Hubo un tiempo que no fue hermoso. ¿Te acordás, Pato? “No me interesa buscar revanchas”, dice Roberto Abbondanzieri (33). Hace tan sólo veinte días, las críticas se imprimían en letras de molde: “Abbondanzieri no tiene nivel de selección”, “El arco de Boca no es igual que el de la Argentina”, “El arquero es lo más flojo del equipo”…
¿Acaso olvidaron que sos el arquero más ganador en la historia del fútbol nacional? Entonces, su hijo Ernesto ni siquiera lo tenía en su álbum de figuritas del Mundial. “Yo pensaba: ‘O soy la difícil o no me pusieron’. La idea de ser la difícil no me disgustaba, pero… ¿y si no aparecía más? Le compré mil paquetes y, por suerte, al final le tocó la mía”, recuerda el Pato. Quienes conocen la intimidad de la familia Abbondanzieri, juran que el arquero de la Selección nacional una tarde se quebró. Ocurrió en la chacra de Bouquet, provincia de Santa Fe, durante una charla con algunas lágrimas junto a Carlos, su padre. “Ese fue el punto de inflexión”, aseguran.
El Pato ahora está afónico. “¿Viste el gol que hizo Maxi? No podía parar de gritar…”, dice. La zona mixta del Zentralstadion está colmada. Ahora todos coinciden que Roberto Abbondanzieri fue figura en la victoria frente al seleccionado mexicano. ¿Quién va a ser el primero en desplegar la bandera de “Perdón, Pato”? A continuación, sus primeras declaraciones luego de una victoria que resultó más difícil de lo pensado: “Fue muy importante ganar este partido, porque por primera vez estábamos en desventaja en el Mundial y lo pudimos dar vuelta. Yo estoy muy tranquilo. Personalmente siento que les estoy devolviendo algo a todos los que me apoyaron y confiaron en mí. Sobre todo a mi familia, que me está acompañando en Alemania y me bancaron en los tiempos difíciles. El partido resultó difícil. Igual creo que si bien México fue el que tuvo más la pelota, no nos creó muchas situaciones de gol. Las únicas dos difíciles fueron las de Borguetti. El mano a mano fue clave, porque si nos metían ese gol, se iba a poner complicado ganarles. Fuimos a festejar con la gente, porque se lo merecía. Sé que están haciendo un gran esfuerzo al venir a alentarnos y, adentro de la cancha, nosotros los necesitamos”.
El Pato cambió buzo con Oswaldo Sánchez, el arquero mexicano. Ahora luce la remera blanca, sin mangas, con la foto de sus hijos estampada sobre el pecho. Son Camila (14), Ernesto (10) y Felipe (5), la prole Abbondanzieri. Imposible no reconocerlos: están en cada uno de los partidos de la Selección, alentando desde la tribuna junto a su madre Evangelina (33). Y compartieron el Día del Padre con el Pato en el café Bistró Am Markplatz, hubicado frente a la plaza central de Erlangen, a 12 kilómetros de donde concentra la Selección. “Esta remera no la cambio con nadie, es mi única cábala”, insiste el arquero. Y se despide con una sonrisa. Hasta el viernes, en Berlín, partido de cuartos de final, contra Alemania. ¿Demasiado difícil? “Atajar en el Mundial es el gran trabajo de mi vida. Y me quiero quedar en Alemania hasta el 9 de julio, el día de la Final”, define.
El Pato festeja el triunfo frente a México y la clasificación a cuartos de final. Y luce sobre el pecho, orgulloso, la foto de sus hijos Camila, Ernesto y Felipe.
El domingo 18, Pekerman dio la tarde libre. Los Abbondanzieri (el Pato, los chicos y mamá Evangelina) celebraron el Día del Padre en un café de Erlangen.
“Siempre llevo la foto de mis tres hijos bajo el buzo”.
