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Esta pasión no merecía sufrir tanto

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Sólo a los hinchas de Racing se nos podía ocurrir. En los días previos a los partidos por la Promoción frente a Belgrano de Córdoba, un grupo de fanáticos de la Academia quiso reeditar un hecho único en el fútbol mundial: llenar dos canchas el mismo día. Ya no para festejar un campeonato, como el 27 de diciembre del 2001, sino para despertar –juntos y a los gritos–, de una pesadilla: la posibilidad de descender de categoría por segunda vez en su historia. En pocas horas, reunieron 75 mil pesos y contactaron a dirigentes de tres clubes de Primera División para alquilar un estadio. Los rechazaron por “cuestiones de seguridad”. Optar por una cancha del Ascenso habría sido un mal augurio. El plan, entonces, quedó trunco, pero el deseo de seguir en Primera se cumplió: el domingo 29 de junio, Racing venció por 1 a 0 al Pirata cordobés, Belgrano, con gol de Maxi Moralez, y, como había empatado de visitante cuatro días antes, ganó la serie. Sufriendo, superado en el juego, pero con toda la suerte que había escaseado durante el campeonato.

En las tribunas circulares, 45 mil hinchas nos quedamos gritando por cinco minutos. Ni uno más. No había nada que festejar: la Promoción no es un campeonato. Pero sí estaba el estadio lleno, las entradas agotadas, para demostrar –si hiciera falta– la verdadera dimensión de Racing: último en el campeonato, pero tercero en recaudaciones, detrás de River y Boca, en ese orden. La televisación, a TyC Sports, le reportó 12,6 puntos de rating, más que lo obtenido por cualquier programa de la televisión abierta a esa hora. No hace falta ningún cartel (y mucho menos uno que tiene una cancha... ¡vacía!) para darse cuenta de quién es quién al bajar el Puente Pueyrredón y entrar en Avellaneda.

CUESTION DE FE. Seis horas antes del final feliz, a pocas cuadras de allí, en la Parroquia Natividad de María, en Barracas, pintada de celeste y blanco por hinchas de la Academia, un sacerdote de 40 años, vestido de rojo, daba la misa de 11, en el día de San Pedro y San Pablo. “¡Justo hoy me tengo que vestir así!”, dirá luego. El padre Juan Gabriel Arias, casi al terminar la ceremonia, pidió por Racing, “que estamos en el horno”. De la manga de la sotana asomaba un reloj inconfundiblemente académico. En su brazo derecho, un tatuaje de Jesús, pero en vez del Sagrado Corazón, el escudo de Racing. Es, sin dudas, uno de los hinchas más queridos. El que salvó a muchos barras del alcohol y la violencia en las reuniones de Alcohólicos Anónimos que se hacen en su parroquia. “Hubo una época donde un grupo de delincuentes quiso tomar el control de La Guardia Imperial (nombre con el que, desde 1958, se conoce a la hinchada de Racing): había dos hinchas y el resto eran pistoleros... Pero la gente los echó, directamente. Hoy, la barra es bastante tranquila”, explica.

Desde 2003 hasta 2006 estuvo misionando en Chibuto, Mozambique, Africa. “Trabajaba en el campo, en medio de la selva, sin agua, sin luz... Era el único blanco en toda la zona. Tenía un auto que era ambulancia, coche fúnebre, camión de mudanzas, todo... Mucho trabajo, pero reconfortante”. Allí viajó con su pasión por Racing, y cinco juegos de camisetas celestes y blancas. “Ahora son todos hinchas de Racing, pero mal –ríe–. Los llevaba a jugar contra otras aldeas”.

–¿Y nunca hubo alguno con chances de venir a Racing?
–Sí, pero los de Blanquiceleste eran muy quedados. Yo tenía la chance de preseleccionarlos, pero alguien tenía que viajar para verlos y traer tres o cuatro a la pensión. No fue nadie. Otra cosa que planteé fue abrir una filial, la primera de un club argentino en Africa. Me salieron con que tenían que pagar la cuota sí o sí, o no se podía. Cero marketing esos tipos.

–¿Quiénes están en el santoral de Racing y quiénes en su infierno?
–Los que son buena gente, además de jugar bien: Gustavo Costas, Teté Quiroz, Rubén Paz... Y en el infierno, principalmente dos: el juez Enrique Gorostegui (que lleva adelante el proceso de quiebra del club) y Julio Grondona. Ahora que se va Blanquiceleste, que fue un cáncer y le debe 20 millones de pesos a Racing, espero que votemos a alguien del riñón del club en serio, que veamos en la cancha a alguien, por ejemplo como Guillermo Andino, que se paga la platea.

