“El tiempo demostrará que lo mío con Araceli va en serio” – GENTE Online
 

“El tiempo demostrará que lo mío con Araceli va en serio”

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Peso 77 kilos. En los últimos tiempos bajé alrededor de seis.

–¿Hace falta que le consultemos el porqué?
–Imaginate.

–Lógico. ¿El amor lo hizo adelgazar, verdad?
–Error. El conquistador del Fin del Mundo me hizo adelgazar. Estuve un mes en Esquel, grabábamos de corrido, dormía cuatro o cinco horas por jornada. Qué experiencia increíble, aunque trabajosa. Mirá el color que tomé de darle bajo el sol. Necesitaría someterme a una cura de sueño.

–Cualquier médico responsable, si nos permite, más que de cura de sueño, hablaría de una patología relacionada al corazón que, en su caso, bien podría definirse como “síndrome de enamoramiento de Araceli González (40)”.
–Disculpá pero, ¿esta nota no era por el programa que conduzco en Canal 13? (sonríe).

–… Obvio… Perdón el desliz.
–Perdonado.

“LA TERAPIA ME LOGRO SACAR ADELANTE”. El flaco y bronceado Fabián Mazzei (42; 1,83 metro, 40 de calzado) vio la luz de la sala de parto el 18 de enero de 1966, en el Hospital Israelita, de Terrada y Gaona, Flores. “Aunque pertenezco a Caseros, mi barrio de siempre. La vieja todavía continúa allí”, informa. Hijo único de Jacinta (ama de casa) y de Héctor (metalúrgico), cursó sus estudios completos, recibiéndose de bachiller, en el Instituto Nuestra Señora de la Merced, de Tres de Febrero. “Alumno atorrante. En la primaria me llamaban de los grados superiores pidiéndome que interpretara a Belgrano, a San Martín. Durante la secundaria, preferí el bajo perfil. Amaba Historia y me cacheteaban en Matemática. Papá solía marcarme de cerca. Incluso me ‘inspiró’ a anotarme en Educación Física y Abogacía. Un día me le planté: ‘Pienso dedicarme a la actuación’. ‘Bárbaro –contestó– pero, mientras, vas a tener que dedicarte a laburar. Sumáte a nuestra fábrica de telgopor’, me empleó de obrero, de 5 a 18”.

A los 20 empezó a estudiar teatro con Agustín Alezzo y alquiló, junto a un amigo, un departamentito en Palermo. Tiempo después de incursionar, sobre tablas, en Papá querido y Las del barranco, de “morirme de hambre” y de repartir algunos currículos, entró a Socorro: 5º año y luego a Los otros y nosotros (ambos programas de 1989). “Ganaba buena plata, me la creí”. Tanto “canchereé”, que se tomó vacaciones de cincuenta días en Japón, invitado por un amigo, retornó y “la cosa se complicó mal”. “Mi viejo enfermó de cáncer –avanza–. Me lo reveló su médico y decidí evitar contárselo a papá, no lo hubiese soportado, y escondérselo a ni a mi madre, necesitaba preservarla”, recuerda el hincha de Almagro. “Una vez fallecido él en el ’92, me encargué de la empresita familiar, a pesar de que anhelaba un futuro distinto para mí. Buscándolo, retomé las clases de teatro”.

Allí conoció, en una compañera, a su futura esposa. “Me casé a los 27, y nos mudamos a Belgrano. Lamentablemente la cosa duró poco. A mí la terapia me logró sacar adelante. Venía de situaciones súper densas. La terapia y mamá, que resolvió pilotar la fábrica”, admite hoy Fabián, que por aquella época intervino en publicidades y manejó un taxi. Amigovios (1995), Como pan caliente y Gasoleros (98) y Campeones de la vida (99) significaron su regreso a la pantalla chica y su despegue, apuntalado fuerte gracias a sus interpretaciones en los filmes Apariencias (2000), Entre los dioses del desprecio (01) y El Ratón Pérez y Rojo intenso (06), las ficciones Tiempofinal (2000), El sodero de mi vida (01), Mil millones (02), Rebelde way (2002/03), Un paso adelante (03/05), Alma pirata (06) y Se busca un hombre (07), la puesta de El indio quiere el Bronx (1996) y el cortometraje McGuffin (2005).

A inicios de 2007 resolví asociarme a dos amigos, Sergio y Enrique Sarkirian, en la peluquería SK Beauty Center (Elcano 3436). Es mi aval, mi base para poder elegir, sin apremios económicos, qué proyectos aceptar. Por ejemplo, la comedia romántica y una obra de Marcelo Cosentino en las que pronto me encantaría participar. Aparte, necesito cubrir seguido cierto mechón canoso que me recorre la cabeza”, lanza una carcajada.

