“En la intimidad soy pudorosa; en el set puedo ser la peor de todas” – GENTE Online
 

“En la intimidad soy pudorosa; en el set puedo ser la peor de todas”

Actualidad
Actualidad

Despierta ratones La Coquita, para qué negarlo. Partamos de una base: es nada más y nada menos que la hija de Isabel Sarli (75), la bomba sexual de la filmoteca nacional. Sí, es cierto que es adoptiva, pero vale la pena aclarar que La Coca la tuvo en sus brazos prácticamente desde que nació, con apenas cuatro días de vida. Hoy a los 28 –cumple 29 años el 4 de octubre–, María Isabel Sarli –así se llama–“raja la tierra” como su madre en los años 60’, 70’ y 80’. A saber: su escote de 105 de contorno distrae los ojos de cualquier mortal, y sus 62 de cintura y 92 de cadera potencian su silueta. Ah, también tiene bellísimas piernas, que junto a su mirada hiper seductora, y el pelo negro azabache, resultan un combo perfecto para imaginarla como la mejor heredera de su madre en el cine argentino.

En pocos días más estrena como protagonista Mis días con Gloria, muy bien acompañada por la mismísima Coca, Luis Luque, Nicolás Repetto, y dirigida por Juan José Jusid. Allí será Rita, una prostituta de poca monta que trabaja en un típico burdel de pueblo. El film arranca bien power: con La Coquita a pura relación sexual. Aunque ahora, frente al grabador de GENTE, se ruboriza cuando recuerda: “La escena con Luis Luque es muy jugada. El es un tipazo y un actorazo. Y yo soy pudorosa y esa parte del film, demasiado hot. Te juro que cuando me veo no me reconozco. Soy sincera: hoy no me considero un símbolo sexual, pero es una forma de empezar. Me van a comparar, lo sé. Aunque te confieso que después de esta película, cada día me siento más segura. Sí, en el set me atrevo a todo. Puedo ser la peor de todas, ja, ja, ja”.

EL MUNDO DEL ESPECTACULO. La Coquita cuenta que estudió actuación entre los 15 y los 21 con Jorge Polaco, amigo de su madre, con quien filmó La dama regresa en 1995. Pero confiesa que nunca hacía un clic definitivo como para incorporarse al mundo del espectáculo. De hecho, cuando tenía 22 años le comentó a su mamá que tenía muchas ganas de trabajar. “¿Para qué, si tenés todo?”, le respondió de entrada La Coca, que ante la insistencia de su hija decidió llamar por teléfono a Enrique El Chino García, viejo caudillo radical e intendente de Vicente López. “Se portó bárbaro”, explica La Coquita–.

“En lugar de recibir a mi vieja en la Municipalidad, tuvo la amabilidad de venir a casa. Y terminé trabajando como una de sus secretarias, de 12 a 18 horas, de lunes a viernes. Hasta que una noche en la que se presentaban los estudios San Luis Cine en esa provincia, hace unos años, el gobernador Alberto Rodríguez Saá le ofreció a mi mamá filmar su vida, y que yo la representara cuando era joven. Bueno, ella dudó y los libros fueron cambiando. Así es como terminé protagonizando junto a Luis Luque mi primera película. Para prepararme empecé a aprender a bailar en el caño en Cocodrilo, porque Omar Suárez es íntimo de mi vieja. Una vez la llamó para hacerle un homenaje y terminaron íntimos. El me enseñó la técnica de esa danza, que requiere mucha concentración. Te cuento que soy muy varonera y mis amigos hombres me acompañaron. Por supuesto, se fueron felices, como no podía ser de otra manera. Disfrutaron mucho del lugar”.

María Isabel contempla un bello retrato de su madre, se emociona y recuerda: “La acompañé en festivales por toda Europa, pero nunca se me había cruzado la idea de seguir sus pasos. Pasó el tiempo y ahora le tomé el gustito. Me ofrecieron hacer teatro, pero a mí me encanta el cine. No soy vedette ni modelo: aspiro a ser una buena actriz, con mucha humildad, claro. Creo que tengo una responsabilidad grande por el apellido Sarli, y por todo lo que representó en mi familia Armando Bo, el gran amor de mamá. Te cuento una intimidad familiar que pocos saben: Armando murió el día que llegué a los brazos de mi vieja, cuando me adoptó. Por eso ambas pensamos que el Destino quiso que una vida le dé continuidad a la otra. Fue muy fuerte y muy lindo charlarlo entre las dos, nos unió mucho más. Por eso creo en el Destino”.

