque sus hijos están frente al televisor. La gente sabe quién es quién en los medios. Y elige todo el tiempo. Puede ver el chusmerío de la tarde y morirse de risa, pero cuando ve a Pablo Echarri haciendo Montecristo y hablando de los desaparecidos, sabe. Entiende que es un actor y un galán, pero también un hombre que se compromete y trabaja.

–¿Qué te pasa con la crítica?
–Me preocupa mucho más que la gente vea un espectáculo o una novela, que si un crítico dice que la película es excelente, o malísima. Me encanta cuando el público se acerca y te agradece. Con eso ya está. Sobre todo en el caso del teatro, porque la gente está en su casa y se viste, se baña, se toma el colectivo, hace las cuentas y a veces deja de hacer algo para poder ir a verte. Respeto muchísimo ese espacio que me dan en sus vidas. No me gusta la chantada.

–¿Tenés ganas de volver a hacer ficción en la tele?
–En algún momento sí. Tengo un par de propuestas, pero no puedo definir ahora lo que voy a hacer el año que viene. En realidad, tengo muchísimas ganas de hacer comedia. De hecho, estuve estudiando clown.

–¿Te considerás afortunada? ¿El éxito también es cuestión de suerte?
–La palabra suerte así, solita… Creo que las cosas pasan por algo. Cuando te sucede algo en la vida tiene que haber una razón. Me encanta la astrología. Me crié entre astros, porque mi mamá es astróloga, pero las cartas no, porque me dan impresión. Les creo demasiado (risas). También confío mucho en la intuición y en la sensibilidad de algunas personas. Por eso escucho siempre sus opiniones.

–¿Qué otros cambios llegan con los casi 30?
–Desde hace ocho meses soy vegetariana, por cuidar mi salud y por piedad hacia los animales. Y me empezaron a gustar las plantas. Necesito del verde, tengo otra conexión con la naturaleza. Es como que estoy preparando la casa, ¿no? Falta la pareja.

–Y los hijos…
–Sí. Pero mejor vayamos paso a paso.

Creció entre bambalinas con un papá actor (Ricardo Díaz Mourelle) y los consejos de una mamá astróloga (María Núñez). Hoy confía en su intuición.

Creció entre bambalinas con un papá actor (Ricardo Díaz Mourelle) y los consejos de una mamá astróloga (María Núñez). Hoy confía en su intuición.

“<i>A los 20 decía que no quería formar una familia ni tener hijos, pero ahora puedo verlo en mi futuro: me dan ganas de algo más. Hace cinco años, la palabra marido no salía de mi boca, y hoy me suena tan natural…</i>”

A los 20 decía que no quería formar una familia ni tener hijos, pero ahora puedo verlo en mi futuro: me dan ganas de algo más. Hace cinco años, la palabra marido no salía de mi boca, y hoy me suena tan natural…

“<i>El público no te respeta solamente como actriz. Le interesa cuáles son los valores que defendés, porque sus hijos están frente al televisor. La gente sabe quién es quién en los medios. Y elige todo el tiempo</i>”.

El público no te respeta solamente como actriz. Le interesa cuáles son los valores que defendés, porque sus hijos están frente al televisor. La gente sabe quién es quién en los medios. Y elige todo el tiempo”.

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