“En el amor puedo ser una mujer misteriosa o una chica de barrio” – GENTE Online
 

“En el amor puedo ser una mujer misteriosa o una chica de barrio”

"¡Qué suerte que tiene esta mina! Se come la boca de Echarri”. La frase llega con toda claridad desde una mesa vecina. Un pensamiento en voz alta que apenas provoca una sonrisa en la chica flaca –muy flaca– y de cara lavada que revuelve su café. Afuera también es viernes, y llueve. La actriz de Montecristo –y precisamente protagonista junto a Pablo Echarri– parece cualquier chica de 35 años nacida en el barrio de Palermo. Sin embargo, es el imán de todas las miradas. El lugar donde estamos charlando con Andrea Paola Krum es un bar de Retiro al que concurren, cómo decirlo, algunas prostitutas. Pero ella, súper profesional, ni se molesta. El grabador, entonces, comienza a rodar. Quizás, ante la desmesura de algunas chicas que nos rodean, arranca hablando de su propia idea de la seducción.

Para mí no hay que desnudarse ni exponer todo el cuerpo a la hora de seducir. Me gusta más insinuar que mostrar. Algunos pueden creer que por eso soy una histérica o tímida, pero yo preservo mi intimidad. Nunca te voy a contar cómo es mi cama, ni cómo hago el sexo con mi novio. Aprendí a cuidarme. Cada día tengo más paz conmigo misma y conozco más las cosas que me gustan y las que quiero. En el amor puedo ser una mujer misteriosa o una chica de barrio”.

–No le gusta mostrar, dice, pero hace años, en un unitario de Alejandro Doria, hizo un topless que vieron cientos de miles.
–Si, pero eso fue una circunstancia, el guión lo requería. Sé que muchos productores usan las escenas fuertes para vender más o subir el rating. Ese capítulo de Mi mamá me ama, por Canal 9 no sólo tenía mi topless, también tenía mucho contenido, pero en las promociones vendían sólo mi desnudo. En El Arcángel, con Gabriel Corrado, una vez me puse medias de red, portaligas y me pinté los labios y los ojos muy fuertes. Cuando actúo y el papel lo requiere, no tengo problemas en desnudarme.

–¿Y en la intimidad, con su novio, también usa portaligas?
–No te voy a contar eso, pero desde que convivo con Furriel no uso más bata ni ruleros en casa.
Y sólo me gusta estar arreglada y linda para él.

–¿No le compone ningún personaje?
–¡No! (sonríe). Con Joaquín soy netamente auténtica y natural.

–¿Cuándo se dio cuenta de que su vida pasaría por la actuación?
–Desde muy chica. Siempre supe que quería ser artista, aunque en mi familia no había nadie que se dedicara al arte. A los seis años, mi mamá me mandaba a comprar a una feria que había en Palermo, y yo me subía en los cajones de la verdulería y me ponía a bailar. Al principio quería ser bailarina clásica. Pero tuve un problema en una rodilla y tuve que dejar. Entonces comencé a tomar clases de teatro con Lito Cruz, Lorenzo Quinteros y Agustín Alezzo. Hice musicales, novelas, unitarios y cine. Por suerte no me dejé encasillar y pude hacer una carrera muy artesanal.

–¿Cómo era esa familia que no tenía nada que ver con el arte?
–Vivía con papá, Raúl Krum, un comerciante de origen judío alemán; y mamá. Teresita O’Donnell, docente de discapacitados y de origen irlandés. Y tres hermanos menores. A los quince tuve mi primer novio. Y a los 22 me fui de esa casa.

–Usted venía haciendo mucho teatro y poca televisión. ¿Era por elección o porque no le ofrecían el papel que esperaba?
–Un poco de las dos cosas. Aunque me gusta mucho todo, sufro cuando tengo que hacer musicales en el teatro, porque ahí me siento muy exigida. De la televisión no me gusta la exposición que te da. Una vez hasta me bajé de una novela de mucho rating porque quería experimentar otras cosas. Pero ahora acepté porque me ofrecieron un buen papel, una mujer con los problemas de las mujeres actuales. Y eso que tenía pensado no ser nunca más la protagonista de una telenovela. Las cosas que les pasan a las heroínas típicas de las novelas me parecen poco interesantes para actuar.