EL FIN DE DOS PESADILLAS. Cuando a las 15.13 comenzó el partido, uno de los más consecuentes hinchas de Racing ya estaba sentado en su platea. Carlos Melconian, economista, es de los que no faltan casi nunca, de esos que pueden aparecer en una cancha rosarina (lo vi) un viernes por la noche cualquiera para ver a la Academia. Feliz por el desenlace, mucho más relajado que en el entretiempo, analizó –si se puede– un poco del gen racinguista: “El éxito del domingo se debe a una mística propia. En situaciones difíciles, todos los hinchas nos unimos con el equipo, y creemos que somos los mejores del mundo y nadie nos va a ganar. El equipo que jugó contra el Celtic jugaba contra Belgrano. Eso que yo siento en Avellaneda es imposible de reproducir: tiene que ver con nuestra raza única. Ojalá se empiecen a hacer bien las cosas para que toda esa mística sirva para pelear arriba, y no una promoción”.

Cerca suyo, un símbolo de la conquista de la Copa Intercontinental terminaba de sufrir su parte. El Chango Cárdenas, autor del bombazo que se clavó en el ángulo del Celtic en el estadio Centenario de Montevideo aquella tarde del 4 de diciembre de 1967, respiraba su alivio: “Fui con toda mi familia. Eso demuestra la fe que tenía. Ver a la gente llorar de alivio es algo que no me lo voy a olvidar. Para el hincha de Racing no importa qué estemos disputando: se trata de alentar hasta el final”.

A Salvador Azerrad, en cambio, la suerte como futbolista no le sonrió como al santiagueño. Jugó en Racing a mediados de los 80’. Sin embargo, junto al ex futbolista Hugo Lamadrid, y desde la Mesa de Enlace, pelearon para que el club vuelva a ser de los socios, algo que está cerca de suceder gracias, entre muchos otros, a ellos: “Esta final empezó a jugarse hace ocho años. La llegada del ‘gerencia-miento’ nos enterró hasta este extremo. Muchos hinchas, esos que llevan a Racing en la sangre, han dejado años de sus vidas en los 90 minutos. Y si hay algo que quedó claro es que los resultados deportivos son una muestra de la realidad institucional. Sin una nueva moral no podremos volver a la gloria”.

Hace un tiempo, en uno de los sitios web más visitados por los hinchas de Racing (www.fororacing.com.ar) se hizo una encuesta para saber cuál era el famoso más querido. Ganó Guillermo Francella. Junto a su hijo Nicolás, también dijo “presente” en el Cilindro: “Lo que viví en este último campeonato jamás me pasó. La pasé mal de verdad. No podía creer los resultados que teníamos. El 70 por ciento de los partidos los perdíamos en el último minuto. Nos empataban en tiempo de descuento. Chico que debutaba en primera nos hacía un gol. Nos estafaron en el partido con Boca, con ese gol con la mano que vio todo el estadio y luego el árbitro, Maglio, da cinco minutos de alargue, que sólo él vio. El gol de carambola del Kily allá en Rosario, el 3 a 0 y luego 3 a 3 con Lanús, me hacían vivir dentro de una película de terror y sentía que no podía salir. Por eso, cuando vino el pitazo final me abracé con mi hijo de una manera que jamás me voy a olvidar”.

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Siempre rezo por Racing”, me dijo el padre Juan Gabriel antes de salir para la cancha. Y después de tantas pruebas de fe, quizás haya sido una zancadilla de Dios lo que hizo posible que Claudio Bustos, delantero cordobés, haya tropezado y errado un gol imposible, solo frente al arco a los 24 minutos del segundo tiempo, que hubiera despertado los fantasmas en los juveniles de Racing. Enfrente, en la poblada tribuna de Belgrano, una bandera que rezaba Gerli (localidad del sur del Conurbano bien lejana al cordobés Barrio Alberdi), cuya “E” semejaba un tridente diabólico, fue enrollada prolijamente. Los fantasmas se habían llamado a silencio. Ojalá sea para siempre.

Informes: Juan Cruz Sánchez Mariño

El corazón de La Guardia Imperial –tal como lo reflejó Diario Popular– explota en la salida del equipo. Cuarenta y cinco mil hinchas coparon el estadio Juan Domingo Perón en un domingo inolvidable.

El corazón de La Guardia Imperial –tal como lo reflejó Diario Popular– explota en la salida del equipo. Cuarenta y cinco mil hinchas coparon el estadio Juan Domingo Perón en un domingo inolvidable.

Sosa, Sava, Moralez (autor del gol), Caballero y Shaffer, de cara a su gente. 2. Ginés González García, embajador en Chile.

Sosa, Sava, Moralez (autor del gol), Caballero y Shaffer, de cara a su gente. 2. Ginés González García, embajador en Chile.

Terminó el partido. La Academia sigue siendo de Primera. La hinchada manda a la Promoción bien, pero bien lejos... Y el Colorado Sava, hincha, capitán y símbolo de este Racing maltrecho, llora su desahogo y su emoción.

Terminó el partido. La Academia sigue siendo de Primera. La hinchada manda a la Promoción bien, pero bien lejos... Y el Colorado Sava, hincha, capitán y símbolo de este Racing maltrecho, llora su desahogo y su emoción.

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