Voy a dedicarme a contarles emociones de un año de primeras veces. Pero por sobre todo, a dejarles en claro que son los responsables de que me sienta una mujer plena”. Un decreto de pretemporada, hoy de concreción documentada en los renglones del diario que escribe para sus hijos desde hace algo más de siete meses, cuando confiesa haber comenzado a ser otra. Miami concluye un itinerario de dieciséis días que dieron marco a la celebración de sus primeras vacaciones como mamá, coronando un preámbulo de orgullosas primeras presentaciones de identidad merecida con DNI correcto, el balance del primer año de mujer casada, los aplausos de una primera producción sobre escenario propio en torno de su primera década en el espectáculo y la expectativa de su primera conducción en su regreso televisivo. Entre tanto, “Paul aprendió a chapotear, Isabella a gatear y yo a tener paciencia”, destaca Florencia de la V (36) con gracia innata que, sin éxito, ofrece resistencia a la emoción que quiebra su voz al decir: “En este viaje reflexioné sobre mi felicidad, redescubrí el amor y decidí ampliar mi familia”.
“SALIERON A MAMA”. De las casi gélidas calles neoyorquinas a las ya no tan cálidas playas miamenses, “parecíamos ekekos”, informa. “Me di cuenta de que para una madre el trabajo no termina nunca... Ahora entiendo por qué cuando nos vestían gritaban ‘¡ahora no te ensucies!’. Paso horas poniendo a Paul e Isabella divinos para que, a los cinco minutos, si no se cagaron, se vomitaron enteros. ¡Qué lindos eran los viajes de mieleros...! ¡Pero qué feliz soy hoy, aunque necesitemos tres horas para dar un paso”, dice desde la suite Château del hotel Fountainebleau, a la que llegó luego de haber dado vueltas por la ciudad en busca de un hipermercado que se dignase a tener algún pack de leche fortificada. “Aquí mis bebés son huéspedes celebrities. Cuando pisan el lobby nadie mira otra cosa, ni siquiera a los putones que caminan sobre tacos de treinta, ni a la mismísima Christine Honey Lozano, la conejita Playboy que está por aquí”, dice sin disimular la baba. “Y, sí... Salieron a mamá: ¡gauchitos y simpáticos!”.
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South Beach, viernes 23. Paul en brazos de papá Pablo (Goycochea) e Isabella a upa de mamá en caminata por las playas del Fountainebleau, donde descansaron. Desde el 30 de marzo al 8 de abril se despedirá del público cordobés con Qué gauchita mi mucama, en el Melos de Carlos Paz.
Bal Harbour Shops, jueves 22. Isabella aprende a bailar entre diseños de Zanotti, una de las mecas en las compras de su insaciable mamá, que ya había hecho estragos en Jimmy Choo. “Me salió tan coqueta que hasta eligió sus propios moños”, contó Florencia.
“Cada noche les hago funciones privadas de títeres de los Muppets”, relató Flor la tarde en la que los grandes compañeros de mamá cantaron con ella entre percheros de Carolina Herrera. “Están tan acostumbrados a los probadores que hasta las vendedoras de Gucci les daban la papilla”.
