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Estas divas patean el tablero de Hollywood

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Las reglas no escritas de Hollywood son brutales, ineludibles para quienes quieren triunfar y crueles hasta el infinito con quienes las quiebran. Ser una starlet significa dejar de vivir la vida para entregarse al culto soberano de la estética. Flacura infinita con esqueleto marcado apelando a dietas de diverso origen y miles de abdominales por semana. Piel perfecta a fuerza de botox, cirugía, lifting químicos y masajes. Horas y millonadas de dólares dejados en el gabinete de la mejor cosmetóloga. Si todo lo dicho se cumple a pie juntillas también se puede caer en desgracia. Y si no, que lo digan las divinas ¿ex divinas? de Sharon Stone y Michelle Pfeiffer. La primera pasó de sex-symbol absoluto a matrona y la segunda del piano de Los Fabulosos Baker Boys a ser una olvidada con la cara inflamada por el colágeno que por ahora parece no interesarle a los proyectos del cine más caro del mundo.

Pero en medio de los cánones impuestos aparecieron las rebeldes. Chicas emancipadas de los grandes intereses que marcan tendencia. Veamos.
Renée Zellweger se hizo famosa en el 94 cuando protagonizó Jerry Maguire con Tom Cruise, aunque la película que la llevó a la popularidad total fue El Diario de Bridges Jones que la hizo figurar entre las candidatas al Oscar por primera vez. Para hacer el papel de Bridge, una chica soltera, divertida y fracasada con los muchachos debió engordar varios kilos. Aunque luego adelgazó un poco, ahora está en la dulce tarea de asustar a la balanza porque se viene la segunda parte de El Diario... y ella está engordando encantada para éste filme. Renée está feliz, relajada y la despensa se le volvió una buena amiga. Además, le pagan y mucho (20 millones de dólares) mientras ella luce sus kilos como si fuera una condecoración, nada de vestidos que disimulen ni colores que afinen.

Liv Tyler es bastante más directa en su defensa de los kilos que, supuestamente, le sobran. Cuando filmó la trilogía El Señor de los Anillos, los productores le pidieron que adelgazara. No podía tener más de 60 kilos y ella, enamorada del proyecto, hizo dieta, gym y masajes reductores hasta el agotamiento. Terminada la película se tiró de palomita a la comida. Pasó de 60 a 76 kilos. Los popes del cine presagiaron el final de la carrera cinematográfica de la espléndida hija del cantante de Aerosmith, el eterno Steven Tyler y la ex modelo y chica Play Boy, Bebe Bluel. Liv, decidida y desafiante largó lo suyo: "Ya viví pendiente de la fama de mis padres, después del estúpido mote de Lolita y hoy quieren que pelee contra los kilos. De ninguna manera. Para mí es mejor estar gordita, me gusto, soy una mujer entera, no un palo y cuando me llamen para hacer algo será por mis verdaderas condiciones de actriz". Claro como el agua.

Kate Winslet nunca fue flaquísima. Cuando protagonizó Titanic dio perfectamente con el estilo de mujer que se llevaba en la época en la que el barco se hundió. Después de la filmación recibió sugerencias referidas a su afición a los postres, ella no los escuchó. A fines del año pasado defendió con orgullo sus rollitos. La edición británica de la prestigiosa revista GQ la puso en su tapa. Los editores se tentaron con el photoshop y le sacaron varios kilos hasta dejarla esbelta como, supuestamente, debe ser una estrella. Kate, inmediatamente dio a conocer un comunicado quejándose por el cambio que le hicieron a su cuerpo. Ella no quiere ocultar sus kilos. Se los ganó en buena ley.

También está la contracara. Hay estrellas capaces de invertir y mucho en tiempo y dinero para lucir como se debe. Julia Roberts ya está en el extremo de tener un nuevo rostro. Se hizo lifting, se puso pómulos, su boca tiene muchos centímetros de colágeno, su cosmetóloga le dedica tres sesiones semanales de masajes linfáticos y cada vez que tiene un compromiso va a su cirujano para que le aplique botox y le borre cualquier seña de cansancio. No en vano es la actriz mejor paga de Hollywood. Por su última película La Sonrisa de Mona Lisa ganó 15 millones de dólares.
Nicole Kidman además de su estampa casi transparente, cuidada hasta el extremo de no comer en público, hizo de su cara un muestrario de lo que el botox y la cirugía pueden lograr. Sus cejas altas y pómulos marcados son elocuentes.

Catherine Zeta Jones siempre supo que "pertenecer" al mundo de Hollywood tiene sus reglas y ella las cumple. Tiene dos hijos con Michael Douglas y después de cada parto se sometió a diversas dietas hasta convertirlas en una obsesión. Se hizo liposucciones, lifting, se pone botox cada seis meses y todo sin la menor muestra de sacrificio. Para estas divas hay cosas que están lejos del sufrimiento, acercan mucho a la eternidad. O ellas lo creen.

Liv ya es famosa, millonaria y no teme perder prestigio y trabajo por no tener el peso que indican las normas impuestas.

Liv ya es famosa, millonaria y no teme perder prestigio y trabajo por no tener el peso que indican las normas impuestas.

Renée es otra de las divas que luce sus kilos sin complejos.

Renée es otra de las divas que luce sus kilos sin complejos.

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