“En este equipo ninguno se cree superior a otro” – GENTE Online
 

“En este equipo ninguno se cree superior a otro”

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A los seis años, José Acasuso no tenía idea de que ese viaje a Buenos Aires que estaba a punto de hacer con toda su familia, le iba a cambiar la vida para siempre. Y junto a José Andrés y Selva, sus padres, y Juan, su hermano mayor, llegaron a la “gran ciudad” –así lo recuerda– desde Posadas, Misiones, para ver el partido de Copa Davis entre la Argentina y Estados Unidos. Del 22 al 24 de julio de 1988 se jugaba la final de la Zona Americana, y en caso de que el conjunto nacional ganara, iba a volver al Grupo Mundial. Pero para los Acasuso, lo más importante era otra cosa: ver a Andre Agassi, de pelo largo, con su ropa multicolor y los cortos símil jean, que ya se estaba convirtiendo en mito. Finalmente, aquel equipo liderado por Agassi-McEnroe le ganó en el Buenos Aires Lawn Tennis a Pérez Roldán, Jaite, Frana y Miniussi por 4 a 1, y truncó el sueño del ascenso. Sin embargo, aquellos cinco partidos lo marcaron a fuego: “Volvimos a Misiones y lo primero que hice fue agarrar una raqueta. Y, aunque no me creas, imaginaba que estaba jugando la Davis…”, recuerda hoy Chucho, apodo que recibieron él y sus dos hermanos –Juan y Gabriela– cuando eran chiquitos y jugaban al tenis en un club de Posadas. ¿Por qué Chucho? Por una transformación de su apellido: Aca-chucho...

Diecisiete años después, la imaginación se hizo realidad. En febrero del 2006 debutó ante Suecia, ganó sus dos partidos de singles y se ganó un lugar en el equipo de Luli Mancini. En abril viajó a Croacia, y en una superficie super rápida, jugó y ganó el dobles junto a David Nalbandian. Y la semana pasada sacó chapa de copero al derrotar al australiano Lleyton Hewitt en el flamante Estadio Parque Roca, cuando el team argentino llegó por segunda vez en su historia a la final de la Davis. Justo a veinticinco años de que Guillermo Vilas y José Luis Clerc rozaran la hazaña en 1981… cuando todavía faltaban dos años para que el Chucho naciera.

El de Hewitt fue uno de los mejores triunfos de mi carrera”, admite hoy Acasuso (23 años, soltero, 1,90 de altura, 86 kilos, fanático de Racing, con tres títulos de ATP en su currículum y actual número 25 del ranking mundial), en Parque Patricios, luego del agasajo que la firma Reebok –uno de sus principales sponsors– le hiciera por la victoria ante Australia. Allí habló con GENTE sobre su presente y sobre la gran meta que tiene para este 2006: “Ganar en Rusia y traer la Copa Davis de una vez por todas”.

–Pasaron seis días de la victoria ante Hewitt y de la clasificación. ¿Sos consciente de lo que lograron?
–Con el correr de los días es como que todo va tomando mucha más fuerza. Estamos muy felices por la manera en que jugamos y por esta clasificación. Y no vemos la hora de estar en Moscú jugando esa final.

–En el Parque Roca tuviste hinchada propia made in Misiones. ¿Fue idea tuya?
–Un poco y un poco… (risas). Tenía ganas de que mis padres y mis amigos estuvieran alentándome, pero no imaginé que vendrían tantos... Por eso la alegría fue mayor. Había muchos en esa barra que nunca habían tenido la oportunidad de verme jugar profesionalmente en vivo y en directo. Y otros, que ni siquiera conocían Buenos Aires. Por eso quería ganar sí o sí.

–Y a eso se le sumó la presencia de Diego Maradona…
–¡Si no ganaba me mataba! (carcajadas). En un cambio de lado, miré hacia donde estaba Diego y cuando lo vi con mi camiseta puesta, me emocioné. Se me cruzaron muchas cosas por la cabeza. Pensaba que yo de chico gritaba sus goles y ahora lo tenía alentándome. Fue algo impresionante.

–Muchos jugadores coinciden en que cuando juegan la Copa, su nivel es superior…
–Lo primero que cambia es la responsabilidad. Porque nosotros, los tenistas, durante todo el año somos tipos muy egoístas. Estamos solos contra todos y le queremos ganar al que está enfrente, sea como sea. Pero en la Davis la cosa es distinta. Estás representando al país, y atrás tenés a un capitán, a un equipo, a la gente. Por eso en cada partido que juego pienso que debo dejar la vida por este grupo espectacular que armamos.

–Precisamente, muchos resaltan la importancia de este grupo unido…
–Es que el equipo es todo. Cuatro o cinco buenos jugadores pueden alcanzar una meta, pero si se llevan bien entre ellos –dentro y fuera de la cancha–, la cosa es infinitamente más fácil. La historia, tanto en el tenis como en otros deportes, lo demuestra. Acá dejamos los egoísmos de lado y ninguno se cree superior a otro, y eso que David (Nalbandian) es un monstruo. Sin embargo, él no nos hace sentir que es el líder. Y yo tampoco me agrandé por haber conseguido uno de los puntos más difíciles. Todos somos importantes.

–De todos modos, habrá un antes y un después de este triunfo ante Hewitt…
–Siento que voy a tener mucha más confianza en mi juego, algo en lo que los tenistas trabajamos mucho… ¡No sabés la plata que llevo gastada en mi psicólogo! (carcajadas) Además, ahora los rivales me van a tener más respeto, porque van a pensar que enfrente estará el tipo que le ganó a Lleyton.

–Y hablando del circuito, ¿vas a modificar tu calendario pensando en la final de diciembre?
–No, el calendario sigue igual. Esta semana viajo a Austria, después a España, luego a Suiza y finalmente a Francia; todos torneos en canchas rápidas y bajo techo, la superficie que seguramente nos pondrán los rusos. Lo que sí voy a tener que cambiar es mi pretemporada. Siempre la empiezo las dos últimas semanas de noviembre y ahora, si estoy en el equipo, vamos a estar preparándonos para la final de la Davis.

–¿Y te imaginás ganando la Copa?
–Por supuesto. ¡Si ya me la imaginaba antes de la semifinal! ¿Te cuento mi sueño? Les vamos a ganar a los rusos, nos tomamos el avión de vuelta, y cuando llegamos a Ezeiza toda la gente nos está esperando. Hasta ahora todos los sueños se me dieron… Por lo visto, soy el amuleto de la buena suerte…

Aunque es hincha de Racing, eligió la camiseta del Liverpool inglés para una de las fotos: “<i>Esta es para jugar con mis amigos, porque tiene el 10 en la espalda. Los que me la regalaron saben de mis condiciones naturales</i>”, bromea el Chucho.

Aunque es hincha de Racing, eligió la camiseta del Liverpool inglés para una de las fotos: “Esta es para jugar con mis amigos, porque tiene el 10 en la espalda. Los que me la regalaron saben de mis condiciones naturales”, bromea el Chucho.

“<i>Cuando se suspendió el partido del viernes me quería morir. Hewitt estaba tirando cualquier cosa con tal de que se terminara, y lo salvó la lluvia. Por suerte el sábado entré tranquilo, gané mi punto y festejé la clasificación cuando David y Calleri ganaron el dobles</i>”, dice Acasuso.

Cuando se suspendió el partido del viernes me quería morir. Hewitt estaba tirando cualquier cosa con tal de que se terminara, y lo salvó la lluvia. Por suerte el sábado entré tranquilo, gané mi punto y festejé la clasificación cuando David y Calleri ganaron el dobles”, dice Acasuso.

Su triunfo ante el australiano lo puso en boca de todos. Fueron muchos los medios que lo llamaron para entrevistarlo y su celular no paró de sonar en toda la semana. Y Reebok, la firma que lo viste, lo agasajó en su nueva planta de Parque Patricios.

Su triunfo ante el australiano lo puso en boca de todos. Fueron muchos los medios que lo llamaron para entrevistarlo y su celular no paró de sonar en toda la semana. Y Reebok, la firma que lo viste, lo agasajó en su nueva planta de Parque Patricios.

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