“En estos diez años viví cosas dramáticas, pero nada es peor que perder un hijo” – GENTE Online
 

“En estos diez años viví cosas dramáticas, pero nada es peor que perder un hijo”

La generosa calidez de este otoño es agradecida por Daniel Córdoba (50). Es que El Profe pasó todo el verano internado en el Instituto del Diagnóstico de La Plata. No pudo disfrutar del sol, ni nadar en la costa de Pinamar, donde acostumbra pasar enero. Fueron cuatro los meses que transcurrieron desde el grave accidente que lo tuvo como protagonista, el 4 de diciembre, cuando circulaba por el Camino Centenario, cerca de La Plata. Sumamente delgado –perdió 20 kilos–, con dificultad para mover la pierna derecha, abre la puerta de su luminosa casa en el country San Facundo sin perder la sonrisa y la locuacidad que lo caracterizan. El director técnico, que pasó por los vestuarios de Estudiantes de La Plata, Platense, Lanús y Olimpia de Paraguay, antes de sumarse al staff de columnistas de La última palabra –el clásico programa de Fox Sports conducido por Fernando Niembro– siente que está de vuelta.

Como un designio del destino, una y otra vez el drama aparece en su vida. El 11 de noviembre de 1998, su hijo Juan, de 4 años, murió ahogado en la piscina de un vecino. Fue el momento más difícil de su vida. Entonces dirigía la Primera de Platense. “Dejé el trabajo, tuve una crisis familiar... Todo se derrumbó...”. Sus amigos recuerdan que pasaba horas llorando abrazado a su almohada, tirado en el piso.

En 2002, cuando se dirigía a la fiesta que se hizo en el club Lanús para festejar la campaña que lo tuvo como DT y permitió a la institución permanecer en Primera A, fue víctima de un secuestro express. Pasó cinco horas en manos de un grupo de delincuentes, que lo liberó tras cobrar rescate. Las crónicas policiales también lo tuvieron presente en 2007, por un episodio de tono pasional. En aquel incidente, una mujer paraguaya de 38 años, que entonces declaró ser su concubina, lo atacó a cuchilladas en la espalda, el brazo izquierdo y los genitales. Luego prendió fuego al departamento. “Tengo más puntos que el Boca de Bianchi”, comentó Córdoba con ironía al recibir el alta, luego del doloroso hecho. Y, claro, por último el accidente de diciembre que, entre otras cosas, provocó que lo operaran tres veces del hígado, el órgano más comprometido de su cuerpo.

Ahora, El Profe habla con GENTE, sentado en el living de la casa que comparte con su esposa, Mariela Moro, de quien estaba separado desde hacía dos años. Todavía no quiere hablar de reconciliación, pero están compartiendo nuevamente el mismo techo (en el mismo country en el que murió su hijo hace casi diez años). Y Daniel Córdoba asegura: “Mariela estuvo todo el tiempo a mi lado. No me abandonó ni un segundo. La grandeza de esta mujer es digna de mi mayor admiración”.

–Daniel, ¿siente que volvió a nacer?
–No, para nada. Tampoco pienso en esa frase que dice que la vida da otra oportunidad. A lo largo de mi vida siempre valoré los afectos, nunca descuidé a mis seres queridos.

–¿Y cómo está hoy?
–Depende de la forma en que uno mire el vaso. Estoy contento por lo que superé, pero tengo mucha tristeza por lo que me pasó. Si alguien me decía que el 4 de diciembre iba a accidentarme con mi auto, no lo creía. Pero tampoco si me decían que, después de las heridas, de 45 días de terapia y tres operaciones en el hígado, iba a estar caminando.

–Estaba escéptico...
–Los tres primeros meses los pasé inconsciente, no recuerdo nada. Cuando mejoré, no les creía a los médicos, que me decían que iba a salir caminando de la clínica.

–Dicen que su recuperación es asombrosa...
–¡Sí! Los médicos siempre me dijeron que iba a salir, porque tengo un físico sano y una voluntad férrea. Siempre hice deportes y cuidé mi salud. Eso es quizás lo que hace que ahora esté así.

–¿Recuerda cómo fue el accidente?
–No entiendo lo que me pasó. No viajaba a alta velocidad, no me sentía cansado ni estaba dormido. Fue una mañana, había dejado a mi hija en el colegio. Lo único que me acuerdo es que me tocaron de atrás o de costado, el auto se desacomodó e impacté contra algo. Después supe que era una columna de iluminación.

–Estuvo en estado crítico...
–Los primeros dos días los pronósticos eran muy pesimistas. Estuve intubado, con respirador... Gracias a Dios, ni me vi ni me acuerdo (sonríe). Creo que hay un componente en la vida del ser humano que tiene que ver con la suerte, el destino o Dios. Ultimamente, me pasan estas cosas malas.

–Lo noto un tanto negativo...
–Y... la realidad me hizo escéptico. Veo que no alcanza con ser honesto, responsable, buen profesional y querer hacer las cosas bien para que la suerte acompañe. Son obligaciones como ser humano, pero esto no garantiza que a uno le vaya bien, ni en la vida ni en el fútbol.