–¿Qué tiene en común Laura, su personaje, con usted?
–Inevitablemente pongo cosas mías, porque como actriz siempre estoy buscando la verdad. Aunque a la hora de llorar, por ejemplo, intento sólo comprometerme con la escena que me toca. Si debo repetir doce veces esa toma y estoy muy cansada apelo a una situación de mi historia personal. Echarri a veces me carga, porque en una escena muy sensible, el corazón me empieza a latir muy fuerte, y el ruido se filtra sin querer por los micrófonos. Y hay que repetirla.

–Recién oímos cómo la envidia el resto de las mujeres. ¿Cómo es trabajar al lado de un galán como Echarri?
–Con Pablo estuvimos en cine, televisión y teatro. Debutamos en Sólo para parejas y después hicimos Inconquistable corazón. En teatro, Sueño de una noche de verano, y en cine, El séptimo arcángel. Nos conocemos mucho y nuestra relación trasciende en el tiempo. Aunque cuando no trabajamos no nos vemos, a la hora de actuar somos muy compinches.

–¿Cómo es compartir casa y trabajo con Furriel?
–Con Joaquín nos llevamos muy bien trabajando. Nos conocimos y enamoramos arriba del escenario. Fue el año pasado en Sueño de una noche de verano, en el Teatro San Martín. Más allá de la relación, nuestro vínculo es muy natural y sano. Antes de elegir trabajar en Montecristo lo hablamos mucho, pensamos en la exposición que iba a sufrir nuestra pareja, y tuvimos miedo. Pero decidimos aceptar, y por suerte en la ficción nos llevamos muy mal y no mostramos nada que tenga que ver con nuestra intimidad, porque en casa nos llevamos muy bien.

–¿Vive sola?
–No, mucho tiempo viví sola, porque antes de Joaquín sólo conviví una vez. Me había acostumbrado mucho a mis propios rituales y tiempos, y eso me gustaba, porque no tenía que pedirle permiso a nadie, comía y dormía cuando quería. Pero ahora estoy recuperando las cosas lindas de la convivencia.

–¿Qué cosas?
–Las mismas que le gustan a todo el mundo. Cuando llego a mi casa me saco los zapatos, pongo música: ahora estoy escuchando un disco de (Ryuichi) Sakamoto. Después preparo algo para comer, ordeno un poco la casa –porque soy algo desordenada–. Y a veces nos quedamos con Joaquín pensando en los detalles que vamos a poner en la casa que estamos construyendo.

–¿Es una mujer obsesiva con la estética?
–No, tengo cero cirugía estética. Y no me cuido nada: como muchas golosinas, tortas, helados y sandwiches. En casa cocino al wok y preparo tartas. Antes me cuidaba, pero ahora tengo una gran tendencia a adelgazar. Sí hago yoga, danza y a veces voy al gimnasio. Cuando estoy trabajando voy a la peluquería para hacerme las raíces, pero si no, me dejo estar. Nunca me hice las manos. Lo estético lo relaciono sólo con el trabajo.

–¿Tiene miedo de dedicarle demasiado a su carrera y que se le pase la hora de ser madre?
–No tengo ese miedo. Al principio, mi carrera estaba primero. Pero hoy aprendí que es importante, pero no lo principal. No quiero estar todo el tiempo expuesta. Yo no me creo una estrella, y después de Montecristo… ¡cero tele! Quiero volver al teatro o al cine.

–¿Le falta algo para ser feliz?
–Nadie es completamente feliz. Para que la felicidad exista siempre tiene que faltar algo. Para mí eso es un motor para seguir adelante, aunque estoy muy contenta con mi realidad.

Paola Krum, súper sexy sólo para la cámara: “<i>Tengo cero cirugía estética. Y no me cuido nada: como muchas golosinas, tortas, helados y sándwiches</i>”.

Paola Krum, súper sexy sólo para la cámara: “Tengo cero cirugía estética. Y no me cuido nada: como muchas golosinas, tortas, helados y sándwiches”.

“<i>No te voy a contar si uso portaligas en la intimidad, pero desde que convivo con Joaquín no uso más bata ni ruleros en casa. Y sólo me interesa estar linda y arreglada para él</i>”

No te voy a contar si uso portaligas en la intimidad, pero desde que convivo con Joaquín no uso más bata ni ruleros en casa. Y sólo me interesa estar linda y arreglada para él

“<i>Tenía pensado no ser nunca más la protagonista de una telenovela. Las cosas que les pasan a las heroínas típicas de las novelas me parecen poco interesantes para actuar</i>”

Tenía pensado no ser nunca más la protagonista de una telenovela. Las cosas que les pasan a las heroínas típicas de las novelas me parecen poco interesantes para actuar

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