El sábado a las 8 de la mañana, pocas horas después de que el equipo nacional se despidiera del Mundial, en Herzogenaurach –la ciudad donde nuestro plantel concentró durante casi toda la Copa– dos alemanes subidos a una grúa reemplazaban el gigantesco cartel (treinta metros por diez) que mostraba el escudo del Seleccionado argentino, por una imagen de Lukas Podolski, el delantero germano. Casi simultáneamente, a 250 kilómetros de distancia, en el centro comercial de Frankfurt, en la esquina de Neue Mainzer y Untermainkai, otros dos empleados empapelaban el frente de un edificio con un cartel de cuarenta metros por quince que exhibía la cara de Lionel Messi.
Tal vez ésta sea la mejor imagen para describir la sensación que quedó flotando en Alemania, tras el paso del argentino por el Mundial, ya que muchos alemanes compraron su entrada para poder verlo y, según sus propias palabras, “se quedaron con las ganas”. “¿Tú eres periodista de la Argentina?”, nos consultó Ghereman Cklaussie, un empleado de McDonald’s, en la Estación Central de Nuremberg. Y ante la respuesta afirmativa, agregó: “¿Por qué no jugó Messi?”.
Ghereman no es el único al que le quedó el interrogante sin contestar. Porque el Pulga jugó sólo 122 minutos: 16 ante Serbia y Montenegro, 69 ante Holanda y 37 ante México –el día que cumplió 19 años–, y varios, sobre todo los argentinos, nos quedamos con las ganas de disfrutarlo un poco más. Pero no, habrá que esperar a Sudáfrica 2010.
El lunes, desde Barcelona, España, donde se encuentra realizando los últimos trámites para conseguir la visa a los Estados Unidos que le permita viajar hacia allí a fin de mes, integrando el equipo catalán, Messi habla con GENTE sobre la tristeza que le dejó la eliminación. “Pasaron dos días del partido contra Alemania y todavía no puedo creer que estemos fuera del Mundial. Hoy, cuando me desperté, por unos segundos pensé que todavía estaba en la concentración y que me tenía que vestir para ir al entrenamiento. Como si mi cabeza todavía se negara a reconocer que ya nos quedamos afuera”, dice él.
–¿Sentís, como el resto de tus compañeros, que había equipo para mucho más?
–Seguro. Teníamos un equipazo, el mejor de todos. Y eso no lo decimos nosotros: lo demostramos con fútbol durante el Mundial. Hasta fuimos muy superiores a Alemania. Lástima que fallamos en los penales. No sé qué método emplear, pero los penales se tendrían que eliminar de todas las competencias.
–Decís que desde afuera viste que el equipo hizo un gran partido, e imagino que te morías de ganas por entrar. ¿Te quedaste con bronca por no haber jugado?
–Seguro. Esto es algo que lo dije siempre: yo en cualquier equipo que estoy quiero jugar. Soy un jugador de fútbol, no un marciano. Y me quedé con la misma bronca que seguro tuvo Javier (Saviola), quien se encontraba sentado al lado mío y también quería aportar lo suyo. Igual entiendo que son once los que entran a la cancha y tres los cambios.
–¿Creés que si Abbondanzieri no se hubiese lesionado, José te habría dado unos minutos?
–Puede ser, y también pasaba por ahí mi bronca. Porque después del empate, tenía ganas de estar en la cancha y aportarle al equipo todo lo que sé. Y en el suplementario lo mismo. Me imaginaba corriendo por izquierda, dribleando a los centrales. Igual, en todo momento, al equipo lo vi sólido. Creo que hasta antes de patear el último penal sentíamos que íbamos a pasar a la semifinal. Por eso, cuando Lehmann atajó el de Cuchu, me quedé petrificado. Por adentro pensaba: “No es verdad, esto no está pasando”.
–Algunos vieron esa imagen y dijeron que vos no sentías la eliminación igual que tus compañeros…
–Sí, me enteré de que Bilardo había dicho algo y… aunque no lo entiendo, no quiero polemizar. Igual, me interesa más lo que opinen mis compañeros. Ellos saben lo que sufrí. Al igual que mi familia, ellos saben lo que estoy sufriendo. A la noche no puedo dormir, me dan ganas de llorar. Todo es muy triste.
–El sábado, en el aeropuerto de Nuremberg, antes de irse a España, Ayala dijo que fuiste uno de los que más lloró en el vestuario.
–Y sí, al igual que mis compañeros, yo tenía ganas de volver a Buenos Aires con la Copa del Mundo. Cada vez que hablábamos por teléfono, mi mamá me contaba que después de cada partido la gente se juntaba a festejar, y eso me ponía muy contento. Ya me veía dando la vuelta en el Obelisco y en el Monumento a la Bandera de Rosario.
–Lo positivo es que demostraron que el Seleccionado tiene equipo para rato…
–Seguro, acá hay grandes jugadores, y no tengo dudas de que le vamos a dar muchas satisfacciones a nuestra gente. Si fuera por nosotros, nos iríamos ya al predio de Ezeiza a entrenar…
–¿La decisión de Pekerman de no seguir los sorprendió?
–Muchísimo. Yo a José lo banco a muerte. Todos aprendimos muchas cosas al lado de él. Por ejemplo, en la charla técnica antes del partido contra Alemania, nos dijo cómo nos iban a jugar, y no se equivocó en nada. Yo rescato sus charlas, la confianza que me transmitió y todo lo bueno que me dejó.
–¿Y ya te ves palpitando el Mundial de Sudáfrica en el 2010?
–No, es muy rápido. Ahora me voy a Buenos Aires para estar cerca de mi familia y mis amigos y después habrá que pensar en la gira con el Barcelona. Quiero que este trago amargo se pase rápido, aunque sé que este dolor nos va a acompañar por bastante tiempo. Eso sí: espero tener mi revancha en el próximo Mundial.
El golden boy argentino se sentía preparado para mostrar su talento. “Me veía dando la vuelta en el Obelisco y en el Monumento a la Bandera de Rosario”, declaró.
La desazón de Lionel, viendo el partido contra Alemania desde el banco mientras los minutos se consumían y ya no quedaban cambios para hacer.
