“En cualquier momento armamos un dúo y salimos a cantar por algún bar de Buenos Aires” – GENTE Online
 

“En cualquier momento armamos un dúo y salimos a cantar por algún bar de Buenos Aires”

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"Cantar con Diego arriba del escenario es otro de los grandes regalos que me sigue dando la vida. Hasta el sábado pensaba que Dios había sido generoso conmigo por permitirme volver a estar delante de mi público después de mi enfermedad. Pero sin dudas me equivoqué, faltaba esto, que Maradona cierre uno de los conciertos más lindos que di en mi vida”.

La voz áspera e inconfundible de Joaquín Sabina (57) se entrecorta por la emoción. Hace algunos minutos acaba de terminar el tercero de los ocho conciertos que dará en Buenos Aires (en total lo verán 32 mil personas que agotaron las entradas en apenas horas). Tras cuatro años de ausencia, el músico llegó al país para presentar Alivio de luto, su último trabajo (aquí lleva vendidos 80 mil discos, y más de un millón doscientos mil de toda su obra). Estaba en la puerta del Gran Rex, a punto de subirse a la camioneta que lo conduciría al hotel, y todavía se lo veía eufórico y emocionado:

–¡Qué más decirte, tío! Esto fue un sueño único e inolvidable. ¡Un sueño de p… madre!”.

Hombres de palabra. El lunes 10 de octubre de 2005, mientras el español participaba en el programa La noche del 10, adelantó que este año estaría nuevamente en algún escenario de la Argentina e invitó a Maradona a su próximo show, pero no como espectador sino arriba de las tablas: “Joaquín, te prometo que allí voy a estar”, el Diez aceptó el convite, y, por supuesto, cumplió. Un simple llamado telefónico el día viernes sirvió para concretar el encuentro: “Nunca dudé de que iba a venir porque, a pesar de ser una de las personas más reconocidas del mundo, Diego es un tipo simple. Y te digo más, lo vi tan emocionado que en cualquier momento armamos un dúo y salimos a cantar por algún bar de Buenos Aires”, comentó el español entre risas.

Y ésta, la del sábado, no será la única sonrisa que Sabina dibujará en su cara. Cabe recordar, en 2001 sufrió un leve infarto cerebral que lo tuvo varios años alejados de los escenarios –“estuve casi un año tirado en mi cama, sin salir de mi casa en Madrid”, confesó el músico–, el genio de Ubeda cambió algunos hábitos en su vida. Dejó las drogas –“ya no escribo hasta las 7 de la mañana tomando cocaína como antes”, fue otra de las explicaciones que dio–, abandonó su agitada vida y, acompañado por su novia, la fotógrafa peruana Jimena Coronado, a quien conoció hace casi siete años, volvió a cantar. Y en su nueva visita a la Argentina, casi no participó de ninguna salida nocturna. Almuerzos en distintos restaurantes de Puerto Madero (Joaquín y Jimena quedaron encantados con la cocina italiana de Marcelo), y una visita a la Galería Buenos Aires –Córdoba y Florida–, para comprar algunos libros de poesía (se llevó Demanda contra el Olvido y Todos los Hombres del mundo son hermanos, del poeta Raúl González Tuñón), fueron sus salidas preferidas. El único vicio nocturno que se permitió fueron largas sobremesas después de la cena, los casi dos atados de cigarrillos rubios que fuma por día, y sus infaltables chupitos de whisky. “Te confieso, saliendo de día descubrí otra ciudad. Hasta hoy sólo conocía la ciudad de los cafetines, las p…y los vicios, algo que, te aclaro, recuerdo con mucha nostalgia (carcajadas). Pero era raro verme caminar por Florida a plena luz del día. Sin embargo, admito que también me gusta esta otra parte. Me acuesto temprano…”, duda, piensa, y remata: “¡Qué lindo es dormir de noche! Y por la maña me levanto a escribir. De esta gira me llevo ese cariño único que sólo se consigue en tu país, y un montón de letras que tal vez formen parte de mi nuevo disco, –le dice a GENTE, que lo acompañó en su recorrida literaria–. Estos lugares son algo increíble: entras y te convidan con un whisky para que no te vayas rengo”.

A DOS VOCES. El sábado 18, cerca de la medianoche, el público del Gran Rex estalló al grito de “¡Diegoooooo, Diegoooooo!”, mientras el cantante español –fanático del Atlético Madrid– anunciaba: “Es el más grande como futbolista. Lo único que falta es que cante tan bien como juega”. En ese momento, Maradona, vestido con una remera que llevaba impreso el nombre de sus dos hijas, irrumpió en escena con un bombín y micrófono en mano. Juntos entonaron Y nos dieron las Diez, coreado por cuatro mil personas que aplaudían de pie. Después, abrazados, se perdieron detrás del telón. Un cierre de lujo para una noche donde el cantante y el futbolista se animaron a tirarle un caño a la música.

Sabina y Maradona juntos en el escenario. En octubre, cuando Joaquín visitó a Diego en La Noche del 10, surgió la promesa de este encuentro hecho realidad.

Sabina y Maradona juntos en el escenario. En octubre, cuando Joaquín visitó a Diego en La Noche del 10, surgió la promesa de este encuentro hecho realidad.

Diego arengando a la gente, un saludo cariñoso entre los dos, y el aplauso al público que siguió de pie el final del concierto.

Diego arengando a la gente, un saludo cariñoso entre los dos, y el aplauso al público que siguió de pie el final del concierto.

Sabina decidió conocer la ciudad a plena luz del día. El jueves, tras dar una rueda de prensa en el Hotel Faena + Universe, salió a caminar junto a su novia Jimena Coronado. En la calle Florida visitaron librerías antiguas y compraron poesía argentina.

Sabina decidió conocer la ciudad a plena luz del día. El jueves, tras dar una rueda de prensa en el Hotel Faena + Universe, salió a caminar junto a su novia Jimena Coronado. En la calle Florida visitaron librerías antiguas y compraron poesía argentina.

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