El siglo XX, bajo la lupa de un genio – GENTE Online
 

El siglo XX, bajo la lupa de un genio

Actualidad
Actualidad

Si tuvieras que elegir una de las últimas décadas, ¿cuál elegirías?
–Yo eligiría del 65 al 75. Para mucha gente, la década del 60 empezó en el 65. Me quedo con ese período porque la distancia borra los dolores. Uno casi siempre se acuerda de las cosas más agradables. Ahí pasé mi adolescencia, conocí a los Beatles, triunfé con Sui Generis. Viví en un mundo donde había amor libre, donde no se suponía que las drogas hacían mal, no había clínicas de desintoxicación, y todavía no existía una represión militar violenta. Fue como una especie de limbo, pero para después acercarse al infierno. Los que tuvimos la oportunidad de ver y vibrar esa época nunca más fuimos los mismos. Esos años marcaron a la gente con un sello de idealismo, irresponsabilidad y humor. De esos años sesenta, recuerdo los festivales Pinap, el programa de radio Modart en la noche, Los Gatos por televisión y uno de mis temas, Monoblock.

–¿Cómo era tu barrio?
–En esos años empecé a pirar e ir por todos los barrios. Después de Caballito vivimos por el Once, Palermo, en la calle Darregueira y también en Vidt y Güemes, donde saqué la foto del disco Vida. Lo que me acuerdo de cada barrio eran los planos que hacía, marcando dónde vivían las vecinitas más lindas y dónde estaban los que me hinchaban. Me acuerdo que hacía “patrullajes” y anticipaba las cosas que podían pasar. Era como una especie de vigilante del barrio, pero a mi conveniencia.

–¿En Caballito jugabas en la calle o eras un chico de Conservatorio?
–¡No podía jugar a la pelota en la calle porque vivía en José María Moreno y Rivadavia! Pero jugaba mucho en una casa de fin de semana en Paso del Rey donde, junto a mis primos, curtí mucho verano. Así que no sentí la necesidad de salir a corretear por el medio de una avenida.

–¿Alguna frase de tu madre sobre tu nacimiento o cómo eras de bebé?
–Mamá no se acuerda de la hora en que nací.... pero escuché que tenía las orejas salidas para afuera y ella no tuvo mejor idea que ponerme cinta Scotch y dejarme esta horrible marca que tengo ahora (risas). Yo fui lindo sólo hasta el nacimiento de mi hermano.

–¿Viste la llegada del hombre a la Luna?
–Sí, lo vi. Me gustó, pero me pareció que no pasaba nada. De chico había visto muchas películas del hombre en la Luna y ya no era gran cosa.

–¿Cuál fue la primera película prohibida que tuvo de espectador?
–Debe haber sido alguna de Isabel Sarli en el cine Lido. Yo iba disfrazado de ciego y me dejaban entrar ¡con bastón y todo!

–¿Cómo fue tu servicio militar?
–Creí que iba a ser más fácil...

–¿Y la primera vez que votaste?
–Nunca voté. Siempre me quedé dormido.

–¿Cómo era tu táctica para robar un beso o “apretar” con una chica?
–Tenía que ver con un estudio psicológico de cada una: cómo estaban vestidas y todo eso. También hubo un momento en que empecé a hacerme mi propia ropa, con lo cual tiraba ciertos códigos.

–¿Había mucha intolerancia por llevar el pelo largo o vestir distinto?
–Todos los días me cruzaba con un tipo que tenía una pick-up y me insultaba por mi forma de vestir. Un día lo frené y, cuando iba a bajar, le pateé la puerta y casi le rompo los dedos.

–¿Llegaste a ir a bailes de club y fiestas de quince, o ya eras el chico del grupo de rock?
–Iba como parte del conjunto que tocaba en las fiestas. Pero si tocaba era difícil bailar un lento... Dicen que el que toca nunca baila. Eso sí: tenía más suerte que el baterista, que nunca enganchaba. Tenía mi “chapa”, pero era muy tímido y me costaba hablarle a las mujeres.

–¿Te acordás de Perón?
–Estaba en Tucumán con Sui Generis cuando murió, y tuvimos miedo de no poder volver porque no había pasajes. Nos agarró cuiqui y creo que ahí tuve el presentimiento de todo lo negro que iba a venir después.

–¿Quién era la chica de poster que más deseabas cuando eras adolescente?
–Sofía Loren, Brigitte Bardot, Marcela López Rey, Graciela Borges y Karen Black, mi favorita.

–¿Cuál fue tu primer vicio?
–La Coca-Cola. Recuerdo que a mi familia cada vez le iba peor y me metieron en un colegio de doble escolaridad en Quilmes, donde comía sin Coca-Cola. Eso me parecía lo menos. Pero para conseguir mi dosis, le hacía un canje al chico que se sentaba al lado: él sí podía llevarse una Coca para el almuerzo. Entonces, yo le cambiaba unas figuritas que se coleccionaban y él me daba un poco de gaseosa.

–¿Qué veías en la televisión blanco y negro?
–Me gustaba El Club de Mickey, que veía todas las tardes en Paso del Rey. Era mejor que dormir la siesta. También me acuerdo de Blackie, Biondi, Mancera, y todos esos. La televisión tenía su gracia cuando era en blanco y negro. Cuando llegó el color ya no me gustó mucho.

–En la calle, ¿cuándo te empezaron a pedir los documentos?
–Cuando subieron los que estaban inseguros de todo y entonces le pedían documentos a todo el mundo. Al principio me los pedían a mí y a todo el mundo. Después yo era uno de los que, por inconsciente o por rebelde, no quería lucir como los demás y tenía el pelo largo y esas cosas. Y me llevaban bastante seguido, por la pinta nomás... No era tan sencillo salir, porque te podían matar a trompadas, cortar el pelo o empezar a hablarte hasta sacarte de quicio. Una vez me hicieron ir al garage de la comisaría y me dieron mi campera para que limpiara los patrulleros, pero la tiré al piso y ahí me mataron a trompadas. Una de las últimas veces me dijeron: “¿Así que vos sos el que canta que las heridas son del oficial?”. No sabía qué contestar. Ahora, cada vez que me llevan, saben quién soy. Pero lo hacen para ganar fama o para mostrar poder. La última vez estuve en una cárcel de Morón, esposado y tirado en una celda horrible.

–¿En la época militar sentías que te estabas jugando la vida al hacer rock y cantar determinadas letras?
–Ya me había jugado la vida con ciertos trucos que hice durante la colimba. Pero el asunto era saber que todos los días había una posibilidad de que te metieran en cana. Había que tener la paciencia para resistir eso y era muy hincha pelotas. Respeto muchísimo a la gente que se lo bancó. También creo que, hasta que La Pesada del Rock and Roll no se manifestó, no había una asociación entre el rock y la cosa libertaria, porque el rock podía ser casi tradicional. Pero acá pegó bastante la cultura del rock, que iba desde Incredible String Band hasta Judas Priest, y se amalgamaban muchas cosas que aparentemente no tenían nada que ver entre sí. Había un estilo para la fotografía y para los videos. Una cultura rock. Twiggy, por ejemplo, era totalmente rockera porque era amiga de los Beatles y estaba metida en esa época.

–¿Cómo viviste el Mundial 78?
–Estaba en San Pablo, grabando el primer disco de Seru Girán. David Lebón nos había hecho comprar un televisor que nos costó 11 mil cruzados. Veíamos el Mundial y zapábamos en una casa que nos había alquilado Billy Bond. Estando lejos, no nos llegaban tanto las cosas horribles que pasaban, aunque recuerdo las caras de Videla y Massera al abrazarse. ¿Alguna vez se habrían abrazado antes? ¡Qué asco!

–Malvinas también te sorprendió en un estudio de grabación...
–Sí, la guerra estaba en los primeros amagues, onda “Que venga el principito”. Cuando vi que la gente se empezaba a entusiasmar, alquilé el estudio. No entendía cómo la gente se creía todo eso. Incluso tipos como Lebón, que nunca fue muy patriota y de golpe le agarró una especie de patriotismo tremendo. De ahí fue que hice, en sorna, No bombardeen Barrio Norte. Otra cosa que me hinchó fue cuando aparecieron los chocolatines y la ropa que donamos en el festival donde nos engatuzaron.

–¿En tiempos de Alfonsín te enganchaste con el preámbulo de la Constitución y frases como “Con la democracia se come y se educa”?
–Yo jamás me comí una Constitución.

–¿Y la época de la hiperinflación y de cómo la plata valía menos cada hora?
–Sí, cuando decían “El que apuesta al dólar pierde”... ¡Qué hijos de p...! En esa época fue cuando me robaron todo, así que me quedé sin plata y esos problemas los tuvieron los que se la llevaron.

–¿Cómo era el miedo a Menem antes de su primera elección?
–Después de estar junto a diputados y vicepresidentes de los distintos partidos, según la campaña donde me pagaban más para ir a tocar, realmente me pareció que –en general– no son seres humanos. Mirá que yo no me considero muy humano, pero ellos son menos que un ser humano.

–¿Cómo fue la visita a Olivos para grabar Charly & Charly?
–Nos conocimos en una producción de fotos de GENTE. Luego, fui a la Quinta de Olivos y tuve la oportunidad de ver a la plana mayor del ex gobierno, todos con el brazalete de Say No More. Con mis canciones, le pude decir a Menem lo que yo pensaba de un montón de cosas. Y más allá de la política, quedamos amigos. El quiso serlo, los demás no.

–¿Sentiste algo especial el 31 de diciembre de 1999, final del milenio?
–Sí, que el cielo estaba al revés. Le dije a la gente que estaba en El Divino, que su vida no tenía ningún sentido y que estaban equivocados. Capaz que eran gordos, petisos y feos. Y si querían que toque, tenían que arrodillarse. No lo logré así nomás. Pero cuando empecé a tirar billetes de cien dólares... se arrodillaron.

Charly recuerda la época militar: Había que tener la paciencia para resistir eso y era muy hincha pelotas", reflexiona.">

Charly recuerda la época militar: "Había que tener la paciencia para resistir eso y era muy hincha pelotas", reflexiona.

“<i>Todas las tardes veía </i>El Club de Mickey<i>; era mejor que dormir la siesta. También me acuerdo de </i>Blackie, Biondi, Mancera. <i>La tele tenía su gracia cuando era en blanco y negro</i>”.

Todas las tardes veía El Club de Mickey; era mejor que dormir la siesta. También me acuerdo de Blackie, Biondi, Mancera. La tele tenía su gracia cuando era en blanco y negro”.

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig