Si habrá crecido la Chiqui, que detrás de esa puerta se van a encontrar con varios hombres y mujeres que ni la política ni el espectáculo pudieron juntar”, dice Rosa María Juana Martínez Suárez, la mujer que todos conocemos como Mirtha Legrand. Son las 22.30 del 23 de febrero de 2007 y la estrella que nació con el cine –“no con la televisión”, como ella se encarga siempre de aclarar– ingresa al Salón Real del hotel Costa Galana, donde va a celebrar un nuevo cumpleaños. Allí la espera una mesa gigante de estilo imperial, repleta de canutillos partidos y rosas, como ella pide cada año. Y sus invitados, claro: el vicepresidente de la Nación, Daniel Scioli, junto a su mujer, Karina Rabolini, el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, el diputado Francisco de Narváez, los gobernadores Alberto Rodríguez Saá (San Luis) y Jorge Sobisch (Neuquén), el diputado Francisco de Narváez (quien donó un 0 kilómetro que se rifó entre los invitados), el intendente local, Daniel Katz, y María del Carmen Alvarez Argüelles, no sólo la dueña de casa, sino también presidenta de la Fundación del Hospital Materno Infantil Victorio Tetamanti de la ciudad balnearia. Aunque los candelabros de plata son el detalle necesario para coronar la presencia de una diva, la homenajeada se encarga de aclarar: “Este es el cumpleaños de una estrella, no de una diva. Así me hace sentir la gente y así prefiero que me digan…”.
A unos metros están sus amigas: Graciela Borges, que llegó manejando su nueva 4x4 desde Buenos Aires, y Teté Coustarot, acompañada por el arquitecto Guillermo Rosales, un amigo de Marcela Tinayre que vino desde París para el cumpleaños de la señora. Fueron 600 los invitados que pagaron una tarjeta de 290 pesos cada uno y cuya suma total fue donada a la Fundación.
La previa. “¡Este año no puedo faltar en el cumpleaños de la Chiqui! Me tomo un avión privado”, palabras más, palabras menos, le dijo Susana Giménez a Marcela Tinayre a comienzos de semana. Por eso, la fiesta de Mirtha comenzó el jueves por la noche. Nacho Viale le organizó a su abuela una mesa íntima con su gente más querida: su nieto Rocco y su bisnieta Ambar, Teté Coustarot, Lucía Galán y Sofía Neimann. Pero el tercer piso del Costa Galana se revolucionó con la entrada de Susana. “Este año vuelvo a la tele, pero no te preocupes, que no vamos a competir…”, le comentó Su a su amiga Mirtha, feliz con la sorpresa. Dicen que Marcela intentó hacer de celestina entre Lucía Galán y su cuñado, Federico Gastaldi. Pero también dicen que el corazón de la Pimpinela está ocupado, tanto que regresó a Buenos Aires en el avión privado de Susana para encontrarse con su nuevo amigo, Pablo Alarcón. Por último, a la hora cero del viernes, Juanita Viale se comunicó con su abuela desde Nueva York, donde se encontraba acompañando a su novio, Gonzalo Valenzuela.
El gran dIa. El viernes, Mirtha se despertó con 150 ramos de rosas que llegaron al hotel. Y durante todo el fin de semana continuó recibiendo regalos: cerca de 20 anillos, 30 carteras, varios veladores, mates y 65 arreglos florales más que arribaron sobre el inicio del programa. Lo mejor vendría por la noche…
Es cierto: Guillermo Andino fue el anfitrión de la fiesta del viernes, pero los hilos de la noche fueron manejados por Mirtha en persona. Así, dio paso a los invitados que animaron la fiesta: Sergio Denis, Iliana Calabró, Carmen Barbieri y Miguel Angel Cherutti. Y también a sus ácidos comentarios de siempre: “Francisco de Narváez será el dueño de mi canal, pero no puedo decirle ‘gobernador’, porque en mi mesa tengo a otros dos candidatos”, dijo en un guiño a Scioli. El gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, muy elegante con un traje Armani, estuvo muy atinado: “Los argentinos nos dividimos en porteños y provincianos, peronistas y radicales. Pero al mediodía todos almorzamos con Mirtha Legrand”. Por su parte, el ministro Ginés González García –tan racinguista como la cumpleañera y el conductor de la noche– aprovechó para no ser menos y le entregó a la señora la llave de una ambulancia y un electrocardiógrafo para la Fundación.
La fiesta fue adquiriendo su color definitivo después de las dos de la mañana, cuando comenzaron a llegar los elencos de los teatros. Estuvieron todos menos Nito Artaza –que junto a su mujer, Cecilia Oviedo, prefirió no cruzarse con la familia Cherutti–. Mirtha se dio el gusto de juntar a Moria Casán y Carmen Barbieri, quienes protagonizan la pelea de fondo del verano teatral. Eso sí, ellas mismas se encargaron de aclarar: “No estamos peleadas, pero no coincidimos en nada”. Tan poco coincidieron que en el momento del tango Uno, interpretado por Cherutti, Moria decidió levantarse de su asiento.
Broche de oro. “Fundación Felices los Rossi, diez pesos la foto con Iliana Calabró”, bromea Fabián Rossi, marido de la ganadora de Cantando por un sueño. Pero los que realmente se beneficiaron fueron los chicos del Hospital Materno Infantil. Mirtha –luciendo en su mano el anillo de brillantes, obsequio del presidente de Editorial Atlántida, Contancio Vigil (h), y el director de GENTE, Jorge de Luján Gutiérrez– anunció una recaudación cercana a los 360 mil pesos. “Fue una noche de esas que una piensa: ‘Ojalá se repita’”, dijo Chiquita antes de cerrar la velada. Y, a las cinco de la mañana, cuando ya estaba en su suite, pensó: “Al final, debe ser cierto que traigo suerte”…
Mirtha sopla la velita en compañía de Linda Peretz y de su hija, Marcela Tinayre. Detrás, su productor, Carlos Rottemberg.
Mirtha y su vestido de Iara en satén, con flores de seda, canutillos y chal.
Marcela y Karina Rabolini fueron las primeras en salir a la pista de baile.
