“Entregamos todo, quedamos vacíos” – GENTE Online
 

“Entregamos todo, quedamos vacíos”

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A Mascherano lo mandás a negociar la deuda con los fondos buitres y te trae el vuelto”. “Mascherano te recupera las Malvinas con un rifle”. “Mascherano depositó dólares y recibió dólares”.

La gente lo adoptó. Las redes sociales lo viralizaron. Mascherano con la boina del Che Guevara. Mascherano con el papa Francisco. Mascherano ícono pop, una especie de héroe sanmartiniano 2.0. Un guerrero dentro de una cancha de fútbol o, simplemente, un hombre que intentó hacer bien su trabajo sin negociar el esfuerzo: “Tengo la tranquilidad que los que me conocen bien, o los que han compartido un equipo conmigo, saben que no he cambiado. Yo siempre puse todo”.

Javier Mascherano (30) asoma por la puerta de la Zona Mixta del Maracaná, con los ojos rojos y la voz quebrada de gritar en la cancha. “Este dolor es inmenso y va a durar para siempre, para toda la vida. Pero esto es un juego, muchachos. También hay que saber perder”. ¿Qué opina él de los elogios a su persona? “Me da mucha vergüenza leer todo lo que se generó conmigo”, confiesa a menos de una hora de haber jugado la final de la Copa del Mundo.

“Yo no fui el que motivó al equipo –amplía–. Se contagió solo. Teníamos la ilusión de quedar en la historia de nuestro país, hacer algo grande. Lo hicimos con el corazón y nos faltaron cinco minutos para alcanzar la gloria”, asegura el último caudillo, el hombre que será recordado como el capitán sin brazalete de la tercera Selección Argentina subcampeona del mundo, el de las frases maradonianas (“estoy cansado de comer mierda”, antes del histórico pase a semis) y las arengas épicas (“hoy te convertís en héroe nacional”, a Chiquito Romero, en la previa de los penales frente a Holanda).

–Javier, ¿te sirve de consuelo la reivindicación de los hinchas?
–Es muy lindo el cariño, pero no me consuela. No juego por lo personal. Si fuera así, no habría elegido un deporte de equipo, sino uno individual. La gente que vive conmigo sabe cómo trabajo en el día a día y todo lo que dejo. Con eso me alcanza.

–¿Tenés fuerza para una nueva revancha?
–No sé... No sé qué pasará. No voy a hablar de mí en particular, la situación no lo amerita. La Argentina y la Selección son mucho más grandes que un nombre.

–Todos sentíamos que hoy era el día...
–Yo también. No creo que tengamos una chance igual. Va a ser muy difícil encontrar otro campeonato donde se dé todo.

–¿Qué les dijiste a tus compañeros al final?
–Que estaba orgulloso de ellos, más allá de la tristeza. En mi vida valoro las cosas desde otro punto, más allá de que una pelota vaya adentro o afuera. Ellos me ayudaron a seguir creyendo en que se puede, en que juntos somos imparables. Y lo hemos demostrado. Llegamos desde muy abajo, con falencias, y terminamos jugando una final, con muchas chances de ganarla.

–¿Te quedó remordimiento por los goles que perdieron?
–Yo pretendía que el equipo estuviera a la altura. Y los argentinos tienen que estar orgullosos de que le jugamos de igual a igual a un equipo que en teoría era una bestia, que había jugado una semifinal de 45 minutos, contra nosotros que habíamos tenido una de 120. Creo que luchamos como se debe. Estuvimos a muy poco de ganar el Mundial.

–¿Pudiste hablar con el técnico?
–Sí. Mis gracias hacia Alejandro Sabella son eternas. El y mis compañeros me devolvieron las ganas de soñar que con la Selección se podía.

–Disculpá la insistencia, pero la gente quedó loca con vos. Hasta te quieren mandar a negociar con los fondos buitres...
–A veces, uno valora más la opinión de un colega que la de la masa. No me siento un ídolo ni un prócer. No me importa lo que puedan decir de mí. El grupo es lo más importante y lo que te lleva a conseguir grandes cosas. Estoy tranquilo, porque pusimos todo. Quedamos vacíos. No teníamos más nada para dar.

Marca, juega y ordena. Aunque Messi lleva la cinta, Javier se comporta como todo un capitán. Su carácter e inteligencia lo transformaron en líder indiscutido.

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Durante el partido frente a Bélgica luchó cada metro ante rivales enormes y durísimos como Witsel y Fellaini, dejando el alma.

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“No me siento un ídolo ni un prócer. No me importa lo que puedan decir de mí. El grupo es lo más importante y lo que te lleva a conseguir grandes cosas”

“No me siento un ídolo ni un prócer. No me importa lo que puedan decir de mí. El grupo es lo más importante y lo que te lleva a conseguir grandes cosas”

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