Era tanta la alegría que no tuvo reparos en confesarle a GENTE sobre el mismísimo césped de la Bombonera: “Sí. Este es uno de los títulos que más festejé en mi vida: lo celebré como un chico”. Y mientras hablaba, con la vista perdida en las dos populares repletas de gente de Boca, hacía flamear una bandera azul y oro como si se tratara de un hincha más. Es más, en un momento, cuando vio al rítmico Claudio Morel Rodríguez ensayar algunos pasos de comparsa, casi se anima a imitarlo. Pero finalmente desistió, le dejó su bandera al Negro Hugo Ibarra, y caminó al lado del equipo cuando el bicampeón del fútbol argentino empezó a transitar su vuelta olímpica. Esa que no había podido dar en la cancha de Independiente por culpa de algunos fanáticos que en lugar de respetar el logro visitante rompieron sus propias plateas de madera para arrojarlas a la cancha y evitar cualquier festejo.
Y fue por este motivo, por seguridad, que Mauricio Macri decidió no ir a Avellaneda y quedarse a gritar los goles de Rodrigo Palacios y Martín Palermo en su casa. “Nos habían invitado, pero hablé con Mario Torres, el jefe de seguridad de Boca, y me comentó que los pasillos por donde debíamos pasar eran muy chicos y bastante complicados. De allí que preferí no ir”, confesó el presidente xeneize antes de dejar aflorar –como pocas veces se lo vio de manera pública– su pasión futbolera. Es que interiormente sabía que éste, el título número 14 que consigue en una década de gestión, puede significar uno de los últimos si en 2007 decide volcarse definitivamente a la campaña por la Jefatura de Gobierno porteño.
Por eso Macri preparó este festejo sorpresivo con aire europeo, a bordo de un ómnibus descapotable como los que utilizan el Manchester, el Bayern Munich o el Barcelona para celebrar sus títulos: “Fue emocionante recorrer las calles de Buenos Aires y dedicarle el torneo a la gente. Sin dudas, somos legítimos campeones. Merecíamos un festejo así, bien a lo grande, bien a lo Boca. Volvimos a demostrar que gracias a una gestión seria y ordenada, nuestra institución se ha convertido en una de las más ganadoras del mundo. Por eso lo quise celebrar así, junto al plantel y al cuerpo técnico que en tan sólo un año nos regalaron cuatro títulos”, confesó Mauricio mientras saludaba a cada jugador.
Y cuando llegó a la mitad de la cancha, se acercó al técnico, Alfio Basile, y después de un abrazo interminable, lo felicitó por la conquista y lo llenó de elogios. Luego le anticipó a GENTE que Boca tiene técnico para rato: “Ya se metió en la historia grande. Hay que buscar mucho en las estadísticas, y no sé si existe en el fútbol argentino un técnico que haya ganado el cien por ciento de lo que jugó: en un año, la Recopa, La Sudamericana, el Apertura, el Torneo de Verano y ahora el Clausura. Coco se merece el respeto y el reconocimiento de todos los boquenses. No tengo dudas de su continuidad al frente del equipo. Si sigue ganando como hasta hoy, vamos a tener que hacerle un contrato por 50 años”.
Macri al frente del micro descapotable, haciendo flamear una bandera azul y oro, justo frente al Obelisco.
