“Este hijo no llega para unirnos, fue concebido en un momento de mucha unión” – GENTE Online
 

“Este hijo no llega para unirnos, fue concebido en un momento de mucha unión”

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Fue una sorpresa, la mejor. Es que en la vida, lo menos buscado, lo que sorprende, es lo más gratificante”. Guillermina Valdés (36) sonríe con franqueza y se incorpora para cebar otro mate. Apenas si se le nota la pancita de tres meses pero todos hablan del hijo que espera junto a Marcelo Tinelli (53) como “el embarazo del año”. Ella aprendió –en medio de su “tsunami” personal del 2012– que ni la mirada ajena ni el fracaso son tan importantes cuando uno siente que hizo las cosas bien. Que el Universo le gana casi siempre a los planes; que a veces hace falta “resetear” para estar en armonía; y que, al final, también casi siempre, todo se acomoda. “No, no fue buscado, pero sí muy bien recibido –confiesa–. Estamos felices: este bebé es un regalo para todos, para sus hermanos, para su papá, para su mamá…¡un hijo es la sorpresa más linda del mundo!”

–No lo esperaban, ¿cómo se enteraron?
–Yo soy muy regular, y si tengo tres o cuatro días de atraso, no puedo conciliar el sueño. Es mi cuarto embarazo, me sentía muy rara, así que me di cuenta rápido. Cuando me hice el test estaba de cinco semanas.

–¿Fue cuando volvieron de Italia?
–Sí, ese viaje fue mágico, luminoso: no tenemos dudas de que este bebé es tanito o tanita. Cuando volvimos, yo tenía un evento de prensa de Valdez (la marca de zapatos que creó en sociedad con su íntimo amigo, Fabián Paz) y pensé “debo estar durmiendo mal por los nervios de la presentación”. Es que era fuerte, los tests dan un poco de miedo, no dejan mucho margen de posibilidades, es por sí o por no y el sí es muy definitivo. Y la realidad es que ésta es una relación que está empezando, con pasos muy seguros y con mucho amor, pero era toda una revolución.

–Bueno, pero, pese al tiempo que estuvieron separados –entre noviembre y enero últimos– hace más de un año que están juntos.
–Fue muy difícil, mucha la movida que hubo que atravesar. En un momento no pudimos y cuando nos separamos yo pensé que realmente se había terminado. Estaba entera, porque en medio del “tsunami” que fue el 2012, sentía que había hecho las cosas bien. Después tuvimos la oportunidad de volver a empezar... Por eso cuando dicen que cumplimos un año, o él mismo dice que hace un año que estamos juntos, yo me río: “¿Cuándo cumpliste un año conmigo, caradura?”. ¡Para mí estamos de novios desde enero!

–¿Este hijo tiene que ver con ese volver a empezar?
–En parte sí, pero no creo que esté bueno que cargue con ese peso. Yo creo que este hijo es la apuesta de un amor fuerte y puro.

¿En qué momento te hiciste el test? ¿Estabas con él?
–Estábamos en una comida en lo de Marcelo. Una amiga me lo había comprado –con todas las veces que me habían embarazado, ¡si iba yo era un incendio!– .Yo pensaba hacérmelo a la mañana siguiente, pero no aguanté y fui en plena reunión. Cuando vi que era positivo casi me desmayo… Volví a la mesa y no dije nada, pero no podía sostener ninguna conversación: fue como si se me hubiera caído el sistema.

–¿Y qué pasó cuando se quedaron solos?
–Fue fuerte. Más allá de que uno se cuide o no, la llegada de un hijo siempre genera cosas intensas. No soy de las que creen que en las relaciones hace falta tener hijos para confirmar el amor, pero en nuestro caso se dio así y ¡bienvenido sea!

–Más allá de no esperarlo, ¿en algún momento habían fantaseado con la idea de un hijo juntos?
–Yo creo que no estaba en el plan desde lo mental, pero sí desde lo Universal. Que lo fuerte y lindo que es lo nuestro se tenía que expresar y se expresó. Y lo mejor es que nos llega en una etapa madura, donde nos encontramos desde quién es cada uno más allá de un proyecto familiar concreto que puede tener una pareja. Tenemos una relación de mucho encuentro, que no es pensada ni planeada, fluye desde un lugar orgánico; no porque me crea eso de ser “el uno para el otro”, sino porque el nuestro es un vínculo puro, desde la conexión absoluta y sin enrosques.

–¿Quiénes fueron los primeros en saberlo?
–Mica (24) y Cande (22), las hijas mayores de Marcelo; mi mamá –Sandra–, mi hermana –Lucía– y unos pocos amigos. Con los más chicos queríamos esperar hasta cumplir los tres meses, pero nos ganaron las noticias y hubo que adelantarlo.

–¿Y cómo reaccionaron?
–Marcelo tiene unos hijos increíbles. Verlo como padre me ayuda a ser mejor madre, es una parte de él que admiro muchísimo. Las chicas son de tan buena madera, tan diferentes entre ellas y tan sensibles. Todos lo tomaron con alegría. Nosotros teníamos un poco de miedo por las más chicas de los dos –Juana (10) y Helena (8)–, y en cambio se pusieron felices: nos dijeron que siempre habían querido tener otro hermanito para dejar de ser las menores.

–¿Y los tuyos?
–Mis tres hijos –Dante (12) y Paloma (11), además de Helena– lo sienten como un hermano, ninguno está midiendo si es hermano parcial o total. Obvio que contarles fue difícil, pero lo naturalizaron. Soy su mamá y ellos entienden que estoy bien, al lado de una persona que me cuida, y no juzgan ni cuestionan. Me cuidan mucho ellos también ahora: si me enojo o los reto por algo, me dicen: “Bueno, mamita, quedate tranquila, no te preocupes, pensá en el bebé”. Ya sé que va a durar seis meses nada más, pero lo disfruto… Me tocan la panza, se pasan de cama y me ponen todos las manitos arriba. El otro día estábamos todos tirados mirando tele y pensé: “Qué fuerte, ahora somos cinco acá”. Es muy loca la vida. Voy a ser madre otra vez: cuando mi cuarto hijo arranque con el jardín, los tres más grandes ya van a estar en secundaria.

–¿A tu ex (Sebastián Ortega, 40) se lo contaste vos, o hablaste con alguien de su familia para ver cómo manejaban el tema con los chicos?
–No. Sigo sin hablar con él. Es una elección suya y para un vínculo se necesitan dos personas: aunque me gustaría que tuviéramos una relación distinta, no puedo seguir forzando las cosas. Hacen falta dos para bailar el tango. Lamentablemente, hace más de un año que nos comunicamos por medio de su secretaria, algo insostenible, porque hay cuestiones que se tienen que arreglar y decidir entre los padres.

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Luminosa y feliz, Guillermina cuenta que la noticia del embarazo fue un shock, pero también que siente que este bebé traerá mucha alegría y será “un gran maestro” para su papá y para ella.

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Curvas perfectas, piernas de vértigo, sonrisa angelical y una mirada que atraviesa. Una ecuación explosiva y difícil de explicar en una madre de 36 años, que espera su cuarto hijo.

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“El viaje a Italia con Marcelo fue mágico, luminoso: no tenemos dudas de que este bebé es tanito o tanita. El tiene muchas ganas de volver a ser papá, y sé que va a ser muy presente, porque así es con el resto de sus hijos”

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