–¿Lo vive como un quiebre?
–Nooo... Yo perdí un hijo. No hay nada peor que eso. Viví situaciones traumáticas en el ’98, el 2002, el 2007. Ya estoy acostumbrado, aunque no entiendo por qué me pasan a mí.

–¿Llegó a alguna conclusión?
–No sé... Miro hacia atrás y veo que, cada vez que empiezo a remontar, recibo uno de estos golpes. Siempre estoy recomenzando.

LOS DIAS CRITICOS. Durante su extensa permanencia hospitalaria, Córdoba fue sometido a tres operaciones de hígado, el órgano más comprometido en el accidente. La primera, para controlar una hemorragia y las posteriores, para recomponerlo. “Si me daba un día más de fiebre, me operaban por cuarta vez”, señala.

–¿Cómo pasa sus días ahora?
–Me tienen bien controlado (ríe). Me despiertan a las nueve, desayuno y a las diez me llevan al centro de rehabilitación. Tengo una hora de kinesiología y otra en la pileta. Almuerzo, miro tele y descanso. Noto que mejoro día tras día.

–¿La movilidad de su pierna derecha está comprometida?
–No, me voy a recuperar plenamente. Lo grave fue que se me reventó el hígado. Lo tuvieron que armar y esperar que la naturaleza diera el visto bueno. Y todo salió bien. No tengo dieta, pero tengo claro qué es lo que debo comer.

–¿Aprovecha para ver fútbol?
–Sí, siempre lo hago. Hoy (la charla fue el miércoles 23) no me pierdo Barcelona-Manchester por nada.

–¿Cómo le respondió la gente del ambiente futbolístico?
–Estuvieron a mi lado los que tenían que estar. Algunos todo el tiempo, otros unos días, otros un poquito... En todos los momentos de la vida hay gente agradecida. Martín Palermo vino a verme y se quedó tres horas, pero no pido que todos se comporten como él. Hay gente que pasó mucho tiempo conmigo y no apareció, pero otros que, sin historia en común, se acercaron. El mellizo Gustavo Barros Schelotto, por ejemplo, me visitó y alentó siempre.

–¿Esperaba más?
–No. Y no soy de tirar la primera piedra, porque tal vez otras personas esperaron en otro momento alguna reacción mía que nunca llegó. A veces uno sabe lo que está bien, pero por distintos motivos no lo hace. No tengo derecho a juzgar a nadie. A los 50 años uno ya adquirió cierta experiencia y puede ver todo con mayor amplitud. Estoy tranquilo, conforme con la respuesta que tuve de la gente. Muchos se preocuparon por mi salud y me siguen llamando.

–Lo veo bien en su casa, con su esposa, sus hijos...
–La familia fue clave para seguir viviendo. Mariela estuvo en todo momento a mi lado. De mis hijos, ¿qué puedo decir? Danielito (21) es buenísimo y ya se recibió de psicólogo social. Sofía (16) es un crack, abanderada en su escuela el año pasado y campeona de equitación. Simón (7), exige atención y no me deja quedar en stand by. Es futbolero y se hizo hincha de Boca. Se motiva tanto que, aunque yo soy de Estudiantes, nos abrazamos y festejamos con el pase a octavos de la Copa Libertadores.

–¿Pensaba en ellos cuando estaba mal?
–Sí, cuando tuve un poco de lucidez los extrañaba. En la rutina siempre se dejan los afectos más cercanos para después: a veces no queda tiempo. Pero lo más simple es lo más importante.

–Ahora tiene la posibilidad de disfrutarlos...
–(Se emociona) Claro, es lo mejor de estar internado en mi casa. Les puedo dar cariño, estar mucho tiempo con ellos, verlos crecer y compartir sus logros cotidianos. Ojo, que ellos me matan de amor también. ¡No se guardan nada!

–Y su objetivo actual, ¿cuál es?
–Simple: rehabilitarme. Solamente pienso en eso.

–¿Le gustaría volver a dirigir?
–En su momento, cuando esté bien, voy a pensar en mi reinserción laboral: dirigir o hacer periodismo. Pero hay tiempo para eso. Si me dan a elegir, prefiero estar dentro de una cancha, no en la cabina. Pero después de todo lo que me pasó, te aseguro que voy a ser feliz en cualquier lado.

Estuvo 45 días en terapia intensiva y casi pierde el hígado. Hoy, El Profe se recupera junto a su familia.

Estuvo 45 días en terapia intensiva y casi pierde el hígado. Hoy, El Profe se recupera junto a su familia.

Está en plena etapa de reconciliación con su esposa, Mariela, de quien estaba separado desde hacía dos años. Viven en el mismo country en el que, en 1998, falleció su hijo, Juan, de 4 años. Sueña con volver a las canchas como DT.

Está en plena etapa de reconciliación con su esposa, Mariela, de quien estaba separado desde hacía dos años. Viven en el mismo country en el que, en 1998, falleció su hijo, Juan, de 4 años. Sueña con volver a las canchas como DT.

“Los primeros dos días, los pronósticos de los médicos eran muy pesimistas. Estuve intubado, con respirador... Gracias a Dios, ni me vi ni me acuerdo de nada”

“Los primeros dos días, los pronósticos de los médicos eran muy pesimistas. Estuve intubado, con respirador... Gracias a Dios, ni me vi ni me acuerdo de nada”

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