LOS HIJOS DE ARA SON… INTOCABLES”. “Cecilia Roth, Meryl Streep, Ricardo Darín y Al Pacino”, responde cuando le preguntamos a qué colegas admira. “Las brujas de Salem”, elije la cinta en que le hubiese deseado intervenir. “Jean Paul Gaultier”, su perfume. “Informal”, la ropa. “Mi dos ambientes, de octavo piso, en Colegiales”, el lugar que habita. “Una dieta basada en proteínas e hidratos, abundante en fruta y alejada de los fritos, que me sugirió Mariano Martínez”, sus secretos alimenticios. “La fotografía”, el hobby que cultiva. “Che, ¿y no vamos a hablar de El conquistador del Fin del Mundo?”, lanza y nos da pie, congratulations, mitad en broma y mitad en serio.

–Temimos que jamás lo dijera.
–¿De qué hablás?

–De El conquistador del Fin del Mundo. Así lo bautizaron en el país apenas surgió la noticia de su romance con Araceli, ¿lo sabía?
–Ni ahí.

–Anoche, en la red carpet de los Oscar, Michel Brown, el galán argentino de Pasión de Gavilanes sostuvo que “Araceli era el premio mayor” y usted se lo llevó. Cuéntenos la clave.
–No suponerlo un premio. De mirarla con semejantes ojos, de ninguna forma hubiese sucedido nada.

–¿Qué opina de la cuestión doña Chiquita, su mamá?
–Mientras yo esté bien, para mamá está todo bien.

–¿Y Mazzei es del tipo de hombre enamoradizo? Su lista, la conoce, incluye a Mónica Cruz, la hermana de Penélope, y a María Eugenia Kenita Larraín, la ex del futbolista Iván Zamorano y del ex tenista Marcelo Ríos, entre otras beldades.
–Enamoradizo en su punto justo. Nunca me verás dar detalles sobre una pareja. Creo en los códigos de barrio, en lo códigos sanos: “Si quieren, péguenme a mí, pero mi mujer no se toca”.

–¿Picaflor?
–En su tiempo. Ya no.

–¿Confiésenos a qué apunta ahora, entonces?
–Pretendo sentirme cómodo y proyectar hacia fuera, o en mi propio país.

–Nos referimos a su porvenir junto a la madre de Tomás y Florencia. A propósito, ¿qué conversaron en la presentación formal?
–Pertenece a nuestra intimidad. Los hijos de Ara son… intocables.

–¿Tampoco adelantará si planea compartir techo, conformar una familia?
–Sé que el tiempo demostrará que lo mío con ella va en serio.

–¿Por qué lo resalta?
–Ufff. Hemos oído burradas grossas. Que quedó embarazada, que yo promocionaba mi programa. Hubo quienes llamaron a mis antiguas parejas para indagar si las maltraté. ¡Hasta aparecieron “besólogos” opinando que el pico que nos dimos en el sur carecía de calentura! Un bochorno. Incluso escuché a gente del medio declarando que ‘Si la tuviera a Ara así de cerca, ¡la parto!’ Claro, por eso no está al lado tuyo. “<i>Nunca me verás dar detalles sobre una pareja. Creo en los códigos sanos, de barrio</i>: ‘Si quieren, péguenme a mí, pero mi mujer no se toca’”, define el porteño.

Nunca me verás dar detalles sobre una pareja. Creo en los códigos sanos, de barrio: ‘Si quieren, péguenme a mí, pero mi mujer no se toca’”, define el porteño.

Aquel encuentro patagónico que, el 5 de febrero, reconfirmó la noticia en la portada de GENTE. “<i>¿Yo picaflor?</i>”, se pregunta Fabián Héctor Mazzei. “<i>En su tiempo. Ya no. Desde 2005 que andaba solo</i>”, remata.

Aquel encuentro patagónico que, el 5 de febrero, reconfirmó la noticia en la portada de GENTE. “¿Yo picaflor?”, se pregunta Fabián Héctor Mazzei. “En su tiempo. Ya no. Desde 2005 que andaba solo”, remata.

“<i>Un día me le planté a papá</i>: ‘Pienso dedicarme a la actuación’. ‘Bárbaro –contestó– pero, mientras, vas a tener que dedicarte a laburar. Sumate a nuestra  fábrica de telgopor’, me empleó de obrero, de 5 a 18”.

Un día me le planté a papá: ‘Pienso dedicarme a la actuación’. ‘Bárbaro –contestó– pero, mientras, vas a tener que dedicarte a laburar. Sumate a nuestra fábrica de telgopor’, me empleó de obrero, de 5 a 18”.

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