“En el sexo como en la vida soy muy pasional y fogosa” – GENTE Online
 

“En el sexo como en la vida soy muy pasional y fogosa”

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La morocha cautivante, de medidas casi perfectas (exquisitos 95-63-95), se define a sí misma como “un huracán”. Capaz de obsesionarse por correr una hora y media en la cinta de un gimnasio al mejor estilo Rocky Balboa, o de despertarse a las tres y media de la mañana para ensayar y corregir, al costado de la cama, una coreografía que la tiene a maltraer. Es su crítica número uno, perfeccionista al máximo y autoexigente hasta el hartazgo. “A veces trato de perfeccionar tanto las cosas que me aburro de mí misma”, termina confesando, en un lapsus de honestidad brutal. Es que después de veinte años dedicados a la danza, la actuación, el canto y el baile, Laura Fidalgo (29) vive una especie de lucha interna. Porque, acepta, le hubiese gustado ser reconocida por todos sus trabajos anteriores. Pero sabe que la fama le llegó luego de aparecer en Bailando por un sueño 3… “El poder de la televisión es increíble. Yo me rompí el c… durante muchos años haciendo teatro en Argentina y en el exterior. Los máximos reconocimientos los tuve en Francia y en España. Pero en Buenos Aires sacaba a pasear a mis perros y la gente ni me conocía. Y ahora, después de estar un par de veces en el programa de Marcelo, no puedo salir a la calle”, dice mientras deja enfriar su café con leche en un bar vecino al Casino marplatense. Pronto vuelve a la carga: “Tinelli me acercó a la gente, me convirtió en una persona popular”. Y este verano evaluó todas las propuestas y se decidió por hacer teatro en Mar del Plata: “Sentía la necesidad de mantener ese reconocimiento. En un momento estuve a punto de irme con mi novio para hacer teatro en Brasil, pero entendí que necesitaba terminar de instalarme en la gente”, comenta. Y cuando habla de Juan Durán, la persona que desde hace once meses comparte su vida, los ojos se le iluminan: “Es el hombre que me baja a tierra. Soy una persona que odia las injusticias, y a veces hablo y me peleo de más, sin medir las consecuencias. Ahí es donde entra Juan: ‘Mirá, vos no sos Juana de Arco’, me dice, y me baja los decibeles”. Pero también con su pareja vivió lo que ella gusta llamar “su lucha interna”. Porque recién después de diez años entendió que se había enamorado de su mejor amigo.

Love story. Juan tiene 41 años, es actor y cantante. Experto en boleros y tangos e ilusionista profesional. Hace dos años que fue contratado por la empresa Emi Virgin y, luego de 12 años de carrera, se convirtió en uno de los cantantes latinos más reconocidos de Brasil. ¿Pero cómo hizo este hombre para seducir a una de las mujeres más deseadas de la Argentina? Ella misma se encarga de dar la respuesta: “Yo estaba pasando por un momento de estrés muy grande y necesitaba alguien en quien apoyarme. De repente, mientras hablaba con Juan de lo mal que me sentía, me di cuenta de que el hombre que buscaba estaba parado frente a mí”.

–¿Qué fue lo que te sedujo de Juan?
–Su talento. Y a eso hay que sumarle que es un tipo cariñoso, romántico, humilde… ¡Un compañero de verdad! El estuvo a mi lado en los momentos en que tuve que pelearla, y me ayudó muchísimo. Por eso hoy puedo decir que, por primera vez en mi vida, estoy profundamente enamorada.

–Siempre decís que sos una chica bien de barrio y que te hiciste de abajo. ¿Eso es un latiguillo para quedar bien o es tu verdadera historia personal?
–¡No! ¿Qué latiguillo? Si yo hubiese aceptado todas las propuestas indecentes que me hicieron, ¡hoy sería la dueña de media Argentina! Sin embargo, tuve que esperar que la revista Interviú me pagara por hacer un desnudo para terminarles la casita a mis viejos en Floresta.

–Esas propuestas indecentes de las que hablás, ¿quiénes las hicieron?
–Empresarios o actores famosos. Nunca daría el nombre de ninguno, pero si decidiera escribir un libro, se caería más de un santito…

–¿Y cómo es ese manejo? ¿Se acercan y te ofrecen dinero?
–No, plata directamente, nunca. Pero sí te mandan cosas al camarín… O te hacen llegar, por intermedio de un conocido, invitaciones a cenar, a pasear en yate, algún viaje…

–¿Alguna vez una de esas propuestas te hizo dudar unos minutos?
–Jamás. Desde muy chica tuve en claro lo que quise y aposté por el esfuerzo y el sacrificio. Sabía que la manera de llegar y mantenerse es subiendo escalón por escalón. Muchas se deciden por el otro camino, el más corto, pero esa fama es efímera.

–¿Querés decir que en este ambiente muchos tuvieron que “pagar favores” para ocupar la vidriera central de una marquesina?
–Seguro, aunque está todo bien. Y yo no tengo problema en que haya gatos trabajando y que figuren en una marquesina. Lo único que me molesta es la hipocresía. Porque muchas salen a hablar, y cuando les preguntan eso, miran para un costado y se hacen las desentendidas.

–¿Y alguna vez te encaró una mujer?
–Sí, todo el tiempo recibo regalos y cartas. Muy pocas se animaron a encararme, pero muchas me tiraron onda. Y la verdad, me gusta: me encanta cautivar al sexo femenino y al masculino.

–¿Sos consciente de las fantasías que vas a generar en muchos hombres?
–(Risas) Sí, pero también tengo una cosa muy ambigua…

–¿Qué significa?
–A mí me encantan los hombres y soy muy femenina. Pero internamente veo que hay algo en mí que es muy masculino, por la fuerza que tengo. Nunca estuve con otra mujer, pero reconozco que me seduce halagarlas.

–¿Y en la intimidad, con tu pareja, cómo sos?
–Muy pasional, como en la vida: cuando me entrego, lo hago por completo, sin excusas. Puedo hacer el amor en un hotel cinco estrellas o en una carpa en la playa.

–¿Con qué cualidades debe contar el hombre que te seduzca en una cama?
–Me encanta todo lo previo, el juego, la seducción, la histeria. Porque eso hace que mi cabeza vuele, para después tener tanto placer que me haga sentir que puedo levitar. En el sexo soy muy fogosa.

–¿Cuál fue el lugar más loco donde hiciste el amor, y con quién?
–Fue con Juan, en una casa que tiene en Brasil. Un día nos levantamos, me preparó el mate y, de sorpresa, me llevó a una isla desierta en San Pablo. Caminamos desnudos por la playa, hicimos el amor en las arenas blancas…

–Recién hablabas del placer. ¿Alguna vez tuviste que fingir un orgasmo?
–No. Para actuar, me subo al escenario. Si me quiero hacer la Julia Roberts voy al teatro…

–¿Por qué creés que otras mujeres sí lo hacen?
–Porque no están realmente enamoradas. Si a vos tu pareja te excita, no tenés por qué mentir. Yo recomiendo: si tenés que fingir, separate ya.

–Pero a veces esas decisiones no son tan sencillas…
–No, pero hay que tener los ovarios o los h… suficientes para decir: “Si esta piba o este pibe no me va, me separo”. Yo, si estoy en pareja, me quiero sentir una mujer completa. Que sea compañero, pero también amante. Que me sorprenda en cualquier lado. Por ejemplo, cuando nosotros vamos por la ruta, si nos dan ganas de hacer el amor paramos a un costado y lo hacemos. Y eso me pone mucho más hot. Es importante estar bien en la vida, pero también hay que estarlo en la cama.

Laura y Juan, apasionados en las playas del sur. Por las noches, la vedette brilla sobre el escenario de Bailando por un voto, junto a Moria Casán y Nito Artaza.

Laura y Juan, apasionados en las playas del sur. Por las noches, la vedette brilla sobre el escenario de Bailando por un voto, junto a Moria Casán y Nito Artaza.

“<i>Me enamoré de mi mejor amigo. Yo estaba pasando por un momento de estrés...  De repente, mientras hablaba con Juan de lo mal que me sentía, me di cuenta de que el hombre que buscaba estaba parado frente a mí</i>”

Me enamoré de mi mejor amigo. Yo estaba pasando por un momento de estrés... De repente, mientras hablaba con Juan de lo mal que me sentía, me di cuenta de que el hombre que buscaba estaba parado frente a mí

“<i>Es el hombre que me baja a tierra. Odio las injusticias, y a veces me peleo, sin medir las consecuencias. Ahí es donde entra Juan</i>: ‘Mirá: vos no sos Juana de Arco’, <i>me dice, y me baja los decibeles</i>”

Es el hombre que me baja a tierra. Odio las injusticias, y a veces me peleo, sin medir las consecuencias. Ahí es donde entra Juan: ‘Mirá: vos no sos Juana de Arco’, me dice, y me baja los decibeles

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