A Luis Emilio Mitre lo encontraron muerto el mediodía del 2 de enero de 2005 en su departamento de Posadas y Alvear. Estaba acostado boca arriba en la cama de la habitación de servicio, con una bolsa en la cabeza con doble vuelta de cinta en el cuello. La primera hipótesis tanto de su familia como de los investigadores se inclinó hacia un robo que se fue de las manos.
No faltaba nada de valor en la vivienda. La segunda teoría apuntaba a un crimen pasional, también descartado tras el interrogatorio a su pareja, Marcelo Chiapetta, quien durante las primeras horas se prófugo pero luego dio su versión en sede policial. No apuntó a ningún sospechoso.
La tercera hipótesis puso en la mira a Bartolomé Mitre, padre de Esmeralda. Abonada por algunos sobrinos del exdirector de La Nación, señalaba que no le habría perdonado a su hermano que se desprendiera de sus acciones en La Nación y, de esa forma, le diera mayor poder a la familia Saguier dentro del diario.
Además, mencionaba la existencia de un supuesto testamento donde Luis Emilio legaba gran parte de sus bienes a sus sobrinos. El testamento nunca apareció y la línea de investigación quedó en una mera acusación pública que no tuvo un sólido correlato en lo judicial.
A partir de entonces, la investigación cayó en un limbo que cumplió 17 años el pasado 2 de enero. La causa tramita en el Juzgado Criminal y Correccional 32, a cargo de Santiago Quain Valía. Es el tercer magistrado que asume la investigación y, al menos por ahora, sin ningún avance.
En las últimas horas y luego de declaraciones públicas que apuntaban en ese sentido, Esmeralda Mitre por medio de su abogado, Santiago Yofre, tomó la firme decisión de presentarse como querellante en el expediente.
Por un lado, busca Justicia por su tío y, por otro, descubrir la trama oculta detrás de los 15 millones de dólares que recibió su padre como herencia de su hermano y que estarían en un paraíso fiscal. No descarta que haya más dinero que quedara en manos de quienes encargaron el asesinato de su tío.
El letrado de la actriz, quien es hijo de quien por entonces era escribano de Bartolomé e hizo un inventario sobre los bienes que había en el departamento tras la muerte de Luis Emilio, señala que hubo un faltante que llamó la atención por entonces y que la Justicia desestimó: unas condecoraciones familiares. Además, sobre el bidet del año se encontró un cuadro roto del escudo familiar. Dos señales que apuntan a una venganza contra la familia Mitre, hecha carne en el tío de Esmeralda.
Días antes de su muerte, el propio Luis Emilio sospechaba que tanto los Saguier como sus socios en las empresas Barton, de Islas Caimán, Papel Prensa y Simeco, que controla La Nación y Clarín, lo robaban. Encargó una exhaustiva auditoría, pero finalmente murió con la sospecha.
La actriz intentará reactivar la investigación. Es cierto que 17 años es mucho tiempo, pero también es cierto que no tiene ningún temor en ir a fondo. Así lo hizo para recuperar los 60 millones de dólares ocultos en KMB S.A. correspondientes a la herencia de su padre.
Allí descubrió más de un 20% de acciones de La Nación -equivalente a unos 30 millones de dólares- más otros 30 millones depositados en paraísos fiscales en el exterior. De esos 30, 15 millones serían producto de la herencia que Bartolomé recibió tras la muerte de Luis Emilio.
Esmeralda confía en que ese dinero hable tanto de quienes habrían intentado despojarla a a ella, a sus hermanos y a Nequi Galotti de lo que era de Bartolomé, pero también de las razones por las que asesinaron a su tío.
La segunda temporada de “Succesion” versión criolla recién comienza.