PING PONG INTIMO. “Soy chapada a la antigua. Recién ahora me estoy animando a algunas cosas”, se autodefine La Coquita. Y espera con la guardia bien alta la primera pregunta íntima:

–¿Sos de encarar a los hombres o preferís que te seduzcan?
–No, por Dios, nunca encaré yo. Veo cómo están las chicas ahora y me asombro. Me agrada el varón caballero, que regale flores, que te abra la puerta del auto, que te acomode la silla cuando te vas a sentar.

–¿Ni un poquito atrevida?
–No soy ni leona ni come-hombres. Pero a la hora de filmar me tengo fe, ja, ja, ja.

–Se te ve siempre muy arreglada...
–Soy re coqueta. No salgo ni loca en zapatillas, sólo las uso para ir a correr o hacer gym, nada más. Me vas a ver siempre maquillada y con tacos. Me lo enseñó mi mamá, que me dijo que siempre debía estar impecable. Entonces, a los 14 empecé con los tacos altos y no los dejé más. Me dijeron que a la producción con GENTE viniera sin pintarme, porque me iban a maquillar para las fotos. Les contesté que ni loca salía a cara lavada a la calle.

–¿Estado actual?
–De novia, pero no te cuento más que eso. Quiero preservar mi intimidad.

–¿Te costó hacer de prostituta y empezar la peli teniendo sexo?
–Te confieso que creí que no iba a poder. Pero cuando dijeron “¡acción!” me transformé. No puedo negar que llevo la actuación en la sangre, ja, ja, ja.

–¿Tu noche ideal?
–Con mi novio y con amigos en el restaurante El Corralón o en Cocodrilo. Te aseguro que son divertidísimas. Los varones salen pervertidos, ja, ja, ja.

EN EL NOMBRE DE COCA. La Coquita se llama Isabel por su madre y María por su abuela. Ella cuenta que en tiempos muy lejanos, La Coca, cada vez que iba a almorzar o cenar con Armando Bo y otra gente del ambiente, enseguida regresaba a su casa para ver a su mamá. El apuro era porque siempre volvía con un paquetito con comida para ella. “Yo también heredé esa costumbre. Es como una necesidad, cuidarla que ella esté siempre bien. Somos muy compinches, nos protegemos mutuamente”, explica.

Y recuerda aquel difícil momento que vivieron junto a Martín, su hermano del corazón, que ya formó una familia y tiene un hijo de diez años. “Cuando operaron a mamá de la cabeza yo era muy chica, tenía diez años. Lo sufrí, pero siempre tuve fe de que iba a estar bien. Ella es muy fuerte, luchadora, buena madre, leona con sus cachorros”, comenta. Y reconoce que después del estreno de la próxima semana, su vida puede cambiar para siempre: “Me encantaría triunfar en el cine como La Coca. Nadie como ella filmó 33 películas como protagonista absoluta y tuvo un comportamiento ejemplar como persona. No hay quien no la quiera. Todos sus colegas la admiran. Esa es la mejor herencia que me puede dejar”.

Y sonríe a carcajadas cuando se le pregunta qué le dijo su mamá respecto a la actuación que tuvo en la película: “Le encantó. Pero te juro que me hace reír mucho, porque cada vez que la consultan para saber qué opina acerca de mi trabajo, lo primero que contesta es: ‘La Coqui estuvo muy bien en el caño’. Se ve que tiene una cuenta pendiente con el tema. Hablando en serio, está feliz. Y yo te confieso: esto de convertirme en símbolo sexual me está gustando, ja, ja. ja”.

María Isabel, a pura sensualidad, posó para esta producción con los vestidos que el modisto Paco Jamandreu había confeccionado especialmente para su madre.

María Isabel, a pura sensualidad, posó para esta producción con los vestidos que el modisto Paco Jamandreu había confeccionado especialmente para su madre.

Más allá de que La coquita es adoptada, o cierto es que llegó a la vida de Isabel Sarli cuando tenía apenas cuatro días. Es sorprendente el parecido físico entre ambas. De medidas similares (105–62–92) en los tiempos en que la diva del cine erótico  deslumbraba con su figura, la diferencia es que María Isabel mide 1,66 metro, apenas 4 centímetros menos que su madre.

Más allá de que La coquita es adoptada, o cierto es que llegó a la vida de Isabel Sarli cuando tenía apenas cuatro días. Es sorprendente el parecido físico entre ambas. De medidas similares (105–62–92) en los tiempos en que la diva del cine erótico deslumbraba con su figura, la diferencia es que María Isabel mide 1,66 metro, apenas 4 centímetros menos que su madre.

La hija de La Coca, actriz de la agencia de Patricio Funes, se entrenó en Cocodrilo, el legendario boliche de Omar Suárez.

La hija de La Coca, actriz de la agencia de Patricio Funes, se entrenó en Cocodrilo, el legendario boliche de Omar Suárez.

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig