No fue un viaje más. Aunque ya lleva más de un año separado de Paula Robles, se trató de la primera escapada de Marcelo Tinelli (50) a Bariloche, precisamente al Catedral, cerro del que es habitué apenas cae la primera gran nevada. En calidad de papá “soltero”, aterrizó la noche del jueves 8, escoltado por sus hijas mayores, Micaela (21) y Candelaria (20). El grupo se completó con Joaquín Rozas, el novio de Mica, incorporado ya como uno más del clan familiar (salen desde hace tres años).
¿La misión? Esquí y relax, un combo perfecto y bien merecido para el conductor, que corona otra temporada de éxito con Bailando por un sueño. Como siempre, se alojaron en el exclusivísimo hotel Pire Hue, ubicado en la base del cerro. El resort es el único que cuenta con ski out directo –la habitación doble con vista al lago ronda los 600 dólares por noche–, spa y todos los amenities.
Durante el fin de semana largo, la troupe Tinelli sólo dejó el cinco estrellas para esquiar y salir a comer. Fueron tres días de esquí intenso, después del fútbol con amigos, el deporte que Marcelo más disfruta aunque lo haya aprendido de grande. “Le encanta viajar con sus hijos y compartir la montaña con ellos. Eso sí, lejos de la postura del papá cuida”, dijo alguien de su entorno.
El showman (que vistió generalmente in black, con equipo hi tech marca Spyder –en la espalda, un escudo de Porsche, marca de fierros que ama–) se portó como un verdadero compañero de aventuras. ¿Novia a la vista? Por ahora, todos hacen mutis por el foro. Eso sí, Marcelo no pudo desenchufarse de su Blackberry ni aun cuando tenía las tablas puestas.
MINIVACACIONES BAJO CERO. El viernes fue el único día de sol. “No podemos perdernos el buen tiempo”, dijo Tinelli recién levantado. Después de un desayuno saludable y rápido, salió a la montaña a las 10 AM. Lo siguió Candelaria, también fanática del esquí. Con su instructor personal, Martín Bacer, Marcelo copó la pista intermedia del Catedral. Lejos del nivel principiante que exhibía en inviernos anteriores, el conductor desplegó mucha aptitud en su performance sobre la nieve. “Mejoró mucho su estilo. ¡Ya no hace cuña! Y toma velocidad...”, comentó un experto que lo vio pasar.
El sábado 10, en tanto, intentó repetir la jornada deportiva, y con el grupo completo salieron a la montaña poco antes del mediodía. Pero... ¡no way! Un intenso temporal impidió el esquí. Ergo, aprovecharon para disfrutar del Pire Hue indoors.
El domingo hubo revancha en las pistas, aunque no de sol a sol. Cerca de las tres de la tarde, Tinelli colgó las tablas y las fijaciones y se instaló en el restó-bar Mute para ver la final del Mundial. Mientras España alzaba la Copa y el festejo recién comenzaba, los Tinelli pegaban la vuelta a Buenos Aires. Y seguramente convencían a papá de volver a la nieve. Pero por más tiempo y con los más chicos de la familia, Francisco y Juana, que también dominan la montaña.
Hace rato que dejó de ser un principiante en la montaña. Con un paralelo muy pulido, Marcelo ahora se luce en el Cerro Catedral. “Tiene una onda excepcional”, dijeron los que lo vieron en la pista de esquí.
Casi como una tradición, Marcelo inaugura las pistas de esquí cada invierno. Esta vez fue al Cerro Catedral con sus hijas mayores, Micaela –y su novio Joaquín Rozas– y Candelaria. ¿La rutina? Esquí y relax.
Cuando se sacaba las tablas, el showman se enchufaba a su Blackberry